Empecemos hablando del concepto y de la percepción. Según Hegel el concepto es la negación de la percepción. Y eso es cierto. Según Lenin el concepto nos proporciona un conocimiento del mundo más profundo y con más alcance que la percepción. Y eso es también cierto. Pero hoy quiero proponer un aspecto distinto de las relaciones entre percepción y concepto, y es el siguiente: el concepto como medio para mejorar los rendimientos de la percepción. Así el movimiento entre percepción y concepto nos lleva a darle prioridad a la percepción, esto es, a la sensibilidad y a la práctica. Dicho de otro modo: retornemos del concepto a la percepción, pero no abandonando el concepto, sino conservándolo y utilizándolo como medio para modificar el alcance y la profundidad de la percepción. Hablaremos, en este caso, de percepción enriquecida con el concepto.
Hablo ahora de forma
general. Las mujeres tienen una sensibilidad más desarrollada que los hombres.
Son más expertas en moda, en estilo y en colores con sus cientos de matices.
También cuidan más la apariencia de su cuerpo. El maquillaje es un arte. Al
igual que tienen más gusto, más conocimiento y criterio en artes decorativas.
Son también exquisitas amantes de las flores, de su perfume y de sus colores.
Las mujeres llenan más el hogar y son más alegres y conversadoras que los
hombres. Una mujer de 32 años me decía que las navidades y los reyes magos ya
no significaban nada para ella. Su madre había muerto y ella había perdido la
ilusión. Le pregunté: Y ¿tu padre? Se limitó a sonreír con decepción.
Justamente este desarrollo de la sensibilidad es la que hace a las mujeres, en
general, ser más espirituales. La espiritualidad depende más del desarrollo de
la sensibilidad que del desarrollo del pensamiento. Las mujeres saben amar
mejor que los hombres. Repito: hablo en términos generales; siempre hay
excepciones. El otro día vi una mujer en silla de rueda con más de ochenta
años. Iba guapísima. Sabemos también que las mujeres tienen mucho arte en el
uso de complementos. Saben más de colores y saben combinarlos mejor que los
hombres. Muchos hombres en esta materia son un verdadero desastre. Así que
repito: el desarrollo de la espiritualidad es directamente proporcional al
desarrollo de la sensibilidad. Y en este aspecto las mujeres ganan por goleada
a los hombres. Solo en la religión, y muy especialmente en la cristiana, el
cuerpo y la sensibilidad son estigmatizados como fuente del pecado, cuando es
todo lo contrario: son fuente duradera de la espiritualidad. Una espiritualidad
alimentada solo con el pensamiento es pobre, carece de vida y de alegría.
Hablemos ahora de la
sensibilidad abstracta. Que la sensibilidad podía ser abstracta lo aprendí de
Marx. Es la sensibilidad del geómetra, del físico y, no digamos nada, del
matemático. También es la sensibilidad
de aquel que preferentemente busca en el pensamiento la totalidad. Un
pensamiento con escaso desarrollo de la sensibilidad es un pensamiento
escuálido. En el arte pictórico abstracto inevitablemente predominan las formas
geométricas y los colores en sí. Una vez vi por televisión a un jardinero inglés,
muy culto, muy versado y muy filosófico, que nos mostraba y nos hablaba de los
jardines de la Italia renacentista y de los jardines de los monumentales
palacios franceses. También nos mostró los jardines de inspiración inglesa. Ahí
predomina la sensibilidad concreta. Una cosa es el color rojo y otra muy
distinta es una rosa roja o un macetero con rosas rojas y rosas de otros
colores. Es el salto de lo abstracto a lo concreto. Fue un enorme placer ver
ese programa. El jardinero inglés tenía una percepción enriquecida con
conceptos. Una maravilla. Los jardines del renacimiento me gustan, pero el
predominio de las formas geométricas y de la simetría no me agradan tanto. Me
atraen más los jardines ingleses, porque se parecen más a la naturaleza. Al
igual que me encantan los pintores renacentistas, pero no dejo de reconocer que
el ser humano en las pinturas renacentistas está, en términos de apariencia,
idealizado. Las pinturas del barroco son tal vez menos finas, pero
sencillamente porque se parecen más a las mujeres y hombres reales. De todos
modos, tanto el arte renacentista como el barroco permiten educar y desarrollar
la sensibilidad concreta.
Hablemos ahora de la
percepción y de la necesidad. También de Marx aprendí que la percepción del
objeto crea la necesidad del objeto. Siempre hice una lectura negativa y
crítica de este concepto. Pensaba en los escaparates de las casas comerciales y
cómo potenciaban el exceso del consumo. Hoy quiero darle una lectura positiva.
Una persona A quiere viajar a una ciudad y se dedica a ver fotografías y vídeos
de esa ciudad. Indaga sobre los monumentos históricos artísticos de esa ciudad,
sobre sus museos y basílicas. Toma nota de los estilos arquitectónicos. Examina
sus calles comerciales, restaurantes y cafeterías principales. También examina
la red de transportes y el diseño urbanístico. De ese modo crece en esa persona
la necesidad de visitar esa ciudad y el interés por sus riquezas culturales.
Provocando un mayor acercamiento de sujeto y objeto. Pensemos ahora en una
persona B que nos habla de que piensa en verano viajar a un determinado país.
No ve fotografías ni vídeos. No hace indagaciones de ningún género. Su
necesidad e interés por ese país no adquiere desarrollo ni concreción. La
necesidad y el interés por ese país se vuelve general y abstracto en esa
persona B. Se produce un enorme distanciamiento y extrañamiento entre sujeto y
objeto. Su necesidad e interés por esa ciudad se transforma en un puro acto
nominativo donde el objeto se vuelve lejano e impreciso.
Hablemos ahora de las
emociones. Hablemos de una persona X que tiene un buen nivel de pensamiento y
es muy emotivo, pero tiene escaso desarrollo de la sensibilidad si lo
comparamos con el desarrollo de su pensamiento. Está muy poco versado en la
moda, en vestimenta y calzado, y también en las artes decorativas. De ahí que
el concepto se le presente más como negación de la sensibilidad e ir más allá
de la sensibilidad que como medio para volver a la percepción de forma
enriquecida. Las palabras, el lenguaje conceptual, se convierten en un medio
para cubrir el objeto, diría taparlo, y alejarse de él. No hay que olvidarse
que los conceptos no dan ni proporcionan un objeto, esto solo lo hace la
percepción. En la persona X, al predominar el desarrollo del pensamiento sobre
la sensibilidad, el objeto se aleja del sujeto.
Así que una pequeña recomendación a los intelectuales: desarrollen más la sensibilidad, vinculen más las emociones a la sensibilidad, dótense en términos culturales de un alma más femenina, y retornen una y otra vez a la percepción. En suma: tomen a la sensibilidad como punto de partida y de llegada del conocimiento, y transformen el concepto en una etapa de transición.
No quisiera despedirme sin transcribirle una cita de uno de los filósofos más grandes de la historia, que no es otro que Hegel, y que está contenida en su obra Fenomenología del espíritu y es un canto a la superpoderosa sensibilidad: "El contenido concreto de la certeza sensible hace que esta se manifieste de un modo inmediato como el conocimiento más rico e incluso como un conocimiento de riqueza infinita a la que no es posible encontrar límite si vamos más allá en el espacio y el tiempo en que se despliega, como si tomásemos un fragmento de esta plenitud y penetrásemos en él mediante la división. Este conocimiento se manifiesta, además, como el más verdadero, pues aún no ha dejado a un lado nada del objeto, sino que lo tiene ante sí en toda su plenitud". Así que tomen nota de lo que nos aporta la sensibilidad: es el conocimiento más rico, es un conocimiento de riqueza infinita, es un conocimiento sin límites, nos provee del objeto o situación objetiva en toda su plenitud, y es el conocimiento más verdadero. Amo a Hegel.
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