Una mujer entra en la
catedral de Estrasburgo y su interior le causa tal impacto estético que
tiembla, aprieta con fuerza la mano de su pareja, y llora de forma contenida.
Aquí podemos distinguir con claridad el contenido de la emoción y la expresión
de la emoción. Les transcribo unas palabras que describen el interior de la
catedral y que tomé de internet: “En el interior, la alta y esbelta nave invita
al recogimiento. Las vidrieras del siglo XII al siglo XIV y el rosetón son una
maravilla. El órgano monumental posee una destacable caja adornada con
autómatas. El reloj astronómico de época renacentista y cuyo mecanismo data de
1842 es una obra maestra en sí”. También leí en internet que la catedral de
Estrasburgo se considera una obra maestra absoluta del gótico. Yo soy un amante
de la arquitectura y en especial de las catedrales. Me sobrecoge sus
dimensiones y sus múltiples detalles. Siempre me desplazo al centro del
transepto desde donde quiero obtener una visión de conjunto. Me decepciona no
disponer de más conceptos arquitectónicos que me permitan captar la belleza de
la catedral con más riqueza. Así y todo, la visita a la catedral me encanta, me
alegra, me hace tener una maravillosa experiencia estética. Y reconozco que no
me puedo llevar toda la riqueza que me ofrece la catedral, solo me llevo unas
leves impresiones mejoradas con algunos conceptos arquitectónicos que poseo. Yo
también vivo una experiencia emocional, pero no de la del género de la mujer
que tiembla. Hay otros visitantes de la catedral que la recorren con celeridad
y solo saben decir: ¡qué bonito! Así que tenemos el contenido de la emoción, el
interior de la catedral, y tres distintas formas de expresión de la emoción
estética de la experiencia de ver la catedral. En este caso el contenido de la
emoción representa mucho más por su riqueza de detalles y grandiosidad que la
expresión de la misma: la de la mujer que tiembla, la mía propia, y la de la
persona que se limita a decir “qué bonito”. Hay que tener en cuenta que la
emoción que viven los tres sujetos mencionados está vinculada a otras fuerzas
de la subjetividad: la percepción, la sensibilidad estética, la memoria, los
conceptos arquitectónicos sobre el gótico que se posean, los intereses y con
muchas otras fuerzas y potencias de la subjetividad. Ninguna fuerza de la
subjetividad se da aislada, siempre se da interrelacionada con otras fuerzas; y
en cada persona, el desarrollo de cada una de estas fuerzas es distinta.