El valor de uso es uno de los conceptos más extensos
que existen. Pocos entes y seres escapan de su dominio. Por valor de uso se
entiende una cosa que por sus propiedades satisface necesidades humanas. Los
medios que satisfacen las necesidades humanas pueden clasificarse en dos
grandes grupos: medios de consumo en su sentido amplio –incluimos no sólo los
alimentos sino también las joyas y las necesidades de la fantasía– y medios de
producción. Los conceptos se pisan unos a otros. Así los medios de producción
también se consumen. Luego también son medios de consumo. Pero mientras un pan
o un vestido sirven para producir la vida del ser humano, una máquina sirve
para producir un medio de consumo. De ahí que en este último caso de habla de
consumo productivo. Por lo tanto, un concepto puede hacer iguales a dos entes
por un aspecto o destacar su diferencia por otro aspecto. Dicho de otro modo:
un mismo concepto puede servir tanto para establecer la igualdad o la
diferencia entre dos entes.
El concepto de valor de uso ha sido definido en
términos antropomórficos, pero también puede extenderse a todos los seres
vivos. Una cueva sirve de abrigo tanto a un ser humano como a un animal. Igual
sucede con el oxígeno que respiramos o con cualquier otro elemento de la
naturaleza. Así que el concepto de valor de uso tiene, además de una gran
extensión, una gran aplicación para explicar determinados aspectos de la vida
animal en general. Lo que diferencia al ser humano de cualquier animal es que
prácticamente todos los elementos de la naturaleza son objetos de su actividad.
Los ingredientes de los que depende la vida del guepardo, por ejemplo, son muy
limitados. Su conciencia no sólo es que alcance lo que alcanza su percepción,
sino que de todo lo que alcanza su percepción sólo el 5 o el 10 por cien es objeto de su interés
y de su atención. En este sentido la vida del ser humano se manifiesta con una
plenitud de universalidad casi infinita. No hay objeto o propiedad de la
naturaleza que la industria y la ciencia no la hayan hecho suya. En este
sentido el ser humano debe ser considerado un dios.
Por valor entendemos la cantidad de trabajo
socialmente necesario para producir un valor de uso. Es importante en este
concepto el sintagma “socialmente necesario”. La cantidad de trabajo
cristalizado en una mercancía se mide en horas. Para producir una mesa, por
ejemplo, se necesitan 4 horas de trabajo social medio. Insisto: 4 horas es lo
que emplea la sociedad por término medio
para hacer una mesa. Pero yo tardo 8 horas de trabajo. Aun así la mesa que yo
he producido no tiene un valor de 8 horas de trabajo, sino de 4 horas de
trabajo. Luego mi trabajo individual de 8 horas de trabajo representa 4 horas
de trabajo social medio.
Aunque al principio de la historia los seres humanos
no producían para intercambiar, no obstante, algunas determinaciones del valor ya
estaban presentes. La recolección de frutos, por mencionar una de las
actividades primigenias del hombre, no sólo es una actividad conforme a un fin,
sino que en ella se gasta una determinada cantidad de fuerza de trabajo. Y en lo
que se refiere a la determinación de la medida del valor ya lo aclara Marx en
la sección de El Capital titulada El carácter fetichista de la mercancía y su
secreto: “En todas las situaciones tuvo que interesarles a los hombres el
tiempo de trabajo que cuesta la producción de los medios de subsistencia,
aunque ese interés no sea el mismo en los distintos estadios de desarrollo”.
Así que desde que hubo producción hubo producción de valor. No obstante, en ese
estadio de desarrollo, donde todavía no había intercambio, el valor carecía de
forma objetiva. Y cuando algo carece de forma objetiva, parece no existir. Para
que nadie se le oscurezca la mente por causa de la expresión “forma objetiva
del valor”, diré que la forma objetiva del valor acabada es el dinero.
Algunos críticos de la economía capitalista
defienden una economía basada en el valor de uso. Se da a entender que es
posible una economía no basada en el valor. Pero de acuerdo con las palabras
expresadas por Marx unos párrafos más arriba esto no es posible. Suele
confundirse, y esto es necesario advertirlo, las determinaciones del valor con
la forma del valor. Supongamos una sociedad del futuro con una desarrollo de la
productividad del trabajo de tal nivel que la jornada laboral se haya reducido
a cuatro horas, que la pobreza haya desparecido de la faz de la tierra, y que
impere el principio comunista de a cada cual según su necesidad. Así y todo
seguirían estando presentes dos determinaciones del valor: una, en la
producción de valores de uso se seguiría gastando fuerza de trabajo social, y
dos, seguiría siendo necesario medir el valor que se gasta en la producción de
los valores de uso. La producción y la distribución de valores de uso debe de
hacerse, y mucho más en ese entonces, con criterios rigurosamente científicos.
Luego medir el valor de la producción será una tarea básica e indispensable. Y
en este sentido yo me atrevería a decir que seguiría siendo necesario el uso
del dinero como medida de los valores.
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