Hay conceptos que por mucho que se hable de ellos no
terminan de estar claros. Hay muchos errores en su uso. Falta una labor
epistemológica estricta y rigurosa. La causa de ese error estriba en que el
estudio de El Capital se hace desde
los lomos de un caballo y sin hacer acampadas, o como es más habitual, se habla
de El Capital por medio de lo que han
dicho y pensado otros autores. Sé que para muchos intelectuales y teóricos
marxistas este asunto está muy trillado, pero se equivocan. Sucede con el
concepto de valor lo mismo que con el concepto de tiempo: no es tan fácil de
representárselo o conceptualizarlo. El tiempo, aunque exista, carece de
existencia objetiva, esto es, no se nos presenta como un objeto al que se pueda
señalar y percibir. Para hacernos con el concepto de tiempo necesitamos de un
hecho que sí existe de forma perceptible: el movimiento. Vemos entonces un
cuerpo en movimiento y otro cuerpo de referencia respecto al cual el primero se
mueve. Y a partir de ahí ya podemos acercarnos al concepto de espacio y al
concepto de tiempo. Algo parecido ocurre con el valor: para captarlo
conceptualmente necesitamos del movimiento de las mercancías, esto es, de su
intercambio.
Rasgos del trabajo que
produce valor
Según Duncan Foley las determinaciones del trabajo
productor de valor son las siguientes: “el trabajo que produce valor es abstracto antes que concreto, simple antes
que compuesto, social antes que privado y necesario antes que desperdiciado”. De
los contrarios simple y compuesto y necesario y desperdiciado hablaré en otro
trabajo. Mientras que de los contrarios abstracto y concreto y privado y
social, diré que Foley los presenta como negándose uno al otro. Pero no es así
como se presentan en El Capital. Marx
analiza el valor en el marco de las relaciones de intercambio entre las
mercancías. Una relación de intercambio se puede representar por medio de una
ecuación, por ejemplo: 2 varas de tela = 1 traje, o podemos decir: 2 varas de
tela valen 1 traje. En esta relación de intercambio las dos mercancías no
desempeñan el mismo papel: como 2 varas de tela es la mercancía que expresa su
valor, diremos que su valor está en forma relativa; mientras que como 1 traje
es la mercancía que sirve como medio de expresión de valor de las 2 varas de
tela, diremos que su valor está en forma de equivalente. Pues bien, cuando Marx
analiza el contenido de la forma de equivalente hace las siguientes dos
afirmaciones: primera, “una segunda particularidad de la forma de equivalente
estriba en que el trabajo concreto se convierte en forma fenoménica (o modo de
expresión) de su opuesto, trabajo humano abstracto”; y segunda, “una tercera
particularidad de la forma de equivalente consiste en que el trabajo privado
devenga la forma de su opuesto, trabajo en forma social directa”.
Puede observarse ahora la diferencia entre la forma
en que Foley expone los contrarios, negándose uno al otro, y la forma en que
Marx los expone: siendo uno por medio del otro o transformándose uno en otro.
Foley afirma que el trabajo productor de valor es abstracto antes que concreto
y es social antes que privado, mientras que Marx afirma que el trabajo concreto
es expresión del trabajo abstracto y que el trabajo privado deviene trabajo
social. No quiero entrar en los detalles de los contenidos de estos conceptos,
solo quiero poner de relieve el error de Foley, quien ha sustituido la visión
dialéctica entre valor y valor de uso, que constituyen la unidad de contrarios
de toda mercancía, por la visión
metafísica. En la visión dialéctica de Marx hay transformación y mediación entre los
contrarios, mientras que en la visión metafísica de Foley hay negación. Es
importante señalar esto para no atribuir a Marx pensamientos que no son suyos,
Marx no niega lo privado para afirmar lo social –y hablamos en el ámbito del
mundo mercantil– sino, así lo dice Marx en la sección dedicada a la forma
equivalente de valor, “aunque trabajo privado –y se refiere en nuestro ejemplo
al trabajo que crea el valor del traje– es, como cualquier otro trabajo
productor de mercancías, trabajo en forma social directa”. Dicho de forma más
elocuente: el trabajo privado es trabajo social. Lo social no niega lo privado,
sino que es un atributo de lo privado. Una
de las críticas más radicales que le hago Foley es que en su lectura de El
Capital lo ha vaciado de su contenido hegeliano, esto es, lo ha vaciado de
dialéctica.
(Si el lector quiere profundizar más en estos
conceptos puede leer la sección el contenido de la forma de equivalente en mi
trabajo titulado La transformación de la
mercancía en dinero http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/2000/07/transformacion-de-la-mercancia-en-dinero.html#more
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