Duncan Foley, lo mismo le ocurre a Diego Guerrero en
España, cree importante hallar un método práctico para medir el tiempo de
trabajo en su forma natural. Resulta que la primera tarea teórica realizada por
Marx en El Capital es la demostración
rigurosa de la transformación de la mercancía en dinero. Dicho en otros
términos: se trata de mostrar como el valor, que al principio de la historia de
las mercancías su determinación cuantitativa era casual y relativa, se hace
objetivamente social. Esta transformación ocupa varios siglos. Y desde ese
entonces todos los valores de las mercancías y de los servicios se miden por el
dinero. Así que no tiene sentido tratar de medir directamente la cantidad de
trabajo socialmente necesario para la producción de los bienes y servicios.
Veremos que los intentos llevados a cabo por el propio Foley están plagados de
imprecisiones e incorrecciones conceptuales. Introduce un problema o una tarea
económica que no es necesaria, la medición del tiempo de trabajo socialmente
necesario en la producción de los bienes y servicios, y después nos dice que
Marx no planteó ningún método particular para realizar dicha medición.
Primer razonamiento de Duncan Foley
Escuchemos a Duncan Foley en la sección La naturaleza dual de las mercancías de
su obra Para entender El Capital: “La
unidad de dinero –digamos el dólar– es la forma en que la sociedad mide el
valor cuando se encuentra separado de las mercancías particulares. Por
consiguiente, podemos medir el valor agregado total de la sociedad en unidades
monetarias. Por ejemplo, a principio de los años ochenta en los Estado Unidos,
la suma del valor agregado nacional fue de unos tres billones de dólares (3 por
10 elevado a 12). La fuerza de trabajo empleada fue de alrededor de cien
millones de personas (1 por 10 elevado a 8). Si estas personas empleadas
hubieran trabajado semanas normales de 40 horas durante 50 semanas del año (lo
cual no es exacto porque muchas personas tenían empleos de medio tiempo) y si
todos hubieran estado empleados en la producción real de mercancías (lo cual no
es cierto porque gran parte del empleo, como veremos después, se dedica a la
distribución más bien que a la producción de valores), entonces el tiempo de
trabajo total del trabajo invertido habría sido de 200 000 millones de horas (2
por 10 elevado a 11). De acuerdo con la teoría del valor-trabajo, este tiempo
de trabajo y este valor agregado son dos aspectos distintos de la misma cosa.
El trabajo crea valor, que se expresa en términos monetarios. En este ejemplo,
una hora de trabajo contribuyó con 15 dólares de valor agregado. (Estos 15
dólares los extrajo Foley dividiendo la suma del valor agregado nacional
expresado en dólares -3 por 10 elevado a
12- por el tiempo total de trabajo
invertido -2 por 10 elevado a 11).
Podemos dar a esta equivalencia otro significado
cuantitativo calculando la cantidad de tiempo de trabajo que representa un
dólar durante un periodo particular. En el ejemplo anterior, un dólar
representa 1/15 hora de trabajo social.
A esta relación la llamaremos el valor
del dinero, porque nos indica a cuánto tiempo de trabajo corresponde la
unidad monetaria. Hemos indicado que para la situación promedio una hora de
trabajo produce 15 dólares de valor agregado. Esta relación es el recíproco del
valor del dinero y se llama la expresión
monetaria del valor porque nos indica cuánto valor en unidades monetarias
crea una hora de tiempo de trabajo”.
Segundo razonamiento de
Duncan Foley
En la sección
El trabajo productor de valor
de la obra más arriba referida Duncan Foley se expresa en los siguientes
términos: “El trabajo que produce valor es abstracto antes que concreto, simple
antes que compuesto, social antes que privado y necesario antes que
desperdiciado”. El lector puede encontrar en mi blog bajo el título El trabajo productor de valor: Las
confusiones de Duncan Foley (2) http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/2014/06/el-trabajo-productor-de-valor-las_18.html#more, una crítica a esta concepción de Foley, donde se
demuestra que dicho autor sustituye la dialéctica por la metafísica. Dicho
aquello, Foley añade dos consideraciones que el lector debe leer atentamente:
una, “Si intentáramos encontrar equivalentes operacionales para los conceptos
de la teoría valor-trabajo, tendríamos que diseñar métodos prácticos para medir
el tiempo de trabajo abstracto, simple, social y necesario”, y dos, “Solamente si fuera imposible descubrir
cualquier interpretación útil de estos conceptos del trabajo en términos de
cantidades conmensurables en la práctica, entonces perdería su interés
científico la teoría del valor-trabajo. También es preciso estar conscientes de
que Marx, en su discusión altamente abstracta, no propone ningún método
particular para la medición del tiempo de trabajo. Lo único que hace es señalar
la necesidad de efectuar los ajustes que hemos descrito”.
La fuerza de abstracción
Según Foley “También es preciso estar conscientes de
que Marx, en su discusión altamente abstracta, no propone ningún método
particular para la medición del tiempo de trabajo”. No es cierto que Marx tenga
una discusión altamente abstracta sobre la medición del tiempo de trabajo. Es
más: en ninguna sección de El Capital la
medición del tiempo de trabajo es un objetivo teórico. Lo que sí dice Marx en
el Prólogo a la primera edición alema es esto otro: “La forma del valor, cuya
figura acabada es el dinero, es algo muy insustancial y sencillo. Sin embargo,
el espíritu humano lleva ya más de dos mil años intentando averiguarla,
mientras que, por otro lado, se aproximó bastante a otras formas mucho más
sustanciales y complicadas. ¿Por qué? Porque el cuerpo desarrollado es más
fácil de estudiar que la célula del mismo. Además, para el análisis de las
formas económicas no sirven ni el microscopio ni los reactivos químicos. Es la
fuerza de abstracción la que tiene que sustituir a ambos”. Quedan claras tres
cosas: una, no es objetivo teórico de Marx estudiar la medición del tiempo de
trabajo; dos, es un objetivo teórico básico el estudio de las formas
económicas, en especial, el estudio de las formas de valor hasta su evolución a
la forma de dinero; y tres, para el análisis de las formas económicas solo se
puede emplear la fuerza de abstracción, no se pueden emplear los reactivos
químicos ni el microscopio. Luego Foley se equivoca por partida doble: por una
parte, por hablar de un objetivo teórico que no está presente en El Capital, y por otra parte, por hablar
de una discusión altamente abstracta como si en el análisis de las formas
económicas se pudiera emplear otro método que no fuera la fuerza de
abstracción.
Condiciones reales y
conceptos
En la sección dedicada a la diversidad de las cuotas
de ganancia, contenida en el tomo I del libro III de El Capital, Marx se expresa en los siguientes términos: “En esta
investigación general se parte siempre del supuesto de que las condiciones
reales corresponden a su concepto o, lo que es lo mismo, las condiciones reales
solo se exponen en la medida en que corresponden a su propio tipo general y lo
expresan”. Dicho de otro modo: si hay condiciones reales que no corresponden a
su propio tipo general, y esto sucede muy a menudo, no pueden ser expuestas en
el concepto. Todo concepto supone la abstracción de muchos aspectos de la
realidad; es un rasgo característico de los conceptos, y no debe verse como una
deficiencia. Lo que es fundamental es que el investigador y analista sepa
cuándo está resolviendo un problema teórico y cuándo un problema práctico. Y
Duncan Foley, y muchos otros marxistas, de continuo confunden la teoría con la
práctica. De ahí que Foley afirme algo que carece de sentido cuando dice de
Marx que no propuso ningún método práctico para medir el tiempo de trabajo. No
hay necesidad práctica alguna de medir el tiempo de trabajo directamente cuando
puede realizarse, y de hecho se realiza así, mediante el dinero. Y no solo es
que no haya necesidad, sino que es imposible medir el tiempo de trabajo de
forma directa.
El valor en su forma
natural y la forma del valor
Me limitaré a explicar las ideas de Marx contenidas
en la sección de El Capital titulada
la forma del valor o el valor de cambio. Marx después de haberle restado el
valor de uso a la mercancía, llegaba a la siguiente conclusión: “Consideremos
ahora el residuo de los productos del trabajo. No ha quedado en ellos nada más
que la misma objetividad espectral, una simple gelatina de trabajo humano
indiferenciado, es decir, del gasto de fuerza de trabajo humana sin tener en
cuenta la forma de su gasto”. Es importante señalar que la objetividad del valor concebido así, como cristalización
de trabajo humano indiferenciado, tiene un carácter espectral. De hecho en la
sección dedicada a la forma de valor Marx afirma que la objetividad del valor
no se sabe dónde encontrarla, señalando que en la objetividad de valor no entra
ni un átomo de materia natural. Y lo remata con esta afirmación: “De ahí que se
le puedan dar las vueltas que se quieran a una mercancía, mas como cosa de
valor permanece inasequible”.
Peo este atolladero tiene una salida. Y Marx lo
aclara diciendo que la objetividad de valor de las mercancías es puramente
social y que, por consiguiente, solo puede presentarse en la relación social de una mercancía con otra. Y el
movimiento teórico lo aclara Marx en los siguientes términos: “En realidad
partimos de la relación de cambio de las mercancías a fin de dar con la pista
de su valor encerrado en ella. Ahora tenemos que volver a esta forma fenoménica
del valor (a la relación de cambio entre las mercancías)”. Una vez descubierta
la sustancia del valor, esto es, el gasto de la fuerza de trabajo sin tener en
cuenta la forma de su gasto, es necesario volver a la relación social de una
mercancía con otra, que es donde el valor existe de una forma objetivamente
social. Y a partir de aquí Marx analiza la evolución de la forma del valor
hasta llegar a la forma acabada del valor: el dinero. Y lo que pretende Foley
es que una vez que hemos llegado a forma acabada del valor, retornemos a su
forma natural, esto es, al valor como objetividad espectral. Foley confunde la
objetiva del valor con una de las determinaciones del valor.
En la sección dedicada al carácter fetichista de la
mercancía y de su secreto, Marx afirma
que el carácter místico de las mercancías no proviene del contenido de las
determinaciones del valor. Aclara primero que la cantidad de trabajo es
fácilmente distinguible de la calidad del trabajo, que por muy diferentes que
sean los trabajos útiles es una verdad fisiológica que todos son gasto de
fuerza de trabajo: nervios, músculos,… Y en lo que se refiere a la medida del
valor también precisa que “en todas las
situaciones tuvo que interesarles a los hombres el tiempo de trabajo que cuesta
la producción de los medios de subsistencia”. Aquí es donde creo que reside el
error fundamental de Foley: no diferenciar con claridad el contenido de dos de
las determinaciones del valor, el gasto de fuerza de trabajo y la medida de ese
gasto, con la forma del valor. Y en vez de ver la clave en la forma acabada del
valor, en el dinero, quiere retornar a la forma natural del valor, esto es, al
valor existiendo de forma inmanente en el valor de uso, donde su objetividad es
espectral. Utiliza la forma acabada del valor para llegar a la medida de la
sustancia del valor, cuando en El Capital
el camino seguido por Marx fue el contrario.
Los cálculos de Duncan
Foley
Foley habla del valor agregado, pero no nos dice que
incluye ese concepto. En economía convencional el valor agregado solo incluye
los beneficios si hablamos de industria y comercio, y de interés si hablamos de
bancos. Pero en economía marxista el valor agregado –valor nuevo en términos de
Marx– incluye los salarios, los beneficios, la renta del suelo y los intereses.
Hay que saber que hay salarios tan inflados que una buena parte de él son
beneficios. También son beneficios lo que ganan los futbolistas y un sinfín de
estrellas del deporte en concepto de publicidad. Pero Foley no nos precisa nada
a este respecto. Y sin rigor los conceptos no son fiables.
El propio Foley tras decir que “si las personas
empleadas hubieran trabajado 40 horas durante 50 semanas al año”, nos advierte
que esto no es exacto porque hubo muchas personas que trabajaron a media
jornada. Y tampoco es exacto porque muchas personas trabajaron horas extras que
legalmente no fueron computadas, porque muchas otras personas trabajan en la
economía sumergida, porque muchas personas cobran sueldos –los vinculados a las
familias dueñas de las empresas– sin trabajar, y porque muchas otras personas
cobran beneficios camuflados como sueldos, o como dietas. También nos advierte
Foley que el dato proporcionado –las horas de trabajo vinculadas al valor
agregado– no es exacto porque no toda esa mano de obra fue empleada en la
producción sino en la distribución. Es decir, Foley reconoce que los datos que
proporciona no son exactos y sigue para adelante con su cálculos. Hay aquí dos
profundos errores cometidos por Foley: uno, que los cálculos bajo el punto de
vista práctico carecen de validez porque no son exactos, y dos, que esos
cálculos no son necesarios. ¿Cuáles serían los cálculos necesarios? Pues los
relacionados con la tasa de plusvalía, la tasa de ganancia y con la plusvalía
capitalizada. Estos datos nos indicarían la tasa de explotación del trabajo:
cuánto trabajan para sí y cuánto trabajan para los capitalistas.
El valor del dinero
Foley habla de la cantidad de trabajo que representa
la unidad monetaria. En su ejemplo nos dice que 1 dólar representa 1/15 horas
de trabajo social. Y a esto lo llama Foley el valor del dinero. Esta
conceptualización es un error de bulto. En la sección dedicada a la magnitud
del valor Marx se expresa en los siguientes términos: “Basta con leer al revés
las cotizaciones de una lista de precios para encontrar las magnitudes del valor del dinero representadas en todas las
mercancías posibles”. Está claro: una mesa cuesta, por ejemplo, 100 euros, una silla
50 euros, un caldero 30 euros, un plato 10 euros, y así hasta el infinito. Si
preguntáramos cuál es el valor del euro, diríamos: 1/100 mesas, 1/50 sillas,
1/30 calderos, 1/10 platos. El valor del dinero se tiene que expresar en la
serie infinita de todas las mercancías de las cuales es su medida de valor. Por
lo tanto, es evidente que llamar valor del dinero al trabajo social que puede
representar es un error conceptual. Ese concepto no encaja con el universo conceptual
de la economía marxista. Y es más: no se sabe qué utilidad tiene. A mi juicio
carece de utilidad práctica y de utilidad teórica.
La expresión monetaria del
valor
Foley invierta la relación que hay entre el trabajo
social y el dinero. Antes nos habló del trabajo social que representa el dinero
y lo llamó valor del dinero, ahora nos habla del dinero que representa el
trabajo social –una hora de trabajo social produce 15 de dólares de valor
agregado– y lo llama expresión monetaria del valor. Otro error conceptual. Así solo se genera
confusión teórica.
En la sección dedicada a la forma de dinero Marx se
expresa en los siguientes términos: “La expresión relativa simple del valor de
una mercancía, por ejemplo, de la tela, en mercancía que funciona ya como
mercancía dinero, por ejemplo el oro, es la forma de precio. De ahí que la
forma de precio de la tela sea: 20 varas de tela = 2 onzas de oro. O si dos
libras esterlinas es el nombre monetario de dos onzas de oro, 20 varas de tela
= 2 libras esterlinas”. Queda claro una cosa: la expresión monetaria del valor
de una mercancía es el precio. ¿Cómo puede llamar Foley expresión monetaria del
valor a la cantidad de valor-dinero que produce una hora de trabajo social?
Porque lo confunde y lo enreda todo. Confunde, o no distingue, el valor
existiendo en las mercancías particulares con el valor en su forma acabada: el
dinero.
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