Por más que leo los textos de los teóricos del
populismo en España no logro ver nada claro. El lenguaje es un instrumento que
nos permite ver cosas que no vemos con los sentidos y debe actuar como un
cristal: un medio que nos permite acceder a la comprensión de la realidad de
manera diáfana. Pero en el caso de las teorías populistas el lenguaje se
convierte en un obstáculo y en un impedimento para acceder a la realidad: es un
cristal empañado. La abstracción que es un medio para elevar nuestra
comprensión de la realidad, se convierte en manos de los teóricos del populismo
en un medio para alejarnos de la realidad. Este tipo de procesos de abstracción
a los que son dados los teóricos del populismo debe catalogarse como
abstracción especulativa y abstracción vacía. Cuando vemos las cosas a 10
metros de distancia, nos percatamos de todos los detalles y nos resulta
relativamente fácil hacernos con una visión de conjunto. Pero los teóricos del
populismo con sus procesos de abstracción especulativos hace que las cosas las
veamos a 1000 metros de distancia, de manera que desaparecen todos los detalles
y nos resulta imposible tener una visión de conjunto. Nos trasladan a una
nebulosa donde se puede decir lo que se quiera y, sin embargo, aparentar que se
habla con sentido.
No entiendo una cosa. La teoría de Marx en todos los
ámbitos de la vida social, en especial en el ámbito de la economía y de la
política, es una teoría clara aunque compleja. ¿Qué sentido tiene entonces
recurrir a las teorías populistas para representarnos la realidad? Con la
teoría elaborada por Marx sabemos qué es la mercancía, qué es el dinero y qué
es el capital. Marx nos ha dotado de una teoría de la explotación, nos ha
explicado cómo se produce el plusvalor y cómo el dinero oculta la apropiación de
trabajo ajeno. Con Marx sabemos qué es el capital productor de interés, o
capital financiero, y el significado trascendental de las sociedades anónimas.
A este respecto les transcribo unas palabras de Marx contenidas en El Capital: “El capital que descansa de
por sí sobre un modo de producción y presupone una concentración social de medios de producción y de fuerza de
trabajo, adquiere aquí, directamente, la forma de capital social (capital de individuos directamente asociados) en
contraste con el capital privado, y sus empresas aparecen como empresas sociales en contraste con las
empresas privadas. Es la supresión del
capital como propiedad privada dentro de los límites del propio modo
capitalista de producción”. ¿No es obvio que Marx destacó con fuerza cómo
el propio capitalismo transforma sus propias bases fundamentales y nos da una
sociedad capitalista nueva y en ese sentido habla de capital social y de
empresas sociales? ¿No comprenden los supuestos teóricos marxistas que estas
nuevas formas económico sociales generan unas nuevas determinaciones en la
clase capitalista y en la clase trabajadora? Les pongo un ejemplo: los que
controlan el Banco de Santander son una minoría de los propietarios, y los
accionistas, esto es, los propietarios asociados, suman más personas que los
trabajadores. Y esto pasa con todas las grandes empresas. De ahí que ciertos
trabajadores, sin perder su condición de clase, puedan tener un piso en
alquiler, ser propietarios de acciones y tener dinero ahorrado que arroja
interés. El mundo ha cambiado. Pero ya desde los tiempos de Marx. Lo cierto es
que con Marx, con sus conceptos, podemos hacernos una idea relativamente exacta
del mundo actual. Mientras que las teorías populistas ¿qué aportan? Les
respondo: Nada. Categorías indigeribles que no hacen más que enturbiar nuestra
percepción de la realidad. ¿Qué necesidad hay de recurrir a un concepto de
grupo social tan burgués y convencional como el de élite cuando tenemos gracias
a Marx unos conceptos de clases sociales más precisos y revolucionarios? Eso lo
tendrían que explicar los teóricos del populismo.
Y a propósito: ¿Adónde nos lleva la alianza de IU
con Podemos? Respuesta clara: a la liquidación de IU. Alberto Garzón podrá
escribir que “algunos somos comunistas”, pero eso no es más que un gesto
simbólico. Nos argumentarán que esa alianza sirve para rentabilizar en
parlamentarios los votos de IU, pero justamente al precio de liquidar a IU. El
populismo de izquierda está enterrando a la izquierda marxista. Tampoco
entiendo por qué Alberto Garzón se sostiene en pensadores tan especulativos
como Harvey y Baudrillard. ¡Qué falta de sentido y seriedad teóricos! Vivo en
continua decepción. En el terreno de las ideas Podemos propaga nebulosas lingüísticas que nadie entiende, y en el terreno
de la práctica política pone en juego el más puro pragmatismo y oportunismo:
Pablo Iglesias se presenta como socialdemócrata. ¿Qué son entonces Podemos? Solo Dios lo sabe. Así que a
esperar los resultados electorales del 26 de junio abrumados por la
desconfianza, la decepción y la
incertidumbre.
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