Podemos ya liquidó la ilusión de masas que representaba. De
todos modos la ilusión es volátil y efímera. Más importantes son los intereses.
Pero los intereses sin conciencia de clase no se sostienen. Así y todo los intereses que representa Podemos no son claros, son fragmentarios
y abstractos. Siguen recurriendo a la sociología vulgar, siguen señalando a las
élites como los principales enemigos, y enfrente el pueblo. Pero el pueblo no
es una masa homogénea y las élites no constituyen una clase social. Siguen
encubriendo bajo el manto de la democracia los intereses nacionalistas de la
burguesía catalana. Los intereses de Podemos
se han ido convirtiendo en los intereses territoriales de los líderes
regionales de dicha formación. No hay unidad ideológica porque Podemos carece de ideología.
Podemos truncó las posibilidades de una IU fuerte. Pero fue
más lejos aún, ayudado por Garzón, ha representado la liquidación de IU. Con ello
ha acabado con el núcleo ideológico de IU, esto es, el marxismo. De ahí que la
contradicción entre propiedad pública y propiedad privada, entre capitalismo y
socialismo, haya dejado de ser la guía de la izquierda radical. A Podemos se han subido oportunistas y
liquidacionistas, sectarios y extremistas de todo tipo, y han enfermado el
corazón puro de la formación morada. Podemos
no es lo viejo ni lo nuevo, puesto que la contradicción entre lo viejo y lo
nuevo en política no era ni es una contradicción real. Tampoco han representado
ninguna revolución democrática tal como anunciaron Colau e Iglesias. Podemos es un movimiento de masas que no
ha terminado de consolidarse ni se consolidará.
Pablo Iglesias sigue dirigiéndose a la gente como al
principio: les habla enfadado y con agresividad. Y sigue poniendo sus ojos en
las capas más desfavorecidas de la población: los desahuciados y los parados de
larga duración. Anuncia que habla para las mayorías sociales, pero solo lo hace
para las minorías más necesitadas y desfavorecidas. Y estas minorías son más
fáciles de convencer y son más manipulables. También son minorías que abrazan
con facilidad las consignas reaccionarias. El ejemplo es la victoria de Trump. “Populismo”
es una palabra insuficiente para explicar el caso de Podemos y el caso de la victoria de Trump. Lo único cierto de toda
clase de populismo es que se habla al corazón y no a la mente. También lo hacen
los líderes religiosos.
Podemos no es uno sino muchos. Podemos carece de unidad ideológica. Podemos carece de experiencia política. Podemos ha querido ir muy rápido. Podemos carece de intereses claros. Podemos carece de conciencia de clase. Podemos carece de vanguardia o sus dirigentes no representan una
vanguardia. Podemos depende de que
las cosas en España vayan mal. Podemos no
representa una conciencia serena e imperturbable. Podemos no representa el futuro. Podemos ha liquidado la ilusión de masas del 15 M. Podemos se desinfla. Podemos se resquebraja.
Estando bastante de acuerdo con tu escrito, no acabo de entender a que viene esta frase :"Siguen encubriendo bajo el manto de la democracia los intereses nacionalistas de la burguesía catalana."
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ResponderEliminarYo diría que en Catalunya, en algunas ocasiones, hacen justo lo contrario: Se escudan en que la lucha por los derechos nacionales está ahora mismo hegemonizada por un sector de la burguesía, para inhibirse de ella y algunos incluso la criminalizan. Se balancean en función de lo que indican las encuestas.
ResponderEliminar"Lo único cierto de toda clase de populismo es que se habla al corazón y no a la mente". !Pero es que si le hablas a la mente de las masas (tal como son en la actualidad, al menos) no hacen caso! Es como si las masas fueran una mezcla de instinto y emoción con muy poco de mente. No estoy diciendo que esto tenga que ser así fatalmente, pues se las puede informar y educar sobre su situación y sobre cómo liberarse. Pero volvemos a lo mismo: ?cómo hacerlo sin que las clases dominantes reaccionen para impedirlo, como lo han venido y siguen haciendo? ?Cuál es la estrategia?
ResponderEliminarAdemás, el problema no es apelar al corazón, sino apelar exclusivamente a él, sin tocar la mente. No veo por qué el pensamiento crítico tenga que estar reñido con la sensibilidad.