Al igual que el saber humano no se reduce al saber
de las ciencias estatuidas como tales, del mismo modo la lógica matemática o
lógica formal no abarca todas las formas lógicas del mundo. Sin embargo, hay
especialistas en lógica matemática que quieren razonar e interpretar la
historia o las relaciones económicas con esas herramientas, y en consecuencia
no dicen grandes cosas, o dicen cosas superficiales, o le niegan la certeza al
saber construidos a lo largo de la historia sobre dichas dimensiones del ser
humano: la historia o las relaciones económicas. Cuando yo critico a la lógica
formal, no la critico por aquella parte de la realidad –ciertas formas del
pensamiento– que representa de forma
acertada, sino porque pretende someter a sus formalismos partes de la realidad
de las que no puede dar cuenta de forma científica. Así que las formas lógicas
del pensamiento y de la realidad representan un mundo mucho más grande que el
que nos proporciona la lógica matemática.
Lo que expongo a continuación trata sobre la lógica
dialéctica del valor. Independientemente de si la lógica dialéctica exista como
cuerpo teórico o esté formalizada, lo cierto es que está presente en la
construcción teórica de El Capital. Sin
duda que esta lógica dialéctica es una herencia hegeliana. Pero advierto que
Hegel no es un pensador oscuro, como muchos piensan, sino un pensador complejo. La oscuridad se le
produce al lector poco preparado o al lector que quiere entender el pensamiento
de Hegel con los esquemas de la lógica matemática. Hegel es uno de los grandes
colosos del pensamiento universal. Lo que sucede es que la filosofía dominante,
muy acorde con el capitalismo, es el empirismo y el neopositivismo: una
filosofía que hace de la física y de la lógica matemática las dos grandes
paradigmas de la ciencia. Cuando lo cierto es que son las dos esferas de saber
más abstractas que existen. Dicho de otro modo: en el saber de esas ciencias el
ser humano prácticamente no existe o es reducido a un sujeto puramente
abstracto.
Si hay un objeto que está presente en nuestras vidas
de forma absoluta, que nos domina y nos enajena, este no es otro que el dinero.
Pero hoy no vamos hablar del dinero en su función de medio de compra, esto es,
del dinero como simple dinero, sino del dinero como capital. Y el dinero como
capital, sobre todo en su forma más cosificada, esto es, el dinero productor de
interés, está en el centro de la crisis
económica que nos asola desde el año 2008. Y sobre este respecto nada nos puede
decir la lógica formal, sin embargo, la lógica dialéctica sí puede decirnos
cosas muy interesantes. En el capítulo dedicado a la transformación del dinero
en capital, Marx se expresa en los siguientes términos: “Por tanto, lo primero
que hay que hacer es analizar las diferencias de forma entre los ciclos D-M-D y
M-D-M. Con ello se tendrá al mismo tiempo la diferencia de contenido que se
oculta tras estas diferencias de forma”. La lógica formal se caracteriza por vaciar
de contenido el pensamiento, por el contrario, la lógica dialéctica se
caracteriza por descubrir las diferencias de contenido a través del análisis de
las formas económicas. Una diferencia sustancial que no se debe echar en saco
roto.
El producto final de la circulación de mercancías,
que tiene su apogeo en el siglo XVI con la creación del mercado mundial, es el
dinero. Y el dinero es la primera forma de manifestación del capital. Pero el
dinero tiene dos formas de circular: uno viene representado por la fórmula
M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía), vender para comprar; y el otro viene representado
por la fórmula D-M-D (Dinero-Mercancía-Dinero), comprar para vender. De la primera forma
participan todos los trabajadores: venden su fuerza de trabajo a cambio de
dinero y con este dinero compran todos
los medios de subsistencia que necesitan y pueden. Y de la segunda forma
participan todos los capitalistas: compran fuerza de trabajo y mercancías, después
elaboran un producto con estos dos factores, y luego lo venden para obtener más
dinero. Las formas económicas que nos encontramos aquí son: la mercancía, el
dinero, los ciclos M-D-M y D-M-D, y las dos fases que constituyen estos
ciclos: M-D y D-M. En total nos encontramos aquí con seis formas económicas.
Veamos las diferencias entre el ciclo M-D-M
(circulación simple de mercancías) y D-M-D (circulación del dinero como
capital). En el primer ciclo se vende para comprar, el punto de partida y el
punto final es la mercancía, y el dinero es el punto intermedio. Por el
contrario, en el segundo ciclo se compra para vender, el punto de partida y el
punto final es el dinero, y el punto intermedio es la mercancía. En el primer
ciclo el dinero se transforma en mercancía que sirve de valor de uso. Por lo
tanto, el dinero se ha gastado definitivamente. Mientras que en la circulación
del dinero como capital el capitalismo lanza dinero al mercado para poderlo
retirar con un incremento. Por lo tanto, el dinero no se gasta, sino que se
conserva. Y no solo se conserva, sino que se multiplica. Ahondemos más en la
diferencia entre los dos ciclos: en la circulación simple de mercancías la
renovación de la venta para comprar tiene su meta en un fin exterior a él, en
el consumo, en la satisfacción de las necesidades. Es lo que hace el
trabajador. Mientras que en la circulación del dinero como capital, comprar
para vender, principio y fin son lo mismo, dinero. Por lo tanto, el movimiento es ya infinito. Este
aspecto es importante y definitivo: Si con 100 euros obtengo 110 euros, con 110
euros obtengo 120, y así sin parar. Este es el aparente secreto de esos
capitalistas que dicen que han partido de “la nada” y terminan siendo
inmensamente ricos, porque el ciclo económico del que participan constituye un
movimiento del valor infinito. Este hecho económico, el enriquecimiento sin
límite que observamos en los capitalistas, Marx lo expresa en los siguientes
términos: “La circulación del dinero como capital es fin absoluto, pues la
valorización del valor solo existe dentro de este movimiento constantemente
renovado. De ahí que el movimiento del capital sea ilimitado”.
Antes de seguir hablemos del valor para distinguirlo
de la mercancía y del dinero. Supongamos que un agricultor produce 100 kilos de
naranja que los cambia por 30 euros y que luego con estos 30 euros se compra
una camisa. Los 100 kilos de naranja, los 30 euros y la camisa tienen el mismo
valor. O mejor: una determinada cantidad de valor existe primero como 100 kilos
de naranja, después como 30 euros, y por último como una camisa. El valor
carece de existencia inmediata. Solo existe como mercancías particulares, las
naranjas y la camisa, o como la mercancía general: el dinero. Pasa como en el
tiempo y con el significado: carecen de existencia inmediata. Pero a lo que
carece de existencia inmediata no se le niega la existencia. Y si no
consideráramos la existencia del valor, sería imposible explicar el intercambio
de naranjas por dinero y del dinero por camisas. Igual que si le negáramos la
existencia al significado, sería imposible explicar la comunicación lingüística.
Sigamos ahondando en las diferencias entre los dos
ciclos. El dinero es la forma autónoma de existencia del valor. Entre dos
mercancías diferentes, entre naranjas y camisas, hay diferencias cualitativas:
tienen propiedades diferentes y satisfacen necesidades diferentes. Pero entre
100 euros y 120 euros no hay diferencias cualitativas, solo hay diferencias
cuantitativas. 100 euros y un millón de euros son bajo el punto de vista de la
cualidad lo mismo. De este modo reconocemos que el dinero es la forma autónoma
del valor. Volvamos a fijarnos en el ciclo de la circulación simple de
mercancías, M1-D-M2: La forma autónoma del valor, esto es el dinero, que adopta
el valor de la primera mercancía actúa solamente de mediadora del intercambio.
Al final de este ciclo el dinero desaparece. Mientras que en el caso del ciclo
D-M-D, la circulación del dinero como capital, el valor pasa constantemente de
la forma del dinero a la forma de la mercancía y de este de nuevo a la forma
del dinero sin perderse en este movimiento, convirtiéndose así en un sujeto automático. Así lo expresa Marx:
“El valor deviene aquí el sujeto de un proceso en el que, bajo el continuo
cambio de las formas del dinero y mercancía, varía su propia magnitud.
Hablemos ahora de la sustancia. El significado de
las palabras es una sustancia social. Las palabras no significan lo que yo
quiero que signifiquen, sino lo que la sociedad en un momento determinado de su
desarrollo social establece. Los significados son una obra de la sociedad.
Sucede después que grandes figuras de la literatura, como es el caso de
Cervantes, cristaliza en una obra literaria, como es el caso de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la
Mancha, los significados de una comunidad de hablantes. Lo mismo ocurre con
el valor económico: es una sustancia social. El valor de la mesa que yo
construyo no viene constituida por la cantidad de horas de trabajo que yo
empleo, sino por la cantidad de horas de trabajo social media que cuesta a la
sociedad producirla, de acuerdo con la productividad y las condiciones técnicas
de trabajo predominantes. De manera que aunque yo haya empleado 8 horas de
trabajo pero el trabajo social medio es de 4 horas, mi mesa tendrá un valor de
4 horas y no de 8 horas. De ahí que el valor, como el significado, sea una
sustancia social.
A este respecto Marx se expresa en los siguientes
términos: “Si en el circulación simple el valor de las mercancías reviste a la
sumo, frente a su valor de uso, la forma autónoma del dinero, aquí –en la circulación del dinero como
capital– se presenta de momento como una sustancia en proceso, con movimiento
propio, para la que mercancía y dinero no son más que meras formas”. Así es: en
la circulación del dinero como capital el valor se presenta como una sustancia
en proceso que no cesa de crecer. Hay personas que me dicen que participando
jugadores como Messi y Cristiano de la circulación simple de mercancía, puesto
que venden su fuerza de trabajo a cambio de dinero, por qué los presento yo
como capitalistas. La explicación es sencilla: El dinero que gana un trabajador
medio en concepto de salario lo gasta por completo. Mientras que Messi y
Cristiano ganan tanto dinero que después de comprar los medios de satisfacción
de las necesidades de ellos y sus familias, les sobra muchísimo dinero. Y este
dinero lo ponen luego a circular como capital y no como medio de compra. Y el
contenido objetivo de esta circulación, la valorización del valor, es el fin
subjetivo de ambos. Y como agentes conscientes de este proceso son presas del
apetitivo insaciable de ganar como cualquier otro capitalista. Y tratan de
engañar a Hacienda, por medios legales e ilegales, porque se apodera de ellos
el afán absoluto de enriquecimiento.
Solo me resta decir que esta exposición que habla
del dinero como capital, que presenta el ciclo del capital como valor que se
valoriza, como sujeto automático y como sustancia en proceso, solo es posible
gracias a la lógica dialéctica. Y en este sentido los marxistas, con Marx a la
cabeza, debemos sentirnos deudores eternos del pensamiento de Hegel.
Hola qué tal profesor. llegué a ud. mediante unas dudas sobre el mercado en sí, ya que he realizado unas lecturas de socialismo de mercado desde el ala libertaria de izquierda, sobre todo leyendo a Kevin Carson. Pero en este texto en particular me gustaría saber su opinión sobre la circulación D-M-D en manos de una cooperativa o de un capitalista no explotador, es decir algo cercano a un artesano o una pyme, pero a nivel macro, en una sociedad sin explotación y con leyes antimonopólicas, donde una parte de la libertad humana sea la de crear empresas de estas caracateristicas, respetando el libre mercado (no capitalista, sino de corte socialista). que pensaría de esto, donde no existiria la formula M-D-M, sino solo D-M-D o D-M (consumo simple de mercancias).
ResponderEliminarSaludos y gracias por tan buenos artículos.
Patricio, desde Chile.