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martes, 6 de junio de 2017

El concepto de crisis financiera y Marx

La crisis financiera que, en septiembre de 1856, estalló al mismo tiempo sobre el continente europeo y sobre Inglaterra, encontró al Crédit Mobilier, como dice el señor Péreire, en la actitud de una vigilante guardia sobre la finanza y el crédito. Karl Marx. New York Daily Tribune. 1 de junio de 1857.


Es una verdadera desgracia que entre las filas marxistas haya tantos dogmáticos. Son personas a las que les cuesta muchísimo abordar lo particular desde lo particular y se niegan a que los conceptos muestren los lados que ideológicamente más les incomoda. He tenido que estar rebuscando textos de Marx donde empleara la expresión “crisis financiera” –de ahí la cita que encabeza este trabajo–  para así legitimar que yo pueda hacer uso de ella sin ser calificado como un apócrifo del pensamiento marxista. Los dogmáticos se presentan como guardianes del pensamiento puro y verdadero de Marx y sufren cuando otros, como es mi caso, “lo manchan”. Uno de ellos afirma que las finanzas, al ser la forma fenoménica del capital, no puede ser la causa de la crisis actual del capitalismo, que la causa se encuentra en la incapacidad que tiene el capitalismo de reproducirse.

No quiero que el lector sufra con las abstracciones innecesarias, puesto que las abstracciones en manos de pensadores que dominan muy mal el pensamiento abstracto, y esto entre las filas marxistas es predominante, solo generan oscuridad. Todo proceso de producción es un proceso de reproducción. Hoy la Fábrica Excélsior ha producido 10.000 panes y mañana tiene que volverlos a producir. Puesto que comer pan es una cosa que debe hacerse cada día. Pero para volver a reproducir esos 10.000 panes, dicha fábrica necesita 4.000 kilos de harina. Y como el harinero no le regala la harina, la panadería tendrá que pagarla. Pero para pagarla necesita dinero y se supone que este dinero lo obtiene de vender el pan. Así que la reproducción del capital de la Fabrica Excélsior está mediada por la venta del pan y por la compra de la harina. No obstante, las cosas no son tan simples. Hoy día toda actividad económica está mediada por el crédito. Los propietarios de la panadería necesitan pólizas de crédito para hacer frente al circulante, los pagos a proveedores de materia prima y los pagos de salario y seguridad social; y necesitan también créditos para comprar maquinarias, furgones y renovar instalaciones. Luego la reproducción está mediada igualmente por el crédito. Si los bancos no les prestaran dinero a los propietarios de la panadería, tendrían que cerrar la empresa. Pensemos ahora en el dogmático. Nos dice que la crisis que se desató en 2008 no puede tener como causa las finanzas, sino que esta debe encontrarse en el hecho de que el capital no puede reproducirse. Pero como hemos visto, la reproducción del capital no es posible sin la mediación del sistema de crédito. Luego su afirmación carece de sentido. Si el capital de la panadería no puede reproducirse, esa imposibilidad reside en parte en que no puede financiarse. Y no podrá financiarse, en parte, porque sus clientes no pagan o demoran muchos meses los pagos, y en parte, porque los bancos no dan créditos si la cuenta de resultado arroja pérdidas.

Refocilémonos un poco más en la realidad concreta del mundo monetario, aunque eso sí, de la mano de Marx, para que los dogmáticos no me acusen después de hereje. En su trabajo La causa de la crisis monetaria en Europa, escrito el 27 de octubre de 1856, Marx dice: “En Alemania no tardaremos en enterarnos de manifestaciones semejantes a éstas, ya que el pánico no se basa en la escasez de medios circulantes, sino en una enorme desproporción entre el capital disponible y el número enorme de empresas industriales, comerciales y especulativas que existían por entonces. El medio con que se encausó pasajeramente el pánico fue la elevación de la tasa de descuento por los diferentes bancos de gobierno, por acciones y privados; algunos de ellos aumentaron su tasa de descuento hasta el 6 por 100 y otros incluso hasta el 9”. ¡Ay!, qué alegría la concreción. Marx nos habla de pánico, de escasez de medios circulantes, de desproporción entre capital disponible y número de empresas, y de tasas de descuento. Todas las empresas, esto lo sabe todos los que viven en la realidad, recurren al descuento de pagarés de sus clientes para resolver una parte de sus problemas de liquidez. Y cuánto se entristecen los gestores de dichas empresas cuando los bancos les dicen que ciertos clientes no son de fiar y no pueden descontar sus pagarés. Pero disfrutemos otra vez de la riqueza y la frescura de la concreción y de nuevo de la mano de Marx. En su trabajo La crisis monetaria en Europa-La historia de la circulación monetaria, escrito el 1 de noviembre de 1856, Marx dice: “Las grandes sociedades ferroviarias, por ejemplo, que contaban hasta la extensión de sus trabajos y el pago de sus dividendos y de sus bonos con el suministro de nuevos empréstitos, que ahora resultan imposibles, emprenden desesperados intentos para tapar el agujero en sus cajas. Así, el ferrocarril occidental de Francia necesita una cantidad de sesenta millones de francos, el ferrocarril oriental de veinticuatro, el ferrocarril del Norte de treinta, el del Mediterráneo de veinte, el de Orleáns de cuarenta, y así sucesivamente. Se calcula que la suma total que requieren las sociedades ferroviarias asciende a trescientos millones”. Aquí se trata solo de poner de manifiesto que en la parte de crisis financiera que tienen todas las crisis las empresas necesitan dinero. Y lo necesitan para ampliar sus negocios, para mejorar sus instalaciones, para pagar dividendos y bonos, y para pagar algunas cosas más. Pero el dogmático, que huye del aspecto concreto de la realidad como de la peste, se basta con los conceptos de fuerzas productivas y de relaciones de producción y sentencia desde “la más alta cima del conocimiento” que todas las crisis capitalistas son debidas a su incapacidad para reproducirse o porque su tasa de ganancia disminuye. El dogmático se basta con los conceptos generales, con el mundo representado abstraído de la sensibilidad, con la negación de la concreción. Y después se quiere presentar ante el mundo como el garante y representante incuestionable del “marxismo puro”. Aunque “el marxismo puro” no es más que los discursos de los “marxistas” dogmáticos que ignoran, en parte, la riqueza y la fluidez del pensamiento de Marx, y en parte, la riqueza de la realidad en toda su extensa y profunda concreción.

Ahora, lo siento por el lector, me tengo que trasladar por unos instantes al mundo de las abstracciones, donde cualquiera puede decir lo que le venga en gana y, sin embargo, sus palabras tener algún sentido. ¿Por qué? Porque cada palabra considerada aisladamente siempre está dotada de su significado general. Así que el especulador abstracto pone en marcha su pensamiento y por su boca salen las uniones más caprichosas de sintagmas. Y como en esos sintagmas las palabras abstractas dominan, resulta más fácil engañar a los incautos. El mundo de las abstracciones vacías, donde hasta lo más claro termina cubriéndose de sombras,  es el mundo predilecto de los dogmáticos.  Dice el dogmático que las finanzas es la forma fenoménica del capital. Esta afirmación es falsa. Forma fenoménica y modo de expresión son conceptos equivalentes. La relación que mantenemos todas las personas del mundo con los espejos es una relación fenoménica o una relación de expresión. Lo que viene a decir Marx es que el dinero hace de espejo de todas las mercancías. Si queremos saber cuánto vale una mercancía, miramos su precio. El precio es el valor de la mercancía expresado en dinero.  Y cuando entre marxistas se habla de “finanzas”, se entiende que se habla del capital productor de interés. Y el capital productor de interés no es la forma fenoménica o modo de expresión del capital. Y como la precisión, además de la concreción, es siempre un placer y si es de la mano de Marx mucho más, volvamos a escucharlo en el capítulo de El Capital titulado Exteriorización de la relación capitalista en la forma de capital productor de interés: “El capital es ahora una cosa, pero, en cuanto cosa, capital. El dinero lleva ahora el amor en su entraña. Tan pronto como se presta o se invierte en el proceso de reproducción, genera interés, ya duerma o esté despierto, se quede en casa o viaje, de día o de noche. Así, pues, el devoto deseo del atesorador se realiza en el capital monetario productor de interés. Es esta excrecencia del interés en el capital monetario como en una cosa lo que da tanto que hacer a Lutero en su ingenua acometida contra la usura”.

Sigamos en la realidad en toda su concreción. Hablo de la realidad en toda su concreción porque la realidad tiene también partes abstractas y algunas de ellas muy importantes. No es un error hablar de las partes abstractas de la realidad, lo que es un error es transformar estas partes abstractas en la totalidad de la realidad y entonces ver el mundo desde las distancias más infinitas. Cuando hablamos de las finanzas, hablamos de los bancos, de la división del trabajo entre los propietarios del capital que cobran un interés, y los usuarios del capital, que en el caso de ser empresarios obtienen un beneficio (la ganancia menos el interés), y en el caso de ser consumidores sencillamente lo emplean en adquirir el bien o el servicio que necesitan. Cuando hablamos de las finanzas, hablamos de las acciones, de los ahorros, de los bonos, de la deuda pública, de las hipotecas, de los leasings, de los confirming y de un sinfín de formas del valor. Cuando hablamos de los bancos hablamos, y ahora nos ocupamos de lo particular, de la grave crisis por la que está atravesando el Banco Popular, hablamos de que sus gestores han subido el tipo de interés a los depósitos para que sus propietarios no se los lleven a otros bancos, hablamos como siempre de los especuladores que buscan enriquecerse sin trabajar. El dogmático marxista lucha contra el mundo financiero desde la ignorancia y desde el sectarismo. Quiere hacer desaparecer esa dimensión del mundo económico o minusvalorar el poder ontológico que representa. Pero al igual que es imposible que el ser humano se desprenda de los espejos, del mismo modo es imposible que el ser humano pueda desprenderse del mundo financiero. Incluso en el socialismo avanzado, y solo teniendo en cuenta que los ahorros seguirán constituyendo una poderosa fuerza económica, el mundo financiero seguirá siendo una parte básica de la economía.

¡Ay!, señores dogmáticos, abandonen de una vez la cima de las abstracciones y aterricen en la realidad. Y estudien a Marx en su totalidad y en su completud. Es cierto que hay crisis que no son financieras, pero aun así, en el muy mal interpretado El Capital, concretamente en el capítulo dedicado a los componentes del capital bancario, dice Marx lo siguiente: “En un sistema de producción donde todo el mecanismo del proceso de reproducción se basa en el crédito, cuando éste cesa repentinamente y solo rige ya el pago al contado, tiene que producirse evidentemente una crisis, una demanda violenta de medios de pago. Por eso, a primera vista, todas las crisis se presentan solamente como crisis de crédito y dinero”.

Así que, de acuerdo con Marx, toda crisis capitalista, al estar basado el mecanismo de la reproducción en el crédito, es una crisis de crédito y de dinero, aunque no solo de crédito y dinero.




1 comentario:

  1. El relato está ahí expuesto, aunque sin contextualizar. La fábrica Excelsior requiere chutes permanentes de morfina/crédito para seguir vegetando. Se trata de un zombi. La exposición se ajusta a una de las variables de la actual economía mundial invertida, que, en su generalidad, se encuentra enchufada a un aparato de respiración asistida conocido como Quantitative Easing (expansión cuantitativa o dinero creado ex nihilo, sin valor, como en el Monopoly. Pues sí, la forma dinero puede existir sin valor, del mismo modo que la forma precio puede no expresar valor o entrar en divergencia cuantitativa con su magnitud -según lo expone el propio Marx en El Capital-). Contrariamente al periodo que cubre la primera y la segunda revolución industrial, donde el crédito alimentaba la acumulación de valor (real) a través del crecimiento, el desarrollo y la expansión colonial, según lo entiende la lógica del capital; hoy, principalmente después de la tercera revolución industrial, casi todo ello, cuando existe, es puramente marginal, cuando no artificioso (como lo es el 80 % del dinero que circula a nivel mundial).
    El capitalismo no tiene más función que la de proceder a una acumulación ilimitada de valor. Cuando sus propias contradicciones internas averían el sistema reproductor de valor, lo financiero alcanza una nueva dimensión en la que vive para sí, no se realiza, como tiempo atrás, en lo que algunos denominan, de manera inapropiada, "economía real". Es decir, "es en el capital productor de interés que el fetichismo del capital alcanza su paroxismo, atribuyéndole el poder innato y secreto de crear", haciendo del trabajo asalariado algo superfluo. Basta con asomarse al significado de la "High-frequency trading" para hacerse una idea de cómo de irracionalmente funcionan algunas cosas productoras de "ganacias" y lo que ello comporta. Cuando F. U. menciona un "sin fin de formas de valor", alude, de hecho y en el momento actual, a la especulación en bolsa, como si de un "supporter" de la misma se tratara. Es frecuente que la auto-financiación (y posterior revalorización) de acciones mediante el crédito de dinero barato sea la mayor fuente de ingresos, tras la venta de las mismas, por parte de tal o cual multinacional. Es un valor virtual tipo Monopoly, del mismo tipo que sostiene una deuda mundial que ya supera el 300 % del PIB; deuda, por cierto, impagable.
    Luego la panadería Excelsior vive en y para la ficción, hasta que, por no pagar el impuesto de sociedades (no produce beneficios, según se desprende de la narración), Hacienda toque a su puerta…
    Comete un error quien quiera ver una equivalencia entre la impresión profusa de papel-dinero (gratis o casi), por parte de los bancos centrales (FED, BCE, BoJ,…) con la que se inundan los mercados y la relación social creadora de valor, que es a la que me refiero cuando hablo de la imposibilidad reproductora de capital.
    Puestas así las cosas, no parece que el contexto augure a empresas como Excelsior un prometedor futuro, ni que éste dé cabida a un "socialismo avanzado" subjetivista o pensado en clave capitalista.

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