La crisis financiera que, en septiembre de 1856,
estalló al mismo tiempo sobre el continente europeo y sobre Inglaterra,
encontró al Crédit Mobilier, como
dice el señor Péreire, en la actitud de una vigilante guardia sobre la finanza
y el crédito. Karl Marx. New York Daily Tribune. 1 de junio de 1857.
Es una verdadera desgracia que entre las filas
marxistas haya tantos dogmáticos. Son personas a las que les cuesta muchísimo
abordar lo particular desde lo particular y se niegan a que los conceptos
muestren los lados que ideológicamente más les incomoda. He tenido que estar
rebuscando textos de Marx donde empleara la expresión “crisis financiera” –de ahí
la cita que encabeza este trabajo– para
así legitimar que yo pueda hacer uso de ella sin ser calificado como un
apócrifo del pensamiento marxista. Los dogmáticos se presentan como guardianes
del pensamiento puro y verdadero de Marx y sufren cuando otros, como es mi
caso, “lo manchan”. Uno de ellos afirma que las finanzas, al ser la forma
fenoménica del capital, no puede ser la causa de la crisis actual del
capitalismo, que la causa se encuentra en la incapacidad que tiene el
capitalismo de reproducirse.
No quiero que el lector sufra con las abstracciones
innecesarias, puesto que las abstracciones en manos de pensadores que dominan
muy mal el pensamiento abstracto, y esto entre las filas marxistas es
predominante, solo generan oscuridad. Todo proceso de producción es un proceso
de reproducción. Hoy la Fábrica Excélsior ha producido 10.000 panes y mañana
tiene que volverlos a producir. Puesto que comer pan es una cosa que debe
hacerse cada día. Pero para volver a reproducir esos 10.000 panes, dicha
fábrica necesita 4.000 kilos de harina. Y como el harinero no le regala la
harina, la panadería tendrá que pagarla. Pero para pagarla necesita dinero y se
supone que este dinero lo obtiene de vender el pan. Así que la reproducción del
capital de la Fabrica Excélsior está mediada por la venta del pan y por la
compra de la harina. No obstante, las cosas no son tan simples. Hoy día toda
actividad económica está mediada por el crédito. Los propietarios de la
panadería necesitan pólizas de crédito para hacer frente al circulante, los
pagos a proveedores de materia prima y los pagos de salario y seguridad social;
y necesitan también créditos para comprar maquinarias, furgones y renovar
instalaciones. Luego la reproducción está mediada igualmente por el crédito. Si
los bancos no les prestaran dinero a los propietarios de la panadería, tendrían
que cerrar la empresa. Pensemos ahora en el dogmático. Nos dice que la crisis
que se desató en 2008 no puede tener como causa las finanzas, sino que esta
debe encontrarse en el hecho de que el capital no puede reproducirse. Pero como
hemos visto, la reproducción del capital no es posible sin la mediación del
sistema de crédito. Luego su afirmación carece de sentido. Si el capital de la
panadería no puede reproducirse, esa imposibilidad reside en parte en que no
puede financiarse. Y no podrá financiarse, en parte, porque sus clientes no pagan
o demoran muchos meses los pagos, y en parte, porque los bancos no dan créditos
si la cuenta de resultado arroja pérdidas.
Refocilémonos un poco más en la realidad concreta
del mundo monetario, aunque eso sí, de la mano de Marx, para que los dogmáticos
no me acusen después de hereje. En su trabajo La causa de la crisis monetaria en Europa, escrito el 27 de octubre
de 1856, Marx dice: “En Alemania no tardaremos en enterarnos de manifestaciones
semejantes a éstas, ya que el pánico no se basa en la escasez de medios
circulantes, sino en una enorme desproporción entre el capital disponible y el
número enorme de empresas industriales, comerciales y especulativas que
existían por entonces. El medio con que se encausó pasajeramente el pánico fue
la elevación de la tasa de descuento por los diferentes bancos de gobierno, por
acciones y privados; algunos de ellos aumentaron su tasa de descuento hasta el
6 por 100 y otros incluso hasta el 9”. ¡Ay!, qué alegría la concreción. Marx
nos habla de pánico, de escasez de medios circulantes, de desproporción entre
capital disponible y número de empresas, y de tasas de descuento. Todas las
empresas, esto lo sabe todos los que viven en la realidad, recurren al
descuento de pagarés de sus clientes para resolver una parte de sus problemas
de liquidez. Y cuánto se entristecen los gestores de dichas empresas cuando los
bancos les dicen que ciertos clientes no son de fiar y no pueden descontar sus
pagarés. Pero disfrutemos otra vez de la riqueza y la frescura de la concreción
y de nuevo de la mano de Marx. En su trabajo La crisis monetaria en Europa-La historia de la circulación monetaria,
escrito el 1 de noviembre de 1856, Marx dice: “Las grandes sociedades
ferroviarias, por ejemplo, que contaban hasta la extensión de sus trabajos y el
pago de sus dividendos y de sus bonos con el suministro de nuevos empréstitos,
que ahora resultan imposibles, emprenden desesperados intentos para tapar el
agujero en sus cajas. Así, el ferrocarril occidental de Francia necesita una
cantidad de sesenta millones de francos, el ferrocarril oriental de
veinticuatro, el ferrocarril del Norte de treinta, el del Mediterráneo de
veinte, el de Orleáns de cuarenta, y así sucesivamente. Se calcula que la suma
total que requieren las sociedades ferroviarias asciende a trescientos
millones”. Aquí se trata solo de poner de manifiesto que en la parte de crisis
financiera que tienen todas las crisis las empresas necesitan dinero. Y lo
necesitan para ampliar sus negocios, para mejorar sus instalaciones, para pagar
dividendos y bonos, y para pagar algunas cosas más. Pero el dogmático, que huye
del aspecto concreto de la realidad como de la peste, se basta con los conceptos
de fuerzas productivas y de relaciones de producción y sentencia desde “la más
alta cima del conocimiento” que todas las crisis capitalistas son debidas a su
incapacidad para reproducirse o porque su tasa de ganancia disminuye. El
dogmático se basta con los conceptos generales, con el mundo representado
abstraído de la sensibilidad, con la negación de la concreción. Y después se
quiere presentar ante el mundo como el garante y representante incuestionable
del “marxismo puro”. Aunque “el marxismo puro” no es más que los discursos de
los “marxistas” dogmáticos que ignoran, en parte, la riqueza y la fluidez del
pensamiento de Marx, y en parte, la riqueza de la realidad en toda su extensa y
profunda concreción.
Ahora, lo siento por el lector, me tengo que
trasladar por unos instantes al mundo de las abstracciones, donde cualquiera
puede decir lo que le venga en gana y, sin embargo, sus palabras tener algún
sentido. ¿Por qué? Porque cada palabra considerada aisladamente siempre está
dotada de su significado general. Así que el especulador abstracto pone en
marcha su pensamiento y por su boca salen las uniones más caprichosas de
sintagmas. Y como en esos sintagmas las palabras abstractas dominan, resulta
más fácil engañar a los incautos. El mundo de las abstracciones vacías, donde
hasta lo más claro termina cubriéndose de sombras, es el mundo predilecto de los dogmáticos. Dice el dogmático que las finanzas es la forma
fenoménica del capital. Esta afirmación es falsa. Forma fenoménica y modo de
expresión son conceptos equivalentes. La relación que mantenemos todas las
personas del mundo con los espejos es una relación fenoménica o una relación de
expresión. Lo que viene a decir Marx es que el dinero hace de espejo de todas
las mercancías. Si queremos saber cuánto vale una mercancía, miramos su precio.
El precio es el valor de la mercancía expresado en dinero. Y cuando entre marxistas se habla de
“finanzas”, se entiende que se habla del capital productor de interés. Y el
capital productor de interés no es la forma fenoménica o modo de expresión del
capital. Y como la precisión, además de la concreción, es siempre un placer y
si es de la mano de Marx mucho más, volvamos a escucharlo en el capítulo de El Capital titulado Exteriorización de la relación capitalista en la forma de capital
productor de interés: “El capital es ahora una cosa, pero, en cuanto cosa,
capital. El dinero lleva ahora el amor en su entraña. Tan pronto como se presta
o se invierte en el proceso de reproducción, genera interés, ya duerma o esté
despierto, se quede en casa o viaje, de día o de noche. Así, pues, el devoto
deseo del atesorador se realiza en el capital monetario productor de interés.
Es esta excrecencia del interés en el capital monetario como en una cosa lo que
da tanto que hacer a Lutero en su ingenua acometida contra la usura”.
Sigamos en la realidad en toda su concreción. Hablo
de la realidad en toda su concreción porque la realidad tiene también partes
abstractas y algunas de ellas muy importantes. No es un error hablar de las
partes abstractas de la realidad, lo que es un error es transformar estas
partes abstractas en la totalidad de la realidad y entonces ver el mundo desde
las distancias más infinitas. Cuando hablamos de las finanzas, hablamos de los
bancos, de la división del trabajo entre los propietarios del capital que
cobran un interés, y los usuarios del capital, que en el caso de ser
empresarios obtienen un beneficio (la ganancia menos el interés), y en el caso
de ser consumidores sencillamente lo emplean en adquirir el bien o el servicio
que necesitan. Cuando hablamos de las finanzas, hablamos de las acciones, de
los ahorros, de los bonos, de la deuda pública, de las hipotecas, de los
leasings, de los confirming y de un sinfín de formas del valor. Cuando hablamos
de los bancos hablamos, y ahora nos ocupamos de lo particular, de la grave
crisis por la que está atravesando el Banco Popular, hablamos de que sus
gestores han subido el tipo de interés a los depósitos para que sus
propietarios no se los lleven a otros bancos, hablamos como siempre de los
especuladores que buscan enriquecerse sin trabajar. El dogmático marxista lucha
contra el mundo financiero desde la ignorancia y desde el sectarismo. Quiere
hacer desaparecer esa dimensión del mundo económico o minusvalorar el poder
ontológico que representa. Pero al igual que es imposible que el ser humano se
desprenda de los espejos, del mismo modo es imposible que el ser humano pueda
desprenderse del mundo financiero. Incluso en el socialismo avanzado, y solo
teniendo en cuenta que los ahorros seguirán constituyendo una poderosa fuerza
económica, el mundo financiero seguirá siendo una parte básica de la economía.
¡Ay!, señores dogmáticos, abandonen de una vez la
cima de las abstracciones y aterricen en la realidad. Y estudien a Marx en su
totalidad y en su completud. Es cierto que hay crisis que no son financieras,
pero aun así, en el muy mal interpretado El
Capital, concretamente en el capítulo dedicado a los componentes del
capital bancario, dice Marx lo siguiente: “En un sistema de producción donde
todo el mecanismo del proceso de reproducción se basa en el crédito, cuando
éste cesa repentinamente y solo rige ya el pago al contado, tiene que
producirse evidentemente una crisis, una demanda violenta de medios de pago.
Por eso, a primera vista, todas las crisis se presentan solamente como crisis
de crédito y dinero”.
Así que, de acuerdo con Marx, toda crisis
capitalista, al estar basado el mecanismo de la reproducción en el crédito, es
una crisis de crédito y de dinero, aunque no solo de crédito y dinero.
El relato está ahí expuesto, aunque sin contextualizar. La fábrica Excelsior requiere chutes permanentes de morfina/crédito para seguir vegetando. Se trata de un zombi. La exposición se ajusta a una de las variables de la actual economía mundial invertida, que, en su generalidad, se encuentra enchufada a un aparato de respiración asistida conocido como Quantitative Easing (expansión cuantitativa o dinero creado ex nihilo, sin valor, como en el Monopoly. Pues sí, la forma dinero puede existir sin valor, del mismo modo que la forma precio puede no expresar valor o entrar en divergencia cuantitativa con su magnitud -según lo expone el propio Marx en El Capital-). Contrariamente al periodo que cubre la primera y la segunda revolución industrial, donde el crédito alimentaba la acumulación de valor (real) a través del crecimiento, el desarrollo y la expansión colonial, según lo entiende la lógica del capital; hoy, principalmente después de la tercera revolución industrial, casi todo ello, cuando existe, es puramente marginal, cuando no artificioso (como lo es el 80 % del dinero que circula a nivel mundial).
ResponderEliminarEl capitalismo no tiene más función que la de proceder a una acumulación ilimitada de valor. Cuando sus propias contradicciones internas averían el sistema reproductor de valor, lo financiero alcanza una nueva dimensión en la que vive para sí, no se realiza, como tiempo atrás, en lo que algunos denominan, de manera inapropiada, "economía real". Es decir, "es en el capital productor de interés que el fetichismo del capital alcanza su paroxismo, atribuyéndole el poder innato y secreto de crear", haciendo del trabajo asalariado algo superfluo. Basta con asomarse al significado de la "High-frequency trading" para hacerse una idea de cómo de irracionalmente funcionan algunas cosas productoras de "ganacias" y lo que ello comporta. Cuando F. U. menciona un "sin fin de formas de valor", alude, de hecho y en el momento actual, a la especulación en bolsa, como si de un "supporter" de la misma se tratara. Es frecuente que la auto-financiación (y posterior revalorización) de acciones mediante el crédito de dinero barato sea la mayor fuente de ingresos, tras la venta de las mismas, por parte de tal o cual multinacional. Es un valor virtual tipo Monopoly, del mismo tipo que sostiene una deuda mundial que ya supera el 300 % del PIB; deuda, por cierto, impagable.
Luego la panadería Excelsior vive en y para la ficción, hasta que, por no pagar el impuesto de sociedades (no produce beneficios, según se desprende de la narración), Hacienda toque a su puerta…
Comete un error quien quiera ver una equivalencia entre la impresión profusa de papel-dinero (gratis o casi), por parte de los bancos centrales (FED, BCE, BoJ,…) con la que se inundan los mercados y la relación social creadora de valor, que es a la que me refiero cuando hablo de la imposibilidad reproductora de capital.
Puestas así las cosas, no parece que el contexto augure a empresas como Excelsior un prometedor futuro, ni que éste dé cabida a un "socialismo avanzado" subjetivista o pensado en clave capitalista.