Juan Sebastián, un seguidor de mi blog, me solicitó
que leyera un texto de James O´Connor, titulado La condiciones de producción. Por un marxismo ecológico. Una
introducción teórica, y que hiciera una valoración teórica. Aclaro primero
algunas cuestiones teóricas. Cualquier objeto o situación objetiva es una
totalidad compuesta de muchas partes y relaciones con terceros. Cada una de
estas partes y relaciones es un abstracto. Hablar de forma concreta es hablar
de un objeto incluyendo en el análisis un número determinado de partes y
relaciones. Hay otro concepto de abstracto al que llamamos general abstracto o
sintético general que se produce cuando un número determinado de cosas
distintas las llamamos con un nombre común. Les pongo un ejemplo que va al
caso. ¿Qué son las relaciones de producción? Hay marxistas y teóricos que
responden de un modo general y afirman: las relaciones que mantienen las personas
en la producción. Es obvio que esta respuesta es muy general. Si fuéramos más
concretos y profundos, afirmaríamos con Marx que todas las categorías
económicas son expresiones de relaciones económicas o relaciones de producción.
Así el dinero, el capital constante, el capital variable, el capital fijo, el
capital circulante, el capital industrial, el capital comercial, el interés, la
renta, el beneficio, los dividendos, los impuestos, los seguros, los futuros,
los dividendos, el crédito, los bonos, las letras del tesoro y el resto de las formas
de existencia del valor son distintas manifestaciones particulares de las
relaciones de producción entre las
personas. Quienes hablan de las relaciones de producción sin entrar en
detalles, se mueven en el ámbito del pensamiento sintético general; mientras
que quienes hablan del resto de las categorías económicas mencionadas
anteriormente se mueven en el ámbito del pensamiento analítico concreto.
¿Qué impresión he tenido cuando he leído el texto de
James O´Connor? La de inmenso vacío. James
O´Connor piensa con conceptos sintéticos generales y rehúye los conceptos
analíticos concretos. Si alguien solo sabe pensar con conceptos sintéticos generales,
en verdad no sabe pensar, si por pensar entendemos alguien que agarra la
realidad por medio de conceptos. Con pensadores así no se sabe a ciencia cierta
de qué se está hablando en concreto, puesto que al pensar solo con categorías
sintético generales se produce una ruptura con el mundo de la sensibilidad, de
la práctica, de lo particular. El mundo capitalista actual es muy grande, muy
diverso en términos nacionales y en términos de regiones económicas, y muy
complejo en todos sus ámbitos. De ahí
que querer representarse el mundo capitalista actual con las categorías
“relaciones de producción” y “fuerzas productivas” es un ejercicio baldío. El
mundo complejo exige análisis de los detalles, de los matices, de las
transiciones. Y el pensamiento sintético general es todo lo contrario a esa exigencia. Y ese es el método de pensamiento que emplea
James O´Connor.
Les trascribo un fragmento del texto de James
O´Connor: “Este artículo parte de la teoría tradicional marxista de la
contradicción entre las fuerzas y las relaciones de producción. Según el
marxismo tradicional, el exceso de producción de capital desemboca en la crisis
económica, y en un proceso de reestructuración de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción provocados por las crisis hacia formas sociales más
transparentes y por lo tanto potencialmente más socialistas. Este punto de
partida lleva a una nueva teoría “marxista ecológica” sobre la contradicción
entre las fuerzas y las relaciones de producción capitalistas y las condiciones
de producción. Entendemos que la causa de la crisis económica es la falta (y no
el exceso) de producción de capital, lo que conduce a un proceso de
reestructuración de las condiciones de producción y de las relaciones sociales
hacia formas más transparentes y, por tanto, potencialmente socialistas”. Más adelante insiste en lo mismo con la
apariencia de una mayor concreción: “La forma específica (de las contradicción
entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción) es la
contradicción entre la producción y la realización del valor y la plusvalía, o
entre la producción y la circulación del capital”. No transcribiré más ideas de
James O´Connor. Quien quiera más detalles, que lea el artículo.
En el 2008 se desató una crisis económica que
desestabilizó a la economía mundial y que se reflejó fundamentalmente en el
sector financiero. Aunque las finanzas tienen que ver con todo, en este caso
tuvo que ver muy específicamente con el sector inmobiliario. Sabemos que los
créditos permiten a sus perceptores representar una demanda superior a la que
tienen. Si dichos receptores de préstamo pueden hacer frente a sus obligaciones
como prestatarios, todo va bien. Pero si no pueden hacerlo y el número de
prestatarios se cuenta por millones, entonces inevitablemente se produce una
crisis financiera. Máxime sabiéndose que los créditos al crear un aumento
desmesurado de la demanda, generan un incremento de los precios de los
inmuebles y distorsiona “la racionalidad” del mercado. Todos conocemos un sinfín de detalles de esa
crisis. Yo he aportado alguno de los que considero elementales. Y fue, como no
podía ser de otro modo, una crisis capitalista. La pregunta a formular ahora
sería lo siguiente: ¿Qué aporta al conocimiento de esta crisis las afirmaciones
del supuesto marxismo del que habla James O´Connor? Respondo: absolutamente
nada. La crisis financiera de 2008 no puede explicarse como una contradicción
entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, tampoco puede explicarse
como un exceso de producción de capital, como tampoco puede explicarse como un
problema de irrealización del valor y de la plusvalía. La clave en todo esto
está en que lo particular no puede explicarse con generalidades. Lo general
proviene de lo particular. Así que bajo el punto de vista de la teoría del
conocimiento marxista primero tendríamos que analizar esta crisis en particular
para después ver qué podemos generalizar.
Sigamos: El
Capital pasa por ser la obra cumbre del marxismo. Es una teoría económica
sobre el capitalismo. Hagámonos la siguiente pregunta: ¿En el índice de El Capital hay algún capítulo o sección
que lleve por nombre “Las relaciones de producción” o “las fuerzas productivas”?
Respuesta rotunda: no. Entonces ¿por qué se usan esos conceptos como conceptos
básicos del pensamiento económico marxista? Por la influencia de Althusser en
el pensamiento marxista. Althusser convirtió una parte del prólogo de la Contribución de la Crítica de la Economía Política en la
quintaesencia del pensamiento de Marx. En ese prólogo es donde podemos leer “Durante
el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo cual no es más
que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se
habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Entonces se abre
una era de revolución social”. Esta idea está bien, como el resto de las que se
encuentran en dicho prólogo, pero como resulta evidente no pueden valer como
sustitutos de toda la riqueza contenida en El
Capital ni tampoco como su síntesis general. Tampoco puede servir como
sustituta de la propia obra prologada, esto es, de la Contribución a la Crítica de la Economía Política. Pero estos
autores, Althusser y en nuestro caso James O´Connor, han tomado estas ideas
sintéticas generales como mecanismo conceptuales para explicarlo todo. Y de ahí
proviene el vacío y las oscuridades conceptuales en sus análisis.
Examinemos no obstante lo que dice Marx sobre la
contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción
según la experiencia de las naciones del mundo durante el siglo XX y los años
que llevamos del siglo XXI. ¿En qué
experiencias las relaciones de producción se han mostrado como una traba del
desarrollo de las fuerzas productivas? Pues justamente en la experiencia de la
economía soviética, donde se suspendieron las relaciones mercantiles
monetarias, esto es, donde se suspendió el mercado y se pensó que un plan
centralizado podía abarcar todas las necesidades de la producción y el consumo.
Y esta experiencia de la economía
soviética alcanzó a todos los países socialistas del Este de Europa y a China.
Ahora surge una pregunta: ¿Cómo es posible entonces que James O´Connor hablando
del conflicto entre relaciones de producción y fuerzas productivas no hable de
una experiencia tan importante bajo el punto de vista de la historia universal,
y más específicamente bajo el punto de vista de la historia del socialismo,
como ha sido la experiencia del modelo soviético de desarrollo del socialismo?
No hay otra respuesta que esta: su pensamiento está tan dominado por el
pensamiento generalista, por los conceptos sintéticos generales, que no ve a la
realidad como un factor clave del pensamiento.
Pero hay otra idea
importante en el prólogo reseñado y que debemos recordar: “Una sociedad no
desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras
que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se
sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia
de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad”.
Dos ideas fundamentales: una, una sociedad no desparece nunca antes de que sean
desarrolladas todas las fuerzas productivas que puede contener, y dos, primero
se tienen que incubar las condiciones materiales de existencia del socialismo o
una parte de ellas para después poder establecer las relaciones socialistas de
producción. La globalización, que es una nueva fase de desarrollo del
capitalismo, está demostrando que todavía bajo las relaciones de producción
capitalistas las fuerzas productivas
pueden seguir desarrollándose y de una manera prodigiosa. Esta posibilidad está
determinada porque una gran parte del mundo vive bajo condiciones severas de
atraso económico y bajo la presencia aún de relaciones feudales. El auge de la
religión islámica y su utilización política nos revela justamente la presencia
del feudalismo en el mundo moderno. El mundo multipolar, un mundo que jamás
pudieron imaginar Marx y Engels, hace que la historia no se desenvuelva tan
recta y racional como se pensaba en la época en la que vivieron los dos grandes
líderes del movimiento socialista mundial.
¿No hay otra opción que
resignarse ante el fortalecimiento de las relaciones capitalistas en el mundo
actual? Al formular la pregunta así, la respuesta tiende a surcar el terreno
del subjetivismo y del voluntarismo. Esa es la base de que un sector de la
izquierda radical, aquejada de atraso cultural e ideológico, abrace el populismo.
Hay que ser materialista. Por lo tanto, lo primero que hay que hacer es hablar
de lo que existe y no de los deseos. Marx y Engels pensaron en su momento que
el socialismo estaba más cerca de lo que en realidad ha estado. Para que el
socialismo se manifestara como un fenómeno histórico universal, Marx y Engels
creían que el socialismo se tenía que producir de un modo simultáneo en los
países capitalistas más avanzados del mundo, que para aquel entonces eran
Inglaterra, Alemania, Francia y EEUU. En este sentido la posibilidad del
socialismo como un fenómeno histórico universal sigue estando hoy día
condicionada por la misma premisa. No obstante, si atendemos al peso de la economía
pública en la economía nacional, es en la vieja Europa donde el socialismo
tiene mayor grado de realidad. Políticamente
en la vieja Europa no se está tan cerca del socialismo, pero económicamente sí
lo está. Pero como la política es tan cegadora, la izquierda radical europea
sigue mirando fuera de Europa el futuro del socialismo mundial. Y se equivoca.
James O´Connor habla de
las condiciones de producción como un concepto especial que nos facilitaría la
idea de un marxismo ecológico. Las condiciones de producción es un aspecto de
las fuerzas productivas. El estado de la naturaleza, de las infraestructuras,
del sistema de enseñanza y del sistema sanitario son las condiciones
fundamentales de la producción. Pero el concepto de fuerza productiva del trabajo
no se puede formular sin atender a dichas condiciones de producción. Creo, no obstante, que el problema teórico de fondo que hay en el pensamiento de James
O´Connor no está en saber si el concepto de condiciones de producción puede ser
clave para definir un marxismo ecológico, sino que los conceptos que emplea
para pensar y hablar del mundo son en términos epistemológicos de carácter
sintético general. Los conceptos de
relaciones de producción y fuerzas productivas en su expresión sintético
general no sirven para pensar el mundo en su concreción y, por tanto, no
contribuyen a crear una conciencia transformadora.
En el prólogo de la primera edición de El Capital se puede leer algo así como: "en este libro, el objeto de mi investigación es el modo de producción y las relaciones de producción". Dicho de otro modo, la teoría económica de Marx gira en torno de un único y mismo problema: la relación entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Aunque tal formulación no la recoja el índice.
ResponderEliminarEn su crítica de la economía política, Marx razona sobre el sistema, no en el sistema. Lo contempla no como una agregación de las partes sino como un todo orgánico donde sus diferentes aspectos interactúan creando une lógica interna propia y limitaciones consustanciales independientes de la voluntad del hombre, sea cual sea la nacionalidad de éste o su ubicación histórica en la época de desarrollo del capitalismo. La fórmula que define al capitalismo hoy globalizado es la de una formación social total, donde lo concreto ("los detalles", "los matices") se reduce a no ser más que expresión de lo abstracto, o, si se quiere, un subproducto de la forma abstracta de dominación propia del capitalismo. Solo una concepción biologizante de la sociedad antepone el análisis individualizado e in vitro de sus partes al estudio de la vinculación orgánica y social de las mismas.
Cuando Marx sintetiza el capital como "una contradicción en proceso", expresa, como es sabido, que "las fuerza productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes", haciendo de ello el eje estructurante de la evolución del capitalismo. Esta contradicción fundamental del sistema reposa sobre la disminución del valor de los productos individuales, como consecuencia ineluctable de la disminución del tiempo de trabajo medio necesario para la producción de una mercancía dada y el aumento de la productividad gracias al desarrollo tecnológico que permite explotar más trabajo vivo durante un menor periodo de tiempo. Es la forma en la que las fuerzas productivas rompen las cadenas de las relaciones de producción capitalistas. El propio capital serrucha la rama sobre la que se asienta.
La metodología de Marx invita a pensar que no es la finanza (forma fenoménica del capital) la causante de la crisis de descomposición que padecemos, sino la incapacidad del capitalismo a reproducirse. Si lo tuviésemos presente no caeríamos en el ejemplo de "la escuela difunta de los filósofos de la naturaleza que consideraban la fiebre como la causa fundamental de todas las enfermedades", (Marx).