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domingo, 28 de julio de 2019

Pensar y opinar


Pensar en sentido estricto solo puede hacerse cuando se emplean conceptos. Quien no da definiciones previas sobre la materia de la que habla, no estará pensando, sencillamente estará opinando. Si estamos evaluando, por ejemplo, el papel que desempeñan ciertos repartidores de productos de elaboración industrial, hay que saber qué es y cómo es el mercado del que se está hablando, hay que distinguir con claridad la producción con sus costos, la organización de la distribución con sus costes, la comercialización con sus costes, así como la calidad y precios de los productos propios y ajenos en el mercado. Quien hable de esta materia sin esos conceptos y distinciones claros, no estará pensando, su discurso no será ordenado ni fundamentado, sencillamente estará opinando. Lo peor es que hay dirigentes que cuando hablan, afirman: esta es mi opinión. Pero si es su opinión, carece de valor para la dirección y organización de cualquier clase de actividad. Lo que se exige es pensar. Así que no es lo mismo pensar que opinar. Pero lo que necesitamos es pensar.

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