Dice Borja Vilaseca que desde los 25 años se dedica profesionalmente a democratizar la sabiduría con el fin de despertar la consciencia de la sociedad. Y lo hace por medio de libros, cursos, conferencias y proyectos educativos relacionados con el autoconocimiento, el desarrollo espiritual y la reinversión personal.
Así que les transcribo una de sus democratizadores
discursos publicado en su blog el 9 de abril bajo el sobretítulo “la injusticia
no existe”: “Estoy a punto de soltarte una bomba. Te advierto de que existe un
99,9 % de posibilidades de que te perturbes a ti mismo y me mandes a la mierda.
¿Preparado? No existe la injusticia. De hecho, nunca ha existido. Dado
que nadie nunca te ha explicado que todo es perfecto y que la realidad es
neutra, sigues creyendo que aquellas cosas que no comprendes y te causan
sufrimiento son injustas. Consideras injusto que haya tantas desigualdades
entre los ricos y los pobres. Que el sistema económico esté destruyendo la
naturaleza. O que haya gente que se ha quedado en la calle por no poder pagar
su hipoteca. Y a menor escala, también ves injusto que te paguen tan poco por
lo mucho que trabajas y que tu suegra sea más maja con tu cuñado, cuando tú te
lo curras con ella mucho más que él. ¡Madura de una vez! El
estado actual del mundo es un fiel reflejo de la tremenda enfermedad espiritual
que padece la humanidad. Y esto no es bueno ni es malo; más bien es necesario.
Toda situación, por confusa o adversa que sea, tiene un propósito de
aprendizaje. Pero ¿para qué?, te estarás preguntando. Pues para que llegue un
momento en que nos hartemos de tanta lucha y sufrimiento, creciendo
colectivamente en comprensión para organizarnos social y económicamente de un
modo que cree armonía y nos beneficie realmente a todos. Los cambios de
verdad no suceden por bondad, sino por necesidad”.
Resulta asombroso que en tan pocas líneas se puedan
decir tantas sandeces. Borja Vilaseca, aunque creo que no es consciente, ha
elaborado un discurso extremadamente reaccionario. En todo ese discurso no hay
pruebas ni deducciones que avalen sus afirmaciones. A mi juicio vive fuera del
mundo o enajenado del mundo. Muchos de estos supuestos especialistas en
autoconocimiento tienen una escasa o nula formación filosófica y todas sus
prédicas tiene un solo fundamento: encontrar en uno mismo, como si fuéramos
átomos o islas en total régimen de autonomía, la respuesta a todo, incluido los
sufrimientos. Participa de un pensamiento antiguo donde en un lado está el
individuo, que lo sitúa como centro, y en otro lado se encuentra la sociedad,
que la sitúa en la periferia. No sabe que todas las personas tienen un lado
individual y un lado social, y que es el desarrollo del lado social quien
permite a la persona el desarrollo de su lado individual. Yo de entrada, ya que
este hombre piensa que la injusticia no existe, aconsejaría a todas las
personas que van a sus conferencias o asisten a sus clases online que no le paguen
nada por su servicio. A lo mejor así sabrá en carne propia qué es la
injusticia.
¿La injusticia no existe?
Si como dice Borja Vilaseca la injusticia no existe,
tampoco existirá la justicia. Pero resulta que la justicia sí existe: existen
los tribunales de justicia, existen los abogados defensores y los fiscales
acusadores, y existen las cárceles para cuando los presuntos inocentes reciban
una sentencia condenatoria con privación de libertad. En todos los países del
mundo, con mayores o menores defectos, existe el Estado de derecho. Y llegados
a este punto debemos suponer que todas las naciones del mundo están equivocadas
cuando emplean la justicia para enmendar las injusticias y que Borja Vilaseca
con su exquisita sabiduría es el único que tiene razón. Pero resulta que Borja
Vilaseca no solo afirma que la injusticia no existe, sino que nunca ha
existido. Y de ese modo, con esas afirmaciones que buscan impresionar e
inquietar, Vilaseca, con una sola frase, manda a los carriles de la sinrazón a
todas aquellas personas que desde los Siete Sabios en Grecia crearon los
pilares del Estado y sus necesarias leyes para lograr la convivencia entre los
ciudadanos y evitar que se cometan arbitrariedades e injusticias.
¿Todo es perfecto y la realidad es neutral?
A continuación, Borja Vilaseca nos obsequia con un
juicio de una categoría filosófica que dejará por su “profunda sapiencia”
asombrado a todos los lectores, juicio con el que trata de fundamentar por qué
no hay injusticias: “Dado que nadie nunca te ha explicado que todo es perfecto
y que la realidad es neutra, sigues creyendo que aquellas cosas que no
comprendes y te causan sufrimiento son injustas”. No sé de dónde viene este
hombre. ¿Qué significa que todo es perfecto? ¿A qué viene aquí el uso de la
categoría “perfecto”? Incluso, si le diéramos carta de ciudadanía a la
expresión “todo es perfecto”, por simple dialéctica, pero también por
experiencia, deberíamos afirmar que muchas cosas son imperfectas. Más bien
deberíamos decir que en todas las cosas, procesos y funciones encontramos
imperfecciones. Además, la afirmación de que todo es perfecto tiene un aroma de
juicio absoluto que solo podríamos encontrar en la física de Newton. Con toda
franqueza: este hombre no sabe lo que dice.
También nos dice que “la realidad es neutra”. Borja Vilaseca debe ser que se educó en la
vieja metafísica de principio de la Edad Media, donde se ponía a la realidad en
un lado y las personas en otro lado. El señor Vilaseca piensa, primero, que las
personas no forman parte de la realidad, segundo, que la realidad no es
resultado de las acciones de las personas, y tercero, que determinadas
realidades no determinan el tipo de personas y sus destinos. ¿Cómo explicar
entonces que tantos emigrantes africanos se jueguen la vida atravesando el
Atlántico para llegar a la rica Europa? Solo en la ruta atlántica que une las
costas de África Occidental con las Islas Canarias murieron 849 emigrantes
durante el año 2020. ¿Cómo puede decirse, solo atendiendo a estos dramáticos e
inhumanos datos, que la realidad es neutra? La realidad, como entre otras cosas
está conformada por personas con intereses distintos, siempre ha estado
determinada por las luchas sociales. La propia existencia del Estado, con su
ejército, su policía y sus cárceles, es la objetivación de las luchas de clases
que han determinado el devenir de la historia desde las sociedades esclavistas
hasta la actualidad. Otra cosa es que el lector asuma el pensamiento
reaccionario del señor Vilaseca y afirme con él que estos 849 africanos y africanas
muertos fueron necesarios y que forman parte del concepto de que todo es
perfecto.
¿Toda situación tiene un propósito de aprendizaje?
Pero ahí no queda la sapiencia de Borja Vilaseca,
añade otro juicio de enorme trascendencia para el crecimiento espiritual: “Toda
situación, por confusa o adversa que sea, tiene un propósito de aprendizaje”. A
partir de ahora eso es lo que le diremos a las madres que han perdido a sus
bebes y hermanos cuando huyen del hambre de África y buscan la salvación en la
rica Europa: no es importante que hayan muerto tus bebes y tus hermanos y
amigos en circunstancias duramente trágicas, nada de eso deberían afligirles ni
entristecerles, dejen ya de sufrir y de perder el tiempo con tanto lamento, lo
importante es que esa situación adversa que han vivido ha tenido un propósito
de aprendizaje. Así que a seguir aprendiendo con la pobreza, con las guerras y
con las duras muertes atravesando el Atlántico.
¿No son injustas las desigualdades?
Las ideas de Borja Vilaseca llegan a su extremo más
reaccionario cuando le espeta con tono recriminatorio al incauto lector la
siguiente serie de necedades: “Consideras injusto que haya tantas desigualdades
entre los ricos y los pobres. Que el sistema económico esté destruyendo la
naturaleza. O que haya gente que se ha quedado en la calle por no poder pagar
su hipoteca”. Son muy hirientes estas afirmaciones. Borja Vilaseca carece de la
más mínima formación económica, ignora los más elementales principios de
sociología y psicología, y su cultura política es de las más bajas que uno
pueda suponer en el mundo de hoy. ¿Cómo puede mantenerse que uno de los
principales males del mundo no esté en el injusto reparto de la riqueza? ¿Cómo
puede hablarse de que la pobreza extrema que mata a diario a miles de niños
pertenece a lo que Borja presenta como “todo es perfecto” y la “realidad es
neutra”? ¿Cómo puede considerarse como un hecho necesario el desahucio de
tantas familias que han trabajo duro a lo largo de toda su vida y se ven de
pronto sin un techo donde cobijarse? Esto solo puede concebirse por una persona
extremadamente reaccionaria y cruel.
Espíritu y mundo
Por último, Borja Vilaseca se luce con este final:
“El estado actual del mundo es un fiel reflejo de la tremenda enfermedad
espiritual que padece la humanidad. Y esto no es bueno ni es malo; más bien es
necesario. Toda situación, por confusa o adversa que sea, tiene un propósito de
aprendizaje. Pero ¿para qué?, te estarás preguntando. Pues para que llegue un
momento en que nos hartemos de tanta lucha y sufrimiento, creciendo
colectivamente en comprensión para organizarnos social y económicamente de un
modo que cree armonía y nos beneficie realmente a todos”.
Como buen idealista presenta los contrarios al
revés: en vez de afirmar que el estado del mundo actual, salpicado de mil
hechos antihumanos, provoca profundas enfermedades espirituales en millones de
personas que arrastran penosamente su vida por toda la faz de la Tierra, afirma
que es la enfermedad espiritual de las personas la que provoca el estado
inhumano del mundo. Añadiendo que si
tomáramos conciencia de que la realidad es neutra, asumiendo que no hay injusticia
en la desigualdad entre ricos y pobres y en los desahucios, y comprendiendo que
toda situación adversa tiene un propósito de aprendizaje, llegará el momento en
que -presten mucha atención a estos disparates- nos hartaremos de tanta lucha y
sufrimiento, obligándonos organizarnos socialmente para crear una armonía
que nos beneficie a todos. ¿De dónde ha salido este hombre? El señor
Vilaseca no ve que la realidad dice otra cosa que lo que le dice su
“desarrollado” yo interior: en todas las naciones del mundo, en algunos de
forma muy cruenta y en otras de forma moderada, no cesan las luchas sociales y
los sufrimientos. Sin embargo, Borja Vilaseca, dándole la espalda a la
realidad, nos propone que nos organicemos socialmente para buscar la armonía
entre los ricos y los pobres, entre los delincuentes y las personas de bien,
entre los desahuciadores y desahuciados, entre los capitalistas que buscan
aumentar sin freno sus ganancias y los trabajadores que luchan por incrementar de
forma digna sus salarios, y entre la paz y la guerra. Borja Vilaseca, de forma
notablemente inconsciente, es un idealista reaccionario que en vez de promover el
desarrollo armónico del lado individual y del lado social de las personas,
promociona el desarrollo del lado individual de las personas minusvalorando y
atrofiando el desarrollo de su lado social. Lamentables las ideas de este
supuesto especialista en autoconocimiento, desarrollo espiritual y reinversión
personal. Toda una estafa.
Tú y los otros
La filosofía de la vida de Vilaseca, como la de una
buena parte de los profetas del autoconocimiento, es la siguiente: lo malo o
bueno que te pase a ti es responsabilidad exclusiva tuya, y en lo malo o bueno
que le pase al otro tú no tienes responsabilidad alguna. Aunque Vilaseca lo
ignore, su concepción de la vida es expresión del liberalismo ideológico más
reaccionario, cuyo lema estriba en ensalzar el individualismo hasta un extremo
irracional. Pero el individualismo no consiste en que uno solo se preocupe de
sí mismo y deja al otro a su suerte, sino en utilizar los frutos sociales, la
sustancia social con lo que cada generación se encuentra cuando nace, en
beneficio propio. Pues casi el 98 por ciento de la vida material y espiritual
de Vilaseca es un producto social. Prácticamente nada de lo que hay en su vivienda,
los medios de transporte y medios de comunicación con los que desenvuelve su
vida, y el lenguaje que emplea es una creación suya. Todo es, en parte, una
herencia de las generaciones anteriores, y en parte, un fruto de la enorme
división del trabajo que hace posible la pletórica y diversa vida en la Tierra.
Si la realidad es neutra y todo da igual, ¿a qué viene esa aspiración mágica a "que llegue un momento en que nos hartemos de tanta lucha y sufrimiento, creciendo colectivamente en comprensión para organizarnos social y económicamente de un modo que cree armonía y nos beneficie realmente a todos"?
ResponderEliminarMagia potagia.
Señor Umpierrez, me preocupa que Ud. se haya tomado el trabajo de comentar este artículo tan ridículo. Ese mente seca no lo merece.
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