Estoy estudiando el libro de Michael Sandel titulado La tiranía del mérito. Llevo leído el 75 por ciento del texto. Tengo pensado hacer varios trabajos sobre esta obra de sociología política. No me gusta el comportamiento de algunos divulgadores de izquierda y de derecha que teniendo cogido por alfileres los conceptos de este texto, se lanzan a hacer afirmaciones demasiado ligeras sobre la meritocracia. Yo soy partidario de leer previamente al autor en cuestión a fondo y pensar como él lo hace. Después ubicar en mi sistema ideológico sus conceptos y valorar su alcance. Todos los conceptos tienen una parte de verdad y de sentido. Así el concepto de meritocracia tiene sus grados de validez. Es conveniente que los mejores puestos de una empresa lo ocupen las personas que más se lo merecen, por el bien de la empresa y porque su remuneración debe ser mayor. El problema está en cuánto deben ganar los que ocupan los puestos más altos de la sociedad: nuestros dirigentes. Ahí se produce una enorme desproporción. Y la causa no debe buscarse en la meritocracia ni en el mercado, sino en la naturaleza capitalista de las relaciones de producción. También hay que tener en cuenta que una buena parte de las rentas del trabajo de los grandes directivos son en realidad rentas de capital. Las ocultaciones, las inversiones y los falseamientos de las formas económicas son rasgos muy habituales en las economías capitalistas globalizadas.
En la sociología superficial se ha instalado algunos
conceptos como el de meritocracia y élite que no sirven para explicar la
desigualdad económica. Y la llamada desigualdad económica no es más que el
resultado de que hay personas que se apropian de trabajo ajeno. Pero estos
conceptos han extendido tanto su uso y aplicación que todo se quiere explicar
por medio de ellos. Me disgusta que muchos divulgadores y especialistas en
historia expliquen, por ejemplo, la historia de la Roma clásica en términos de
élites, cuando lo más acertado y científico sería hacerlo en términos de
esclavistas y esclavos, y patricios y plebeyos. Y también me disgusta que
muchos líderes políticos de la izquierda reformista y radical quieran explicar
las injusticias económicas del mundo de hoy con dichos conceptos. Igualmente me
parece un grave error que la izquierda marxista no esté al corriente de cómo
piensan los líderes políticos e ideológicos del centro izquierda y del centro
derecha. De ahí que su método de lucha ideológica esté cargado de dogmatismo y
de sectarismo. No saben ver el contenido verdadero que hay en los conceptos de
sus adversarios ni tampoco asimilarlos con acotaciones a sus propios sistemas
conceptuales. De ahí que no comparta la descatalogación absoluta de los
conceptos de élite y meritocracia, pero sí la de acotar su validez y su sentido
histórico.
Lo que sigue a continuación lo he extraído del libro
de Sandel y habla en lo fundamental de la movilidad ascendente, que es uno de
los conceptos claves del concepto de meritocracia. Ronald Reagan: “Todos los
estadounidenses tienen el derecho a ser valorados exclusivamente por su mérito
personal y a llegar adonde sus sueños y su esfuerzo lo lleven”. Bill Clinton:
“El sueño americano en el que todos fuimos educados es sencillo pero
cautivador: si trabajas duro y cumples con las normas, debes tener la oportunidad
de llegar todo lo lejos que las capacidades que Dios te ha dado te lleven”.
Obama: “…lo que en verdad importa es procurar que los jóvenes brillantes y
motivados […] tengan la oportunidad de llegar todo lo lejos que su talento, su
ética de trabajo y sus sueños puedan llevarlos”. Y el contenido ideológico burgués
de esas ideas lo expresa el propio Obama en los siguientes términos: “Lo que
hace que Estados Unidos sea tan excepcional, lo que nos hace tan especiales, es
este acuerdo básico, la idea fundamental
de que en este país, con independencia de qué aspecto tengas, de dónde
vengas, de cuál sea tu apellido o de qué desventajas sufras, en este país, si
trabajas duro, si estás dispuesto a responsabilizarte, puedes conseguirlo,
puedes prosperar”. ¿Y por qué es burgués ese contenido ideológico? Primero,
porque no quiere acabar con las abismales diferencias entre los pobres y los
ricos, sino lo que promueve es que algunos miembros de los pobres lleguen a ser
ricos. Y segundo, porque es apologético, es una defensa ciega de que el mundo
será eternamente capitalista. Pero además de tener un contenido ideológico,
tiene un contenido nacionalista: no presenta la posibilidad de que miembros de
las clases trabajadores lleguen a ser grandes ricos como un rasgo general del
capitalismo, sino como una peculiaridad de Estados Unidos y al que sus grandes
mandatarios lo catalogan como el sueño americano. El extremo de la defensa del
sueño americano vino de la mano de Conant, rector de Harvard, quien afirmaba: “La
educación superior es la puerta principal de acceso a las oportunidades, una
fuente de movilidad ascendente que mantiene la fluidez de la sociedad al
ofrecer a todos los estudiantes sea cual sea su origen social o económico, la
opción de progresar hasta donde su talento los lleve”. Y la idealización
extrema de esta propuesta se produce cuando Conant la presenta como un medio
para acabar con las diferencias de clase.
Ahora nos vamos con Marx y respiraremos un aire
intelectual más profundo y más crítico. Nos vamos a los capítulos dedicados al
capital productor de interés y en especial a la sección titulada Condiciones
precapitalistas: “Aun cuando un hombre desprovisto de medios obtiene
crédito como industrial o comerciante, ello ocurre en la confianza que
funcionará como capitalista, se apropiará de trabajo no retribuido con el
capital prestado. Se le concede crédito en calidad de capitalista potencial. Y
esta circunstancia, tan admirada por los economistas apologéticos, de que
una persona sin fortuna, pero con energía, seriedad, capacidad y conocimiento
de los negocios, pueda convertirse así en capitalista, […] amplía su base y
le permite reclutar continuamente fuerzas nuevas de las entrañas de la
sociedad. Exactamente lo mismo que el hecho de que la Iglesia católica de la
Edad Media formase su jerarquía, sin fijarse en la posición social, el
nacimiento o la fortuna, con las mejores cabezas del pueblo, constituía uno
de los principales medios de consolidación del dominio del clero y de opresión
de los laicos. Cuanto más capaz es una clase dominante de asimilarse a los
hombres más significativos de las clases dominadas, tanto más sólido y
peligroso será su dominio”.
Habrá observado el lector la enorme diferencia de calidad que hay entre el pensamiento de Marx y el pensamiento de Reagan, Clinton y Obama y del que Sandel no sabe escapar. Destaquemos primero esas diferencias: uno, un pensamiento más profundo y preciso, dos, analiza los hechos atendiendo a su determinación histórica, y tres, aplica una visión crítica del capitalismo y no apologética. Por lo dicho por Marx nos damos cuenta de que el llamado sueño americano, que desde abajo se puede ascender a lo más alto que tu trabajo y sueños te lleven, es un rasgo viejo del capitalismo: ya era un hecho en el siglo XIX. Pero Marx va más lejos aún: es un rasgo del dominio de clase de la época feudal. Así que el sueño americano no es nuevo, no es peculiar de EEUU y no es específico del capitalismo.
Hay que señalar dos aspectos más en el pensamiento
crítico de Marx. Pero en vez de hablar en términos de personas y de élites,
hablaremos en términos de clases sociales. Adaptaremos las palabras de Marx al
tema que nos ocupa. Cuando tu asciendes en el estatus social, esto es, asciende
de la clase trabajadora a la clase capitalista, ya sea en el mundo de la
empresa, de la ciencia, del cine o del deporte, ello ocurre en la confianza de
que funcionarás como capitalista, esto es, te ayudarás de todos los medios que
pone a disposición el mercado capitalista globalizado para apropiarte de
trabajo no retribuido. Y segundo, la movilidad ascendente no es un medio
para igualar las oportunidades entre los miembros de las familias más ricas y
los de las familias más pobres, y mucho menos un medio para acabar con las
diferencias de clase, sino un medio que usan las clases dominantes para,
reclutando a las mentes más brillantes de las clases trabajadoras, afianzar su
dominio. Y concluimos con las propias palabras de Marx sobre la movilidad
ascendente que los apologistas del capitalismo quieren presentar con los
laureles de la igualdad, de la libertad y de la justicia: “Cuanto más capaz
es una clase dominante de asimilarse a las personas más significativas de las
clases dominadas, tanto más sólido y peligroso será su dominio”.
Creo que donde dice "a los hombres más significativos de las clases dominantes" debería decir "de las clases dominadas" (en la primera parte, no en la repetición del final). Podés borrar este comentario, era para eso nomás. El post está muy bueno.
ResponderEliminarTienes razón, Diego.
EliminarGracias.
No, no debo borrar ese comentario, es señal de una lectura rigurosa.
Se me olvidó decir que sobre la marcha hago la corrección.
Eliminar!Cómo me gustó este artículo¡
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