El líder organiza colectivos al que suministra conceptos y asigna tareas. El líder le da sentido al colectivo y le procura esperanzas, expectativas, ilusiones y metas. El líder entrega su cuerpo y alma a la causa que crea y promueve. Pero llegan los momentos de dificultad y el líder sabe que solo él puede tirar del grupo y volverlo a poner en el cauce del crecimiento. Los demás le expresan su agradecimiento y reconocimiento. Pero eso no llena. El líder en esos momentos de dificultad comprende que está solo y que siempre estará solo. Estará rodeados por sus seguidores y colaboradores, pero se sentirá solo. El líder se siente incomprendido y debe saber que siempre será así. Debe saber que entrega tanto, pone tanto, que termina vaciándose. El líder nunca está contento con los objetivos alcanzados, siempre quiere más y más. Así que siempre estará sometido al martirio de la ansiedad.
¿Qué debe hacer el líder para sentirse
aliviado? No ejercer en todas las ocasiones
y ámbitos de la vida de líder. No debe entregar tanto. Debe dejar que los demás
sigan su propio cauce y que se apoyen en sus propios esfuerzos. Debe aflojar la
tensión con los demás. Debe dejar pasar ciertas cosas. No puede estar en todo y
no puede estar vigilante en todo momento. No puede estar al acecho de todos los
errores. Debe buscar otros ámbitos y otros compañeros de lucha que le queden
lejos, con los cuales no tenga ninguna clase de sentimientos de amistad o
afecto. Así los desacuerdos y las rupturas no le dolerán. Debe dejar que el
mundo siga su curso e intervenir de forma limitada y procurar cambios pequeños.
No debe esperar nada de los demás. Debe asumir con toda certeza que está solo. La
soledad es el sino de los líderes. Pero se puede estar solo y, sin embargo,
estar integrado en el mundo en su dimensión universal, donde predominan las
grandes causas y no las personas.
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