Me piden que haga un análisis filosófico lingüístico de este pequeño texto de Hemingway: “En la orilla del lago había otro bote de remos preparado. Los dos indios estaban de pie, esperando. Nick y su padre subieron a la popa del bote. Los indios lo empujaron y uno de ellos subió y comenzó a remar. Tío George iba sentado en la popa del bote del campamento. El indio joven alejó el bote de la orilla, se montó en él y se puso a remar para llevar a tío George”. Una de las primeras preguntas que podemos formular es por qué Hemingway habla de “otro bote” en vez de decir “un bote”. La respuesta es clara: hay dos botes, en uno va Nick y su padre, y en el otro va tío George. Es indistinto a qué botes llamas “uno” y a cuál “otro”. Y en cada uno de los botes hay un indio que rema. Y hay un indio que es más joven que el otro.
Ahora hablemos de las
funciones psicológicas. Hemingway percibe dos botes y dos indios que esperan la
llegada de los viajeros. Los dos botes, en el ámbito de la percepción, se dan
de modo simultáneo. Pero desde que Hemingway se pone a narrar los hechos, las
cosas cambian. En primer lugar, el lenguaje lo despieza todo y emplea términos
sincategoremáticos, como, por ejemplo, “otro”, que no tienen significado por sí
mismos; y, en segundo lugar, el lenguaje solo existe como fenómeno temporal y
todo lo que es simultáneo lo transforma en sucesivo; y no solo eso, al expresar
la percepción, el lenguaje siempre deja muchas cosas atrás, por ejemplo, todo
lo que hay en la orilla del lago: la tierra, hierbajos, guijarros y restos
orgánicos varios.
Pero lo cierto es que Hemingway
nos habla de dos botes: a uno de ellos lo llama “del campamento” y al otro bote
lo llama sencillamente “otro bote”. En un bote va Nick y su padre y en el
primer bote va tío George. Y en cada uno de ellos hay un indio que rema, y hay
uno que es más joven que el otro. Cuando leemos las palabras de Hemingway todo
se produce de forma sucesiva, pero al final podemos obtener una representación
donde algunos entes se dan de forma simultánea. El movimiento total sería: de
la percepción de Hemingway al lenguaje de Hemingway, y del lenguaje de
Hemingway a la representación del lector. El punto de partida es la percepción y
el punto de llega es la representación, y en medio el lenguaje. Lo que
comparten en común Hemingway y el lector es el lenguaje. Podemos afirmar
entonces que el lenguaje es un mediador entre la percepción y la representación.
En principio hemos
supuesto que en la percepción las cosas se dan de forma simultánea y en la
narración se dan de forma sucesiva. Pero, como siempre digo, hay que ser
relativista. Pregunta: ¿Nos bastaría con una fotografía para reflejar todo lo
que nos cuenta Hemingway? La respuesta debe ser rotunda: No. Necesitaríamos
hacer un vídeo para reflejar todo lo que nos cuenta Hemingway. Luego la percepción
no deberíamos considerarla como si generara una fotografía de los hechos o como
si fueran varias percepciones sucesivas, sino más bien como si generara una película.
Por lo tanto, en la percepción las cosas también se dan de forma sucesiva. Y cuando
decimos que se dan de forma sucesiva, no negamos con ello que haya cosas que se
den de forma simultánea. De este modo el lenguaje, y en lo que afecta a la pareja
de contrarios simultáneo y sucesivo, no se diferencia tanto de la percepción.
Es decir, que, en el ámbito epistemológico, esto es, en el ámbito de cómo
conocemos el mundo, las diferencias entre percepción y lenguaje no son tan abismales
como al principio sosteníamos. Si bien en la realidad se da lo simultáneo y lo
sucesivo entre los hechos, en el lenguaje solo se da lo sucesivo. En el
lenguaje nunca dos palabras se pueden dar de forma simultánea.
Resumamos. En la
percepción y en la representación se dan de forma simultánea los dos botes, al
tío George sentado en uno de ellos, a Nick y a su padre dirigiéndose al otro
bote, y a los dos indios. Este es el primer hecho registrado. Y a continuación y
de forma sucesiva -esto ocurre en los hechos y la percepción se limita a
registrar lo que hay en los hechos-, vemos primero como Nick y su padre se
suben a la popa del otro bote, después cómo los dos indios lo empujan y, por
último, cómo uno de ellos sube a ese bote y comienza a remar. Mas tarde el otro
indio aleja al primer bote de la orilla, donde va el tío George, luego se sube
en él y empieza a remar.
Lo que nos resta por observar
es que cuando nos representamos estos hechos es nuestra imaginación la que
actúa y rellena los huecos que las palabras de Hemingway no nos proporcionan:
el aspecto de los tres viajeros y de los dos indios, y el aspecto del lago, y
muchas cosas más si entráramos en más detalles, como la arbolada que vemos en
la otra orilla del lago, las pequeñas olas y el surco que deja en el lago los
botes en su discurrir.
En el lenguaje no solo se
produce la abstracción de muchos aspectos que se dan en la percepción, sino que
se produce indeterminaciones, como cuando Hemingway nos dice que hay un indio
más joven que el otro. No sabemos la edad de ninguno de los dos. Igualmente, los
sonidos que producen los pasos de los protagonistas, los chapoteos de los remos
en el agua, así como los olores, desaparecen en el lenguaje. Un lector con una
exquisita y desarrollada sensibilidad, tal vez con experiencias en lagos, puede
responder con representaciones enriquecidas a las intenciones significativas de
las palabras de Hemingway.
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