Pregunta Ramón: “¿Existe un todo formado por una
sola parte?” Y añade: “Si así fuera, la
parte sería igual al todo y el todo igual a la parte. No serían dos
determinaciones formando parejas, ni diferenciadas, ni enfrentadas. Sería una y
la misma determinación. Tengo esa duda”.
Las posibilidades de la lógica pura son eso: puras.
La pregunta y el razonamiento de Ramón son lógicos. Pero ¿hay alguna salida
para mantener la diferencia entre el todo y la parte aunque sea el caso de que
sea un todo con una sola parte? Lo primero que tenemos que descartar es que el
todo sea presentado como la suma de las partes. Lo segundo es que todas las
partes no tienen la misma entidad ni el mismo valor.
Pero para no resbalar nos iremos a un ejemplo
sensible. El ejemplo puede o no puede ilustrar por completo las determinaciones
que hemos establecido en el ámbito de la lógica pura. Supongamos que una caja
de cartón sea el todo. Pensemos primero en la caja de cartón sin montar.
Después la montamos. No se ha añadido parte alguna. Sin embargo, la caja sin
montar y la caja montada son todos diferentes. No vayamos de momento más allá,
aunque siempre se puede ir más allá. Supongamos que en la caja montada y
cerrada hacemos en uno de los laterales una pequeña ventana sin hojas que la
cierren. Ahora tenemos un todo, la caja montada, con una sola parte: la
ventana. En este ejemplo mantenemos
claramente diferenciado el todo de la parte y hemos logrado concebir un todo
con una sola parte.
Francisco, antes de nada: gracias por tu respuesta.
ResponderEliminarNo sé si el ejemplo sensible que has utilizado puede o no puede ilustrar por completo las determinaciones establecidas en el ámbito de la lógica pura. Sin embargo, y para no resbalar, lo emplearé para hacer algunas reflexiones.
Por medio del ejemplo sensible que has utilizado me represento dos momentos de un proceso: uno y el primero: una superficie plana de cartón con forma poligonal y, dos y segundo, una caja de cartón de un volumen determinado. Y mediando entre los dos momentos, un proceso de trabajo, el de montar la caja.
Si viera el cartón y la caja como mercancías portadoras de valor económico, diría que el cartón antes de transformarse en caja tenía un valor que puedo considerarlo como una totalidad. Al transformarse en caja por medio del trabajo humano, su valor se transfiere al de la caja, a cuyo valor habría que añadir el valor nuevo creado por el trabajo humano. Ahora el valor de la superficie del cartón no constituye la totalidad, sino una parte: la parte del valor transferido a la caja. Por lo tanto, lo que en un principio se me mostraba como totalidad, ahora lo hace como parte. En este sentido y en términos de proceso, la plancha de cartón es totalidad y parte.
Seguiré con tu ejemplo sensible y con tu consejo: que las partes sean lo más simple que pueda y con figuras firmemente determinadas, como son las figuras geométricas. En el primer momento, veríamos una figura única y total de forma poligonal. Al efectuar el cambio de forma de la plancha de cartón para realizar su fin y transformarla en una caja, hace que ahora se me presente, no como una única y total figura poligonal sino descompuesta en seis partes, de forma rectangular o cuadrada, desempeñando dentro de la totalidad, que sería la caja, diferentes funciones: uno de los rectángulos desempeñaría la función de suelo o piso. El opuesto, la función de cubierta o tapa. Los cuatro restantes la función de cerramiento o paredes laterales. Ahora la totalidad, se me presenta descompuesta en partes que se oponen, con distintas funciones e interrelaciones conformando una unidad. Ahora lo simple se ha trasformado en complejo. El uno contiene a muchos.
Pero iré un poco más lejos. Las formas geométricas de las distintas partes que observo en la caja presentan regularidad y simetría y, al mismo tiempo, diferencias y oposiciones y, en cuanto participan en la totalidad, muestran unidad y conexión conforme a un fin o una ley.
Termino con una cita, que en su día me ayudaste a estudiar, sobre el concepto de armonía. Cito textualmente a Hegel (“Lecciones sobre la estética”. Ed. Akal. Pag 105.)
“La armonía es una proporción de diferencias cualitativas…Pero, al mismo tiempo, los cualitativamente diversos no se hacen ver sólo como diferencias y su posición y contradicción, sino como unidad concordante… que los contiene como un todo en sí unidos.”
Por todo ello, la caja está dotada de armonía.
Lo de la ventana lateral, lo dejo para otro momento.
¡Gracias de nuevo Francisco! ¡Gracias por tu generosidad intelectual!
Ramón Galán.