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viernes, 2 de marzo de 2012

Las imágenes como signos

Peirce define el signo en los siguientes términos: “El signo es algo que está para alguien  en lugar de otra cosa, su objeto, en algunos de sus aspectos”. Siempre me ha parecido esta definición demasiado genérica, con un afán abarcador de tal calibre que poco se puede agarrar con ella. Qué diferente sería hablar, por ejemplo, de los signos lingüísticos, una clase especial de signos. Por este camino siempre se llegaría a postulados más seguros, más firmes, más rigurosos.

Pero donde capto el mayor error en el pensamiento de Peirce es cuando cataloga a las imágenes de signos. Las imágenes, sobre todo las cromáticas, están dotadas de la concreción, de la riqueza de detalles, de la multiplicidad de aspectos, de los infinitos y vitales colores. Pero al capturarlas bajo el concepto de signo de Peirce pierden toda esa concreción, se vuelven opacas, oscuras, indescifrables.
Mi madre, que ya no está entre nosotros, decía señalando a las fotos: ahí tengo a tu padre, a Carmen, a Rubén, a Patricia. La imagen de una cosa no está en lugar de dicha cosa, es la misma cosa, aunque existiendo en otro cuerpo u otro soporte. Cuando veo la imagen de una persona que conozco no tengo necesidad de representarme a esa persona con mi imaginación, pues la imagen de esa persona me viene dada. No tiene sentido duplicar la imagen.
Algunos dicen leer signos en las imágenes, pero lo que en verdad hacen es elevar sobre esas imágenes constructos lingüísticos. Por ese medio no se demuestra que esas imágenes sean signos, sino que han sido convertidas en objetos de signos lingüísticos. Se transforman las imágenes o contenidos de ellas en signos, pero se hace pasar como si las imágenes tuvieran signos. Supongamos una fotografía donde se ve que una persona le señala a otra dónde está determinado lugar: un convento o una mansión. La señal, el gesto indicador, lo realizó la persona fotografiada. Lo que vemos en la fotografía es justamente la fotografía de una señal indicadora, no una señal indicadora. Todo lo que destacamos como signos en la fotografía no son más que los signos que pertenecen al objeto fotografiado.
Las imágenes cromáticas no se leen, se ven. Lo que sucede es que la visión puede ser una visión inteligente, una visión donde el concepto acude para penetrar en su esencia, donde el recuerdo se añade para introducir esa imagen en el sistema de las imágenes. Las palabras y las imágenes se ayudan unas a las otras. Las imágenes necesitan de las palabras para que se pueda expresar el concepto al que pertenece el objeto reflejado, y las palabras necesitan de las imágenes para que su sentido adquiera cumplimiento, alcancen al objeto al que apuntan. 


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