En el foro Filosofía y Pensamiento ha tenido lugar
un pequeño debate, auspiciado fundamentalmente por Yolanda Pérez y Pako Soler,
sobre los siguientes conceptos: potencia, acto, ser y realización. Como era de
prever para hablar de estos conceptos se pusieron en movimiento otros conceptos
y se emplearon ejemplos como ilustración de los mismos. Yolanda y Pako
realizaron ejercicios para medir hasta qué punto habían entendido los
conceptos, circunstancia que les brindó la oportunidad para diferenciar los
productos con forma mercantil y los productos que no la tienen. En este marco
Pako Soler ha hecho uso de los términos “objetivación” y “realización” como si
fueran equivalentes, y en cierto sentido lo serán. Pero me generó ciertas dudas
que ahora quiero poner de manifiesto.
La objetivación
En el capítulo de El Capital dedicado a explicar el proceso de trabajo, Marx dice lo
siguiente: “En el proceso de trabajo la actividad del hombre opera, a través
del medio de trabajo, un cambio en el objeto de trabajo. El proceso se extingue
en el producto. El trabajo se confunde con su objeto. El trabajo se objetiva y
el objeto se elabora. Y lo que en el trabajador era dinamismo, se presenta
ahora en el producto como quietud, en la forma del ser”. Tenemos al inicio del
proceso de trabajo, por un lado, al trabajador, y por el otro lado, al objeto
de trabajo. Hay quietud: ambos están en la forma del ser, como cuando al inicio
de una carrera todos los corredores están quietos y en disposición. Luego viene el movimiento, el ajetreo, el
activismo. A la actividad del trabajador durante el proceso de trabajo la
denominamos trabajo. Y es este trabajo, la actividad del trabajador, la que se
objetiva, la que se hace objeto. Pero el objeto no queda como está, no queda
como al principio, sino que se elabora. Así que en el objeto elaborado, en el producto,
ha quedado objetivado el trabajo. Aquí la objetivación se opone, en parte, a la
subjetividad del trabajador entendida como fuerzas esenciales objetivas que
éste pone en movimiento cuando trabaja, y en parte, al dinamismo del trabajo.
No hablaremos en este ámbito de “realización” como un término intercambiable o
equivalente a “objetivación”. Ya aclararemos más adelante el sentido propio de
“realización” frente a “objetivación”.
La adquisición de la objetividad
En la sección de El
Capital titulada La forma del valor o el valor de cambio,
Marx dice lo siguiente: “La objetividad del valor de las mercancías se
distingue de la Mistress Quickly en que no se sabe dónde encontrarla. En
contraste directo con la burda objetividad
sensible de los cuerpos de las mercancías no penetra en su objetividad
de valor ni un solo átomo de material
natural. De ahí que le puedan dar las vueltas que se quiera a una mercancía,
más como cosa de valor permanece inasequible. Recordemos, sin embargo, que las
mercancías solo poseen objetividad de valor en tanto son expresión de la misma
unidad social, del trabajo humano, que su objetividad de valor, por tanto, es
puramente social, y se sobreentiende entonces que solamente puede presentarse
en la relación social de una mercancía con otra”.
Según lo dicho por Marx, hay cosas o propiedades que
carecen de objetividad. Eso le pasa al valor en su forma natural. Cuando
decimos que en una mercancía determinada, un par de zapatos, se encierra, por
ejemplo, 2 horas de trabajo social, esa propiedad no es objetiva. O lo que es
lo mismo: esa propiedad carece de objetividad. Pero aquí la objetividad no se
opone a la subjetividad. Aquí la no objetividad se entiende en el sentido de
que el valor no es ninguna propiedad natural. Ahora bien, el carácter no
natural del valor no se entiende como una propiedad sobrenatural, sino como una
propiedad social. Y dada esa naturaleza, no hay medio físico para detectarla. Cómo se
resuelve ese problema no es asunto a tratar aquí. La explicación pormenorizada
de cómo el valor adquiere objetividad se encuentra en el propio El Capital de Karl Marx. Si algún lector
quiere estudiar al detalle este proceso, puede leer mi trabajo La transformación de la mercancía en dinero, http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/2000/07/transformacion-de-la-mercancia-en-dinero.html
Pero busquemos ahora una explicación amena. Marx
señala que los valores de uso tienen una burda objetividad. Nadie compraría una
cosa que careciera de objetividad, que no pudiera tocarse, que no tuviera
existencia sensible. No obstante, en contra de esta burda objetividad, Marx
dice, en la misma sección referida al inicio de este trabajo, lo siguiente:
“Todo el mundo sabe, aunque no sepa nada más, que las mercancías poseen una
forma de valor que contrasta del modo más palmario con las multicolores
formas naturales de sus valores de uso, y que es común a todas: la forma de
dinero”. Aquí está respuesta: el dinero es la forma objetiva y acabada del
valor. Al principio el dinero fue la mercancía indígena predominante, por
ejemplo, cabezas de ganado. Luego logró una apariencia más impactante y más apta
como medio de circulación: el oro y la plata. Finalmente adquirió su máxima
objetivación separándose totalmente del valor de uso: el dinero papel. Se
convirtió así en signo del valor, demostrándose con ello la naturaleza social
del valor. A este respecto en Contribución
a la Crítica de la Economía Política Marx se expresa en los siguientes
términos: el oro circula porque tiene valor, mientras que el dinero papel tiene
valor porque circula. De hecho, cuando sobreviene una guerra civil, el dinero
papel deja de circular y pierde su valor. Ahora los vendedores quieren
mercancías reales que tengan valor en sí mismas, preferentemente joyas. El dinero surgió tras un largo proceso de
desarrollo del intercambio mercantil. Es decir la adquisición de la objetividad
por parte del valor fue un proceso que duró años o quizás siglos.
Hay un hecho parecido con el dilema de valor, su
falta de objetividad, en el ámbito de la lingüística. El significado,
presentado como una propiedad inmanente a la palabra, carece de objetividad. El
significado solo es objetivo en el significante. No hay otro modo de captar el
significado que no sea en forma de palabra. El hecho de que haya investigadores
que nieguen la existencia del significado se debe a que el significado concebido
como propiedad inmanente de la palabra aislada es inasequible. Y es inasequible
porque carece de objetividad. No obstante, una propiedad puede carecer de
objetividad y no por ello carece de existencia. Las propiedades sociales
existen, pero en sus estadios de desarrollo más bajos y poco evolucionados
carecen de objetividad. De ahí que cuando las palabras pudieron combinarse
sintácticamente, el significado adquirió existencia objetiva. Los diccionarios
son el ejemplo de esta objetividad. Este proceso también duró siglos.
La objetividad del tiempo
Hay fenómenos, propiedades de la naturaleza, que resultan muy difíciles de
percibir. Uno de ellos es el tiempo. Sólo podemos captarlo comparando dos
cuerpos en movimiento. El reloj es tradicionalmente el modo más objetivo de
representar el tiempo. El movimiento circular de las agujas de un reloj sirve
para medir el tiempo. Llamamos hora, por ejemplo, al tiempo que tarda la aguja
en recorrer una determinada distancia. Medimos el tiempo recurriendo al
espacio: al movimiento de un cuerpo respecto a otro cuerpo que hace de
referencia, en este caso de una aguja en
relación a un círculo. Es difícil captar el tiempo en sí, o mejor dicho, es imposible. Lo captamos de forma relativa,
esto es, en relación con otros fenómenos: el movimiento y el espacio. Así que
la percepción de la objetividad del tiempo es más un intento que una
realidad. Tal vez podríamos concluir que el tiempo sólo es asequible mediante
el concepto. Cuando hablamos de que algo es asequible a la percepción, hablamos
de algo que se nos presenta de forma inmediata. Mientras que si decimos que
algo es asequible mediante concepto, indicamos con ello que ese algo es
asequible mediante varios movimientos cognoscitivos, que incluyes percepciones,
representaciones, juicios y razonamientos. Luego la objetividad dada mediante
el concepto no tiene las mismas
características que la objetividad dada por los sentidos: viene dada de forma
mediada.
Hablo ahora de Hegel. No sé en qué texto leí lo que
les cuento a continuación. Creo que se encuentra en el capítulo dedicado a la
música de su obra Lecciones sobre la
Estética. La forma más objetiva de existencia del tiempo es el sonido. Y si
Hegel no lo dijo así o no llegó a decir eso, quería ser honesto en el sentido
de indicar de dónde provienen las ideas que expongo a continuación. Digamos que
el tiempo puedo tomar cuerpo en varios fenómenos. Pero donde toma su forma más
adecuada es en el sonido. Digo ahora, y ahora ya no es. Digo después y lo que
no era ya es. El tiempo lleva en su seno la negación: el ser que de continuo se
vuelve no ser. Cuando la gente dice que la vida pasa volando, no es cierto. Lo
cierto es que todos los años que ha vivido han dejado de ser. Por eso, parece
que la vida pasa volando, porque el tiempo tiene como esencia el no ser.
El sonido también tiene esa esencia: el no ser.
Cuando oímos una pieza musical, dicha pieza musical existe en el tiempo. Y al
final, cuando la pieza acaba, no hay nada. La música al estar constituida por
sonidos carece de objetividad espacial. Su objetividad es temporal. Y si es
temporal, lleva en su seno la negación, el no ser. Luego la esencia del sonido,
llevar en su seno la negación, es idéntica a la esencia del tiempo. Luego lleva
razón Hegel cuando afirmó que el sonido es la forma más adecuada de existencia
del tiempo.
El ser y la realización
Según Marx los valores de uso se realizan en el
consumo. Luego un valor de uso que no se consume no se realiza. La realización
puede ser entendida en general como el proceso mediante el cual algo se vuelve
real. Pero aunque un valor de uso no se consuma, no por ello deja de ser real.
Luego el concepto de realización que emplea Marx no coincide con esta primera
definición que nosotros hemos ofrecido. Esto nos da una idea de que debemos ser
cuidadosos con el uso de los conceptos y que no podemos ponerlos en circulación
sin antes analizar el sentido en que los
usamos. Así que sustituiremos aquella definición por esta otra: proceso durante
el cual una cosa cumple con la función para la que fue creada. Así cuando un
bolígrafo cumple con su función de escribir, diremos que el bolígrafo ha pasado
de su estado del ser al estado de la realización. Podemos definir este segundo
concepto de realización de acuerdo con el propio contenido conceptual expresado
por Marx y diremos: cuando un valor de uso se usa.
Hablemos ahora de la realización de la fuerza de
trabajo en tanto es un valor de uso. En la sección de El Capital titulada Compra y
venta de la fuerza de trabajo Marx da la siguiente definición de fuerza de
trabajo: “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el compendio
de aptitudes físicas e intelectuales que se dan en la corporeidad, en la
personalidad viva de un ser humano, y que éste pone en movimiento al producir
valores de uso de cualquier clase”. Es conveniente no confundir el trabajador
con su fuerza de trabajo y a ésta con el trabajo. Lo que vende el trabajador al
capitalista o al Estado es su fuerza de trabajo. Y como la fuerza de trabajo es
un valor de uso, su realización es idéntica a la definida de forma general para
todo valor de uso. Así que definiremos la realización de la fuerza de trabajo
como el proceso durante el cual la fuerza de trabajo cumple con la función para
la que fue creada. Así un profesor formó su fuerza de trabajo durante años para
dar clase; si está en paro, su fuerza de trabajo carecerá de realización.
Pero aquello que afirmamos de la fuerza de trabajo,
lo afirmamos de su propietario: el trabajador. Diremos que una persona no se
realiza cuando su fuerza de trabajo no entra en acción, esto es, cuando está en
paro. Pero a la hora de hablar de la
realización de una persona entran en juego otras cuestiones que las que tenemos
en cuenta cuando hablamos de la realización de la fuerza de trabajo. Supongamos
una persona que estudió economía y se ve en la necesidad de trabajar de
limpiadora. Su fuerza de trabajo adquiere realización, pero no en aquella
modalidad en la que fue formada. La persona tiene trabajo, pero no se siente
realizada. Pensemos ahora en una persona que ha estudiado ingeniería y es
contratado como gerente de una empresa. Resulta que como gerente tiene un éxito
inmenso y percibe un suculento sueldo. Aquí hablaremos en el sentido de la
fuerza de trabajo de realización parcial, porque en su calidad de gerente pone
en juego parte de las aptitudes que conquistó cuando estudió ingeniería; pero
en el sentido personal hablaremos de realización plena, pues la persona se
siente contenta del puesto que ocupa y no lo cambiaría por un puesto de trabajo
de ingeniería. Luego no es lo mismo hablar de la realización de la fuerza de
trabajo que de realización de la persona propietaria de la fuerza de trabajo.
El error de Pako Soler, a mi juicio, consiste en confundir la realización de la
fuerza de trabajo con la objetivación del trabajo. Lo que se objetiva no es la
fuerza de trabajo sino el trabajo. Y lo que se realiza, en el segundo sentido
definido, no es el trabajo sino la fuerza de trabajo. Es cierto que solemos
hablar en nuestra vida corriente de la realización del trabajo, pero en un
sentido diferente a los dos expuestos. Cuando alguien nos pregunta ¿ya
realizaste el trabajo?, es equivalente a preguntar: ¿ya terminaste el trabajo?
o ¿ya hiciste el trabajo? En el ámbito de los conceptos los matices y los
detalles son decisivos. Y como hemos vistos una misma palabra, “realización”,
puede ser el nombre del objeto de tres conceptos diferentes: uno, algo que se
hace realidad, dos, cumplir con la función para lo que algo ha sido concebido,
y tres, culminación de una tarea.
Al inicio de este trabajo hice la siguiente
afirmación: “En este marco Pako Soler ha hecho uso de los términos objetivación
y realización como si fueran equivalentes, y en cierto sentido lo serán”. ¿En
qué sentido pueden tomarse como equivalentes ambos términos? Según lo dicho en
ninguno. No obstante, si hay cierta relación de simultaneidad entre los
procesos o situaciones objetivas que designan. La realización de la fuerza de
trabajo coincide con la objetivación del trabajo. Pero la simultaneidad entre
dos procesos no los hace equivalentes.
Me queda por hablar de la realización del valor. Si
del valor de uso decimos que se realiza en el consumo, del valor decimos que se
realiza en el intercambio o mercado. Pero las mercancías expresan su valor
mediante el precio. Así que vamos a detenernos en el precio y ver qué ocurre
con él en el mercado. Los vendedores de mercancías tienen que transmitir el
valor de éstas al mundo exterior y tienen que ponerles un precio. Pero para
medir el valor de una mercancía no es
necesario dinero real, basta con dinero ideal o imaginado, esto es, basta con
signos lingüísticos. Y así lo vemos en los escaparates: sobre las mercancías
vemos anotado un número y al lado el nombre de la moneda de curso legal, por
ejemplo: 100 euros. Con el precio la
mercancía se refiere al dinero como su figura real de valor. Y si la mercancía
se vende, si atrae a un comprador, el precio se realiza: de dinero ideal se
transforma en dinero real. Y si no se vende, el precio no se realiza y el
dinero permanece en su existencia ideal. Pero los comerciantes antes de perderlo todo,
bajan los precios y logran vender sus mercancías sobrantes. De este modo
realizan de modo parcial el valor de dichas mercancías. Cuando aquí hablamos de
realización parcial del valor de las mercancías nos referimos a la
determinación cuantitativa, puesto en lo que se refiere a la realización
cualitativa es plena. Si se vende, aunque sea a precio bajo, el valor de la
mercancía puesta a la venta se realiza, esto es, se transforma en dinero.
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