Risto Mejide es un producto mediático, como Belén
Esteban y tantos otros. Se crece. Ocupa un papel que no merece. Se ha buscado
un sofá donde realiza entrevistas. Su audiencia no se la debe a él solo, sino
tambien a las personas que entrevista. Y como todo el mundo tiene necesidad de
ser mediático, los entrevistados también están interesados en sentarse en ese
sofá. Se crea un interés mutuo entre los entrevistados y Risto Mejide. Teje su
red de influencias en el sistema. Y él aparece incluso bajo la apariencia de
una persona de izquierda y progresista. Está en contra de que las empresas del
Ibex 35 paguen a Hacienda menos del cinco por ciento. Qué fácil es estar en
contra de lo que todo el mundo está en contra. En medio de la reacción contra
el Estado, que en parte lidera Podemos,
aparecen toda clase de elementos
oportunistas y reaccionarios. Incluso el nacionalismo burgués catalán quiere
legitimar su lucha bajo la idea de que el Estado español es democráticamente
deficitario.
Risto le pregunta a Celia Villalobos: “¿Cuánto
ganas?”. No sé por qué los periodistas tienen derecho a preguntarle a los
parlamentarios cuánto ganan sin que
ellos estén en la obligación de informar sobre sus propios ingresos. Los
periodistas se creen con un poder especial sobre los servidores de lo público.
Me gustaría que todos los que participan en el debate de La Sexta de los
sábados dijeran cuánto ganan. También todos los que participan en el programa
Sálvame. La gente, o mucha parte de ella, cambiaría su percepción de los que
allí se desgañitan en críticas a los políticos. ¿Por qué ha de ser público lo
que ganan los parlamentarios y no lo que gana todo el mundo? ¿Por qué la
transparencia solo tiene que alcanzar a lo público? ¿Por qué la corrupción en
la esfera de lo público ha de saberse mientras que en la esfera de lo privado
no? ¿Por qué se ceban tanto en lo público? Todo esto es un cultivo para el
pensamiento reaccionario.
Celia Villalobos sin pensárselo responde: “Como
diputada y como miembro de una mesa gano cinco mil cien euros. Después cuando
solo sea diputada ganaré tres mil. Le dedico muchas horas a esto”. Celia Villalobos, no entiendo por
qué, trata de justificar su sueldo. O si lo entiendo: solo los servidores
públicos tienen que justificar que lo que ganan se lo merece. Belén Esteban
gana muchísimo más y no se ve en la necesidad de justificarlo. Es más: nadie
cuestiona lo que ingresa. Resulta indignante. Hay inversión de valores. Pero
Celia Villalobos parece reaccionar y afirma dirigiéndose a Risto Mejide: “Seguro
que tú ganas más dinero que yo”. Y Risto replica: “Sí, pero a mí me lo paga una
empresa privada, mientras que tu sueldo te lo pagamos todos los españoles”. Y
Celia Villalobos aceptando esa lógica perversa de lo público y lo privado
claudica: “Por eso tengo un concepto mucho más duro de lo que es dinero
público, por eso soy totalmente transparente”.
Esta es la perversa lógica capitalista sobre los
ingresos personales. Como trabajador público, como representante de los
intereses generales, usted tiene que ganar un sueldo moderado, mientras que
como trabajador de una empresa privada usted puede ganar sin límites. Lo
privado se pone por encima de lo público. Peor: lo público se presenta como
medio para el desarrollo y fortalecimiento del interés privado. Lo cierto es que Mediaset
tiene un capital social de 406
millones de acciones. Tal vez esto no lo sabe Risto: se habla de capital social
no de capital privado. Así aparece en todos los ejercicios contables. No sé
cuánto accionistas puede tener Mediaset, pero es muy posible que supere el
millón o sean solo unas decena de miles. Así y todo la propiedad en todas las
grandes empresas privadas es social, la producción es también social y el
mercado al que abastecen es igualmente social. Lo privado, como propiedad de
una sola familia o de dos familias, solo se da en la pequeña empresa. Así que
seguro que todos los accionistas de Mediaset no habrán votado democráticamente
el sueldo que se le paga a Risto. Tampoco el que le pagan a todos los
directivos. ¿Por qué ha de estar bajo la lupa de la crítica los sueldos de los
servidores públicos y no los sueldos de todos los directivos y empleados de las
empresas cuyo capital es social? ¡Ay!, qué critica más débil y superficial
aquella que solo ve la superficie de la injusticia, que las empresas del Ibex
35 tributen menos del cinco por ciento, y no vea el fondo de esa injusticia:
los ingresos que perciben los directivos, consejeros y jefes intermedios de todas esas grandes empresas. Ya lo dije en
otro trabajo que elaboré: la desigualdad no solo está en la oposición entre el
1 por cien de los super ricos y el resto, sino en todos los ámbitos y escalones
de la actividad económica. Y el concepto que más se adecúa a esa realidad es el
de multidesigualdad.
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