Empezaré exponiendo algunas ideas de Samuelson y
Nordhaus contenidas en el capítulo II de su obra Economía. Los comentarios puestos entre paréntesis son añadidos
míos. La transcripción no es absolutamente literal. Busco fluidez y cierta
estética. Todo lo que aparezca entre
comillas son ideas de Samuelson y Nordhaus. “Los economistas teóricos han
demostrado que una economía perfectamente competitiva es eficiente. Pero la
experiencia de dos siglos ha demostrado que el mercado tiene fallos y que no
siempre produce el resultado más eficiente. (Luego los economistas teóricos no
tenían razón. El problema es que no estamos hablando del mercado a secas, sino
del mercado con apellidos, esto es, del mercado capitalista. Y el mercado
capitalista, el mercado basado en el imperio de la propiedad privada, genera
muchas desigualdades, pobreza y enormes sufrimientos a extensos segmentos de la
población). Dentro de esos fallos se encuentran los monopolios, los
descubrimientos científicos, la contaminación y una distribución de la renta
éticamente inaceptable. (Un descubrimiento científico puede permitir a una
empresa colocarse en el mercado en una posición de monopolio y fijar precios
abusivos. A este respecto el Estado hace muy poco por el predominio de la
propiedad privada. Hay que tener en cuenta que los precios constituyen el
reflejo más adecuado para saber si una economía es eficiente o no. Y los
precios en una economía capitalista, sobre todo en lo que afecta a la relación
entre grandes y pequeñas empresas como entre grandes empresas y consumidores,
reflejan un mercado imperfectamente competitivo. El mundo del fútbol entre muchos
es uno de esos ejemplos. No llego a entender cómo los teóricos de la izquierda
radical piensan con los conceptos de la izquierda reformista y solo buscan la
solución de la desigualdad en los instrumentos fiscales y no en impedir las
posiciones monopolistas que adoptan las grandes empresas en el mercado, que se
dan muchísimo más de lo que se piensa y en muchos grados. Hay muchos otros
factores que explican la desigualdad en origen, pero hoy solo voy a referirme a
las posiciones monopolistas).
Al hablar de la eficiencia Samuelson y Nordhaus
dicen lo siguiente: “Adam Smith reconoció que las virtudes del mecanismo del
mercado solo se aprovechan plenamente cuando están presente los pesos y
contrapesos de las competencia perfecta. ¿Qué se entiende por competencia
perfecta? Todos los bienes y servicios tienen un precio y se intercambian en
los mercados. También significa que ninguna empresa o consumidor es suficientemente
grande para influir en el precio del mercado”. Pero como grande es un concepto relativo, ya
que depende con qué lo comparemos y de qué situación concreta estemos hablando,
lo cierto es que en muchos ámbitos y sectores de la economía se da el hecho de
que algunas empresas son lo suficientemente grande como para influir en el
precio del mercado.
Todas las grandes cadenas de supermercados como las
grandes cadenas hoteleras explotan a sus proveedores, sobre todo a los
pequeños: suministradores de pan, bollería, carne, pescado, verduras y frutas;
así como a las empresas de fontanería, de mantenimiento y a un sinfín de trabajadores
autónomos. Tanto las grandes cadenas de supermercado como las grandes cadenas
hoteleras tienen tal poder de compra que ningún proveedor se niega a rechazar
las condiciones de precios que les imponen. De hecho las grandes cadenas de
supermercados pagan precios por esos bienes y servicios un 50 por cien inferiores
a los precios que pagaba un supermercado de los de antes y de los que ya quedan
muy pocos; y las grandes cadenas hoteleras pagan precios aún menores. ¿Qué
consecuencias lleva aparejado esta influencia de las grandes empresas en los
precios del mercado? Varias: las empresas pequeñas tienen beneficios tan bajos que
les impiden modernizar sus instalaciones, los salarios de sus empleados son
notablemente bajos, y la jornada laboral en la práctica suele ser superior a la
de los empleados de las grandes empresas. Hay trasvase de valor de las pequeñas
empresas a las grandes. Podemos observar cómo los sueldos de los directivos de
las grandes empresas son en general superiores a los beneficios de las empresas
pequeñas, y cómo el patrimonio y beneficios de las grandes empresas son
desmesurados. Esta es una de las grandes fuentes de desigualdad en la España
actual: la cruel explotación de las grandes empresas a las pequeñas. Tal vez el
INE debería hacer estudios pormenorizados sobre esta materia.
La pregunta que ahora formulo al lector es la
siguiente: ¿Si sustituyéramos la política económica basada en la austeridad en
el gasto, dominante en los países de la Unión Europea, por una política
keynesiana, esto es, una política de mayor gasto estatal, se acabaría con el trasvase de riqueza de las
pequeñas empresas a las grandes? La respuesta es no. Luego todo el problema de
la desigualdad no puede reducirse a un problema en el cambio de política
económica según proponen PSOE, Podemos e
Izquierda Unida. El problema que nos ocupa tiene que ver más con los graves
fallos del mercado y con la necesidad de que el Estado intervenga para
solucionarlo. A lo mejor no estaría de más establecer unos precios mínimos para
ciertos bienes y servicios. Hace tiempo que se ha establecido un salario mínimo
para evitar el abuso del capital sobre el trabajo. Del mismo modo se debería
establecer unos precios mínimos para determinados bienes y servicios para
evitar el abuso de las grandes empresas sobre las pequeñas. Samuelson y
Nordhaus admiten que uno de los fallos
del mercado que impide que sea eficiente es una distribución de la renta
éticamente inaceptable. Lo que sucede es que solo ve la solución en que “El
Estado fomente la equidad utilizando los programas de impuestos y de gasto para
redistribuir la renta en favor de determinados grupos”. Yo, sin embargo,
propongo que el Estado actúe en la misma raíz del problema, pues no se trata
solo de que se perjudica a las capas pobres de la población, sino que las
grandes empresas impiden la modernización de las pequeñas empresas y se apropia
de buena parte de los beneficios generados por estas últimas. Provoca además
que en la pequeña empresa predominen los bajos salarios. La redistribución
fiscal se presenta como un esfuerzo que hacen los ricos en favor de los pobres.
Pero esto es engañoso, puesto que el exceso de enriquecimiento de las grandes
empresas se debe a que su posición monopolista en el mercado les permite apropiarse
de buena parte de los beneficios generados por las pequeñas empresas.
El mercado, como confluencia de una oferta y una demanda, ha sido motor de la historia, prosperidad de los pueblos y fuente de libertad de las gentes. Mejor se comprendería esto si utilizáramos el término comercio. Aquí me remito a la última obra de Escohotado.
ResponderEliminarAl igual, que para ser útil, un motor ha de ser controlado por una adecuada transmisión y el metabolismo es facilitado por las encimas y la reacción nuclear ha de ser confinada en un reactor; del mismo modo el comercio o el mercado deben ser confinados en un instituciones saludables.
Lo que ocurre es que, el interés de unos pocos, ha establecido a su servicio las instituciones que gobiernan el comercio y el mercado y así aplican o execepcionan, según les conviene, las mismas leyes que supuestamente y cual mano invisible deberían optimizar esos mercados. Por ello, mercados que por tal mecanismo natural deberían haber quebrado, son mantenidos artificialmente y otros que deberían protegerse especialmente son arrojados a las despiadadas ecuaciones financieras.
Y así, acudiendo según conveniencia a argumentos ambivalentes y contradictorios somos perjudicados cada día mientras ellos se benefician.
Acá en mi país existió hace años una institución que regulaba los precios de los productos básicos (leche, frijoles, arroz, maíz). Vino el gobierno de derecha y la desmanteló alegando que era un "elefante blanco". Claro, los precios se dispararon.
ResponderEliminarEn fin, que el robo al consumidor y la explotación del trabajador son los dos ejes del sistema capitalista.