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martes, 30 de octubre de 2012

Comentando a Umpiérrez

Habla Santiago Martínez, miembro del foro Filosofía y Pensamiento:



Siempre que leo Filosofía me preocupa el análisis del lenguaje en que se expresan las ideas filosóficas. Es una preocupación que me viene de mi convicción de que la filosofía analítica, el positivismo lógico y el análisis del conocimiento, desarrollados en el siglo XX, revolucionaron el saber filosófico y decidieron que lo primero que hay que hacer en Filosofía es conseguir proposiciones con sentido, huyendo de tautologías, falsas identidades y confusiones gramaticales, como sustantivar verbos, como el ser, adverbios, como la nada, o confundir ser con estar, ser con existir, o equiparar mitos con razones. En ese sentido, me ha encantado leer tu tesis sobre Spinoza y Dios. Umpiérrez, tu filosofía, a pesar de hablar de abstracciones, sustancia, Dios, entes, atributos, modos, se entiende porque empleas un lenguaje con sentido. Y así, el saber filosófico puede ser útil, no importa si práctico; pero real, es decir, conforme a la realidad, aunque sea formal.

Por eso, no estoy de acuerdo con tu segunda proposición, la que explica por qué el saber filosófico es el menos útil de los saberes “porque es el saber más alejado de la realidad”. Estoy de acuerdo en que es el menos práctico, pero ¿por qué el menos útil? ¿Es correcto identificar lo útil, o lo práctico, con lo real?

Reaccionar de modo formal es analizar el lenguaje. No estoy de acuerdo con que se descalifique el modo formal. Hay que delimitar los conceptos de causa y efecto. Si la causa se causa a sí misma, ¿qué es primero, la causa o el efecto? ¿O son simultáneos? Para que no se produzca el absurdo, hay que partir de la base de que la causa es de alguna manera anterior al efecto. Por lo mismo, y a pesar de que lo haya dicho el mismo Hegel, “podemos pensar en algo que sea causa de sí mismo” es una proposición sin sentido, porque “causa de sí mismo” es impensable.

Tu exposición es una lección digna de un gran filósofo. El método inductivo parte de un axioma (proposición no demostrada), la existencia de los entes, y llega a la formación del concepto. Va de lo particular a lo general. El método deductivo sigue el camino contrario, de lo general –concepto- se dirige a lo particular –entes-. Como van en sentido contrario sus puntos de partida y de llegada son los mismos, aunque en diferente orden. El que fue punto de partida se convierte en punto de llegada. Y aquí está la falacia. Si el inductivo deja sin demostrar la existencia de los entes e induce el concepto general, ¿por qué el deductivo parte del punto de llegada del inductivo y deduce la existencia de los entes, que, ¡vaya casualidad! resulta que había quedado sin demostrar? Por lo tanto, del concepto de Dios, por más Spinoza que se sea, no se deduce su existencia, ya que esa existencia era solo un axioma, y sigue sin demostración.

No obstante, no sé a que viene tu última proposición. ¿Hay que deducir que “Si alguien quiere convencerse de que es imposible que Dios exista, entonces debe leer a Spinoza, o sería mejor establecer que leyendo a Spinoza uno no se convence de la existencia de Dios, lo cual no quiere decir que no exista?

Un afectuoso saludo.

Santiago Martínez

 

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