El saber filosófico es el menos útil de los saberes.
La razón estriba en que es el saber más alejado de la realidad y, por
consiguiente, el menos práctico. En este sentido se parece a la religión. Pero
mientras la religión es un consuelo para las almas sufrientes, la filosofía no
lo es. No obstante, la filosofía ha estado al servicio de la religión. Gran
parte de sus más insignes representantes han dedicado grandes capítulos a
explicar la naturaleza de los dioses. En una época como la actual donde la
gente que cree en Dios se lo representa casi exclusivamente como Jesucristo,
esto es, de una forma concreto-sensible, las ideas esgrimidas por Spinoza, que representan
a Dios preferentemente como sustancia, esto es, de una forma filosófica
abstracta, parecen literatura fantástica.
No puedo estar de acuerdo con Luís Roca Jusmet
cuando afirma que “Spinoza no es panteísta, porque Dios es una palabra que
utiliza por imperativo de su época y que se refiere al ser”. (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=157048). Dios es muy importante en la concepción
filosófica de Spinoza. La primera parte de su Ética se titula De Dios. Y
el concepto que contiene a Dios en la filosofía de Spinoza es el de sustancia y
no el de ser. Lo peculiar en el concepto de Dios de Spinoza es que lo extiende
a unos extremos inusitados. Nada hay en el cielo o en la tierra que quede fuera
del concepto de Dios. En la definición VI de su Ética puede leerse: “Por Dios entiendo el Ente absolutamente
infinito, esto es, una sustancia que contiene infinitos atributos,…”. Después
demostrará que fuera de Dios no existe nada y nada se da sin su mediación.
Lo importante es detallar los conceptos que elabora
Spinoza para explicar la naturaleza de Dios. El primer concepto que elabora es
el de Por causa de sí: “Por causa de
sí entiendo aquello cuya esencia implica la existencia, o sea, aquello cuya
naturaleza no puede concebirse sino como existente”. Ante estas nociones hay
pensadores que reaccionan de modo formal. Este es el caso de Pelayo García
Sierra: “Causa de sí mismo: condición de una causa en virtud de la cual su
sustancia consistiese en ser efecto de su propia causalidad. Esto haría que la causa sui debiera ser anterior a sí
misma, pues la causa es anterior al efecto; por ello la idea de causa sui la consideramos
absurda”. (http://www.filosofia.org/filomat/df127.htm). El formalismo de García Sierra no le permite ver
lo que hay que ver en esa idea: la unidad del concepto y del ser. Y Dios no
puede pensarse sin esa unidad de concepto y ser. Y para aquellos cuyo
pensamiento se desenvuelve bajo el predominio del materialismo burdo, les
advertiré que algo puede no existir y sin embargo puede ser pensado: este es el
caso de Dios. Y lo que puede ser pensado y sin embargo no existir puede hacerse
con lógica o sin ella. Si es el caso que pensamos en la existencia del Dios
cristiano, entonces existencia y concepto deben estar unidos. Así lo formula
Spinoza en la proposición XX: “La existencia de Dios y su esencia son uno y lo
mismo”. Escuchemos ahora a Hegel en Lecciones sobre la historia de la filosofía:
“Esto de la causa de sí mismo es una expresión importante, pues mientras nos
imaginamos que el efecto es lo opuesto a la causa, la causa de sí mismo es
aquella causa que, al actuar y separar lo otro, sólo se produce, al mismo
tiempo, a sí mismo”. No se trata formalmente de saber que la causa es anterior
al efecto, sino si podemos pensar en algo que sea causa de sí mismo, aunque
bajo el punto de vista de la existencia carezca de validez. Una concepción
errónea del mundo no implica que deje de ser un concepto y que no haya una
razón que lo anime. Hay razones equivocadas. El error no es la negación de la
razón sino del acierto. Luego con el pensamiento formal no llegamos muy lejos
en la comprensión del pensamiento de Spinoza, sólo lo declaramos absurdo, esto
es, sólo lo negamos.
En el ámbito científico la existencia de los entes
no se demuestra. Se parte siempre de lo existente o alguna manifestación de lo
existente. Y a partir de ahí mediante la observación y el análisis se elabora
el concepto que lo representa. En el caso de Spinoza el punto de partida es la
esencia o el concepto y a partir de ahí se quiere deducir que el ente concebido
existe. Y en verdad no se deduce, sencillamente se afirma. Si el concepto de
Dios no implicara su existencia, entonces no sería Dios.
El tercer concepto que elabora Spinoza es el de
sustancia: “Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí:
esto es, aquello cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa para
formarse”. Nada hay en la tierra y en el cielo que sea por sí: todo es por
medio de otra cosa. Toda cosa es objeto de otra cosa. Todo ser necesita de otro
ser para existir y se manifiesta en otro
ser. Una persona o una animal necesitan de alimentos para poder existir; luego
no son en sí. La planta necesita del sol y éste manifiesta su fuerza objetiva
en aquella. El punto de partida es la interdependencia entre los seres.
Escuchemos a este propósito a Marx en Crítica
de la dialéctica y la filosofía hegelianas en general: “Un ser que no tiene
su naturaleza fuera de sí, no es un ser natural, no participa de la esencia de
la naturaleza. Un ser que no tiene un objeto fuera de sí, no es un ser
objetivo”. Y unas líneas más adelante añade: “Ahora bien, un ser sin objeto es
un ente irreal, no sensible, puramente pensado, es decir, puramente imaginario,
un ente de la abstracción”. No otra cosa es la sustancia de Spinoza: un ente de
la abstracción. Si sólo es en sí, no es para otro ni es por medio de otro. Y si
no necesita de otro concepto para concebirse, entonces nada hay fuera de él que
forme parte de su esencia. Luego la
sustancia de Spinoza es un ente irreal, imaginario, inexistente.
La definición cuarta elaborada por Spinoza es la de
atributo y la quinta la de modo. “Por atributo entiendo aquello que el
entendimiento percibe de la sustancia en cuanto que constituye la esencia de la
misma”. Y “por modo entiendo las afecciones de la sustancia, o sea, que es en
otra cosa, por la cual también se la concibe”. Resumiendo: la sustancia se
concibe por sí misma; el atributo no se concibe por sí mismo sino por medio del
entendimiento; y el modo es lo concebido por medio de otra cosa. Estas
distinciones se presentan en el pensamiento de Hegel como lo general, lo
particular y lo individual. Estas son las palabras del pensador alemán referidas
al asunto que nos concierne y que están contenidas en el texto referido
anteriormente: “Lo general concreto es la sustancia, lo particular concreto el
género concreto; el Padre y el Hijo son, en el dogma cristiano, particulares de
esa clase, cada uno de los cuales contiene la naturaleza íntegra de Dios, sólo
que bajo una forma particular. El modo es lo individual, lo finito como tal,
que se manifiesta en la conexión externa con otra cosa”.
Ahora llega la definición VI: “Por Dios entiendo el
Ente absolutamente infinito, esto es, una sustancia que consta de infinitos
atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita”. Si
nosotros pensáramos qué puede ser un ente absolutamente infinito, no podría ser
otro que el universo, donde incluiríamos al planeta Tierra y al ser humano con
todas sus conquistas. Luego en este sentido el Dios de Spinoza sería análogo al
universo. Dicho de otro modo: lo que dice de Dios debe decirlo del universo. Después Spinoza nos dice que Dios es una
sustancia. Luego todo aquello que dijimos sobre la sustancia debemos decirlo
sobre Dios: Dios es en sí y se concibe por sí. Pero además añade algo más: es
una sustancia que consta de infinitos atributos. Luego no habrá atributo que el
entendimiento pueda mentar que no sea en Dios.
Pasemos ahora a las proposiciones XIV y XV.
Proposición XIV: “Aparte de Dios no puede darse ni concebirse ninguna sustancia”.
Esto era inevitable. Dada la definición de sustancia, no puede haber otra
sustancia que no sea Dios. Algo que es en sí y se concibe por sí, no puede ser
sino Dios. Pasemos a la proposición XV: “Todo lo que es, es en Dios; y nada
puede ser ni concebirse sin Dios”. Aquí Dios se presenta como la sustancia
donde todos los seres se hunden. Todo lo que es, esta piedra, este río, este
hombre, este sentimiento, y el largo y extenso aquí, es en Dios. Luego nada
existe ni es fuera de Dios. Pero hay más: este pensamiento, este concepto, este
recuerdo y toda cogitatio sólo lo será de algo y sólo lo será con Dios. Dios es
todo. Nada hay fuera de él.
Escuchemos ahora la definición I de la sección
titulada De la naturaleza y del origen
del alma: “Por cuerpo entiendo el modo que expresa de cierto y determinado
modo la esencia de Dios, en cuanto se la considera como cosa extensa”. Todos
los entes que pertenecen al mundo físico tienen cuerpo y, en consecuencia,
tienen cierta extensión. Dejemos de lado de momento las partículas atómicas, que
esto no nos distraiga de lo principal que tenemos que ver. Para Spinoza
cualquier cuerpo, esta mesa en la que escribo, el sol que me abraza, ese
automóvil que corre raudo delante de mí, es una manifestación de la esencia de
Dios. Esto es pura fantasía. Pero hay que hacer una advertencia para que la
gente no se lleve un concepto erróneo de las ideas de Spinoza: el filósofo
neerlandés no dice que esta mesa sea Dios sino que es una expresión determinada
de la esencia de Dios. Todo es signo de Dios. En todo se manifiesta Dios. De
ahí que se le catalogue como panteísta.
Leamos por último la proposición I de la sección
antes referida: “El Pensamiento es un atributo de Dios, o sea, Dios es una cosa
pensante”. Escuchemos ahora la demostración: “Los pensamientos singulares, o
sea, este o aquel pensamiento, son modos que expresan de cierto y determinado
modo la naturaleza de Dios. Compete, pues, a Dios un atributo cuyo concepto
implica todos los pensamientos singulares y por el cual se conciben también
éstos. El Pensamiento es, pues, uno de los infinitos atributos de Dios, que
expresa la esencia eterna e infinita de Dios, o sea, Dios es una cosa
pensante”. Los pensamientos singulares
producidos por los hombres y mujeres a lo largo de toda la historia, desde los
grandes nombres de la ciencia y de la literatura hasta la gente más sencilla,
son modos que expresan la naturaleza de Dios. Luego Dios se manifiesta en todas
las producciones espirituales humanas.
No cabe duda que la idea de Dios forma parte
sustancial del pensamiento de Spinoza. La peculiaridad de Spinoza estriba en
que el contenido del concepto de Dios lo extiende de forma absoluta hacia toda
manifestación del ser y del pensamiento. Todo se hunde y desaparece en Dios.
Todo es por medio de Dios. Este predominio de la idea de Dios en la concepción
de Spinoza queda expresado muy bien por Hegel en Lecciones sobre la historia de la filosofía: “Spinoza afirma que lo
que se llama universo no existe en modo alguno, pues solo es una forma de Dios
y no algo en y para sí. El universo no posee una realidad verdadera, sino que
todo esto se lanza al abismo de una identidad única. Nada es, pues, en la realidad
finita: ésta no posee verdad alguna; para Spinoza, solamente Dios es”. Me gusta
la estética de la expresión hegeliana. Estamos acostumbrados, más hoy día con
las fotografías proporcionadas por los potentes telescopios, a concebir el
universo como un espectáculo para los ojos de primer orden, su inmensidad nos
abruma y su colorido nos entusiasma. Pero nos llega Spinoza y nos dice que nada
de eso tiene una verdad en sí, que el universo no es más que una forma de Dios,
que no es para sí. Y como Dios es concebido como una sustancia abstracta,
resulta estético y muy inteligente decir que Spinoza lanza todo al abismo de la
identidad única.
En muchos círculos intelectuales hay una cierta
confusión acerca del pensamiento de Spinoza. Se afirma que en el pensamiento de
Spinoza la naturaleza es Dios o Dios es la naturaleza. Pero hay aquí un
problema de rigor. Se saltan por encima uno de los conceptos básicos de
Spinoza: el modo. A este respecto dice Spinoza: “Por modo entiendo las
afecciones de la sustancia, o sea, aquello que es en otra cosa, por lo cual
también se la concibe”. Y no es lo mismo decir que A es B que decir que A es en
B. Así que no es lo mismo decir que la naturaleza es Dios que decir que Dios es
en la naturaleza. Pero en todo esto podemos ser más precisos. De hecho Spinoza
afirma que el cuerpo (la naturaleza) es un modo de expresión de la esencia de
Dios. Así que no es lo mismo afirmar que Dios es la naturaleza que afirmar que
la naturaleza es una manifestación o signo de Dios.
Como estos matices no son fáciles de ver en todas
sus consecuencias, pondré un ejemplo analógico que permita al lector apreciar
todo lo que aquí está en juego. Hablemos de la madera. Concibámosla como una
sustancia. Pensemos ahora en una silla de madera, en una mesa de madera, en un
ropero de madera, en una cuchara de madera y en una casa de madera. La silla,
la mesa, el ropero, la cuchara y la casa se presentan como formas particulares
de existencia de la sustancia madera. La madera en su calidad de sustancia se
presenta como el género; y la silla, la mesa, el ropero, la cuchara y la casa
como sus especies. Partimos de la madera y llegamos a cinco formas particulares
de existencia de la misma, partimos de lo abstracto indeterminado y llegamos a
cinco cosas determinadas y concretas. Hagamos ahora el movimiento contrario:
reduzcamos la silla a madera, la mesa a madera, la cuchara a madera y la casa a
madera. Han desaparecido sus diferencias, han sido reducidos a una sustancia
indiferenciada, y hemos obtenido su
unidad abstracta. Por lo tanto, no sería lógico decir que la madera es
mesa, sino que la mesa es una forma particular de existencia de la madera. En
matemática el rigor es básico, pero en filosofía lo es aún más. La falta de
rigor en matemática se nota al instante, en filosofía puede quedar oculta durante siglos.
Creo que los debates sobre si Spinoza es
materialista o idealista no son del todo necesarios. Creo que los pensadores
deben ser examinados más por lo que aportan al conocimiento que por la línea
filosófica que siguen. Y cuando decimos de un pensador que es idealista o
materialista cubrimos muy poco. Es como si las cosas sólo las
conceptualizáramos por su color. Además las líneas de pensamiento no se
presentan separadas de forma absoluta. Bajo una línea de pensamiento
materialista puede haber en el contenido mucho idealismo, y al revés: bajo una línea de pensamiento
idealista puede haber mucho contenido materialista. Esta circunstancia ya había
sido observada por Engels en su obra Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana: “Durante este largo
periodo, desde Descartes hasta Hegel y desde Hobbes hasta Feuerbach, los
filósofos no avanzaban impulsados solamente, como ellos creían, por la fuerza
del pensamiento puro. Lo que en realidad los impulsaba eran, precisamente, los
progresos formidables y cada vez más raudos de las Ciencias Naturales y de la
industria. En los filósofos materialistas esta influencia aflora a la
superficie, pero también los sistemas idealistas fueron llenándose más y más de
contenido materialista y se esforzaron por conciliar panteísticamente la
antítesis entre el espíritu y la materia; hasta que, por último, el sistema de
Hegel ya no representaba por su método y su contenido más que un materialismo
que aparecía invertido de forma idealista”. Así que subrayemos estas dos ideas:
una, por el progreso de las ciencias
naturales el contenido de los sistema idealistas se llena de materialismo, y
dos, el idealismo hegeliano es un materialismo invertido de forma idealista. Lo
he repetido muchas veces. Hay una tendencia al pensamiento absoluto. Las
contradicciones se presentan como si los dos lados opuestos no tuvieran nada
que ver el uno con el otro. Se niegan los matices y se niega que cada lado de la contradicción contenga a su
opuesto. Se niega además la transición entre los contrarios. Bajo categorías
dialécticas puede esconderse un pensamiento rígidamente metafísico. Pero en la
realidad y en el pensamiento las cosas no son así. En los sistemas idealistas
se contienen elementos materialistas y en los sistemas materialistas se
contienen elementos idealistas.
También es importante conocer a los pensadores en
concreto. Y conocerlos liberados de prejuicios. No se trata de saber cuatro
cosas por encima de Spinoza recurriendo a un manual de filosofía, lo mejor es
conocer algunos fragmentos de su pensamiento. Se trata de aprender a pensar
como él y mover las categorías como él lo hace. El pensamiento, el juicio, debe
concebirse como el movimiento de las categorías. Yo he estudiado parte de su
Ética, fundamentalmente el primer capítulo: De
Dios. Me ha encantado. He aprendido muchísimo. Y no me ha preocupado si es
materialista o idealista. No he estado pendiente de ese asunto. Sé que habla de
Dios: el ente más idealista que ha creado el ser humano. Y me ha parecido pura
fantasía todo que ha afirmado sobre su ser, su existencia y su naturaleza. Si
alguien quiere convencerse de que es imposible que Dios exista, entonces debe
leer a Spinoza.
SPINOZA (2012). Ética.
Madrid: Gredos.
G.W.F. HEGEL (1995). Lecciones sobre Filosofía de la Historia III. México: Fondo de
Cultura Económica.
K. MARX y F. ENGELS (1967). La Sagrada Familia. México: Grijalbo.
K. MARX. F. ENGELS (1975). Obras escogidas, 2. Madrid: Akal.
Francisco Umpiérrez Sánchez.
En Las Palmas de Gran Canaria. 26 del 10 de 2012.
ResponderEliminarGracias Capi Vidal por advertirme del error.
Ya está subsanado.
El último fin de semana mi amigo Ramón Galan, miembro también del CEKAM, y yo estudiamos los dos textos de Francisco Umpierrez titulados Spinoza y Dios. Cuando Francisco reflexiona sobre el tercer concepto que elabora Spinoza dice: "Todo ser necesita de otro ser para existir y se manifiesta en otro ser. Una persona o un animal necesitan de alimentos para poder existir; luego no son en sí". Quizás la conclusión quería ser " luego no son por sí". Así se lo hice saber a Francisco en un correo privado siendo su respuesta que la conclusión debió ser: “luego no son por sí”.
ResponderEliminarHabía leído el texto en cuestión más de dos ocasiones. También lo habíamos tratado en una reunión del CEKAM. Pero hasta la última reunión de trabajo con Ramón no caí en la cuenta del error en la mencionada conclusión. Seguro que antes siempre había pensado “no son por sí” donde debí haber leído "no son en sí”. Así que no es lo mismo leer que estudiar.
Disfruto mucho y me siento muy feliz cuando me relaciono con los seres queridos que no están de cuerpo presente. Nunca me siento negado. Sin embargo me refutan constantemente. Me alimentan el espíritu. Esa relación, la refutación constante y no sólo la negación constante, también la puedo realizar y sentir con personas que están de cuerpo presente. Por esa razón disfruto muchísimo de las reuniones del CEKAM, mis clases de música con Vicente Umpierrez y las reuniones de estudio con Ramón Galan.
Un saludo.
Jerónimo