Estas reflexiones conceptuales que hoy comparto con
el lector fueron motivadas por Trust:
una película dramática dirigida por
David Schwimmer y protagonizada en sus
papeles principales por Clive Owen, que hace de padre y se llama Will, y Liana Liberato, que hace de hija y se llama
Annie. Annie, de 14 años, chatea con un joven de otra ciudad de supuestamente
16 años e inician una historia amorosa. Cierto día se conocen en un centro
comercial. Charlie, así se llama el chico, no tenía 16 años ni 25 como le
confesó a Annie la última vez que chatearon, sino más de 35 años. Ella se
desconcertó y se sintió engañada. Él la sedujo, la llevó a un Motel y la violó.
Su mejor amiga que la había visto con Charlie y notó días después de la
violación que le sucedía algo preocupante, lo denunció a la dirección del
Instituto. Llegó la policía se llevó a Annie y todo se puso al descubierto. A
partir ahí la vida familiar de Annie se convirtió en un martirio, sobre todo
por culpa de su padre Will, que no dejaba de pensar en el hombre que había
violado a su hija y en todos los pederastas que existían cerca de su vecindad.
El pederasta no pudo ser capturado y la película terminó con el padre
derrumbándose ante su hija y confesándole que no había sido buen padre, que
debió protegerla y no lo hizo. Sin duda que con estas pocas palabras no puedo
cubrir todo lo que ocurrió en la película. Si el lector pudiera verla antes de
empezar a leer mis reflexiones conceptuales, sería lo ideal. Y si no lo hace,
como los conceptos captan lo que hay de general en los hechos, podrá atender de
todos modos a lo que hay de principal en mi exposición, que no es la película
sino la exposición del contenido conceptual de las categorías que presiden este
texto.
Percepción y parecido
Todos hemos tenido la experiencia de tomar a una
persona por otra. La base de esta confusión está en el parecido existente entre
la persona que conocemos y la persona que tomamos por aquella. La confusión se
supera al momento porque la persona que tomamos por otra nos advierte al
instante que ella no es quién nosotros creemos que es. Esta confusión, tomar
una persona por otra, no se produce entre las personas que más conocemos o que
estamos habituados a verlas a menudo, se produce sobre todo con las personas
que hace tiempo no vemos. Luego en este caso se produce la confusión porque nos
basamos en recuerdos del pasado y no en percepciones del presente. La
percepción habitual de una persona alimenta y actualiza de continuo su imagen
en la memoria. Si dejamos de ver a una persona durante cinco o diez años la
imagen que tenemos de esa persona en la memoria pierde vivacidad y traerla a
actualidad cuesta mucho, los elementos borrosos abundan y la nitidez pierde
muchos enteros. Solo podemos actualizar esa imagen por medio de fotografías.
También ocurre que la apariencia y el cuerpo de esa persona han sufrido
modificaciones al cabo de esos cinco o diez años y si la vemos ahora a lo mejor
no llegamos a identificarla.
La confusión también puede producirse con persona
que conocemos habitualmente. Para que dicha
confusión se produzca entra en juego dos factores importantes: una, que la
persona que percibimos esté lejos y solo podamos percibir el contorno general,
y dos, que nosotros tengamos cierta edad y nuestros ojos fallen. Los parecidos
entre personas distintas aumentan en proporción directa a la distancia a la que
se encuentra la persona percibida y a la falta de calidad de nuestros ojos.
Percepción e imaginación
Después de muerto mi padre al cabo de algunos meses
mi madre me dijo: “Hoy vi a tu padre en la esquina de la calle Pérez Galdós
bajando por San Bernardo. No es la primera vez que me ocurre, ya lo he visto en
varias ocasiones”. Aquí el acto de imaginación no se edifica sobre un acto de
percepción, de modo que viendo a una determinada persona el perceptor se lo
representa como otra, sino que dado un determinado campo perceptivo el
perceptor pone a la persona mediante la imaginación. Sin duda que esto no puede
darse en cualquier persona ni en cualquier clase de relación. Has estado
durante 45 años con una persona y cuando fallece tu deseo de volverla a ver es
inmenso. Sientes su ausencia y lloras su muerte. Y en determinados campos
perceptivos el compañero de toda tu vida se te presenta: un acto de la
imaginación edificado sobre determinados campos perceptivos.
Percepción y
representación
El caso paradigmático de edificación de un acto de
la representación sobre un acto de percepción modificando el contenido
perceptivo viene dado por el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha:
percibía un molino de viento y se lo representaba como un gigante, percibía una
posada y se lo representaba como un castillo, y así en una serie de casos más. Toda
su azarosa vida fue una continua sustitución de la percepción por la
representación. La posibilidad de que esto se produzca, que una persona sobre
un acto de percepción edifique un acto de representación modificando el
contenido perceptivo, lo explica muy bien Cervantes: por una parte, Alonso
Quijano no cesaba de leer libros de caballería y aceptaba como cierto todo lo
que allí se narraba, y por otra parte,
“él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches
leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco
dormir y del mucho leer se le secó el celebro, de manera que vino a perder el
juicio”.
La representación se
impone sobre la percepción en Will
La violación de su hija traumatizó a Will de manera
profunda. De hecho durante todo el tiempo que transcurre la película Will está
más pendiente del pederasta que de su hija. La sed de venganza lo atrapa. Se
imagina cómo fue violada su hija. Se imagina una escena muy violenta y a su
hija gritando que acudiera en su ayuda. Su hija jamás contó cómo fue violada y
la película solo contó el inicio de ese episodio. Will tuvo conocimiento por
medio de la policía de todos los pederastas que vivían en la vecindad donde su
familia residía. Acechó a uno de ellos. Estuvo tentado de comprar un arma de
fuego. Se imaginó irrumpiendo en la vivienda de ese pederasta, golpearlo y al final
matarlo de un disparo. Empezó a chatear haciéndose pasar por una jovencita de
15 años. Se llenó de odio. Le confesó a la psiquiatra que le aliviaría la
detención del pederasta; hecho que nunca ocurrió. Esa era su situación
psicológica. Trabajaba al frente de una especie de revista donde se hacía
publicidad de ropa interior. Y todos sabemos que en esta clase de publicidad
predominan las mujeres muy jóvenes. Bajo esas condiciones la representación
empezó a imponerse sobre la percepción. Dos hechos así lo delatan. El primero
ocurrió en una fiesta de su empresa. Había muchos jóvenes, chicos y chicas,
vestidos de manera muy sexy. De por sí la ropa interior es sexy. En uno de los
carteles publicitarios donde había la fotografía de una joven modelo en ropa
interior, Will se representó a su hija. Escapó de la fiesta desencajado. El
segundo hecho ocurrió en un partido de voleibol donde participaba su hija
Annie. Les recuerdo que Will había estado acechando a un pederasta que vivía en
su vecindad: llamémosle Tom. Pues bien, mientras transcurría el partido vio en
las gradas de enfrente a un hombre haciendo fotografías. Se alteró y perdió la
cabeza. Cruzó el campo de juego, se dirigió al “sospechoso” hombre, lo zarandeó
y lo golpeó reiteradas veces. Unos aficionados lo pudieron sujetar y una
jugadora del equipo contrario al de su hija fue a consolar al joven agredido:
era su novia. Will había confundido a ese joven con el pederasta Tom. Esto es
otro caso donde Will sobre un acto de percepción edificó un acto de
representación que modificaba sustancialmente el contenido percibido. Al igual
que ocurre con Alonso Quijano, tiene que darse un determinado estado
psicológico en el perceptor, haber padecido un profundo trauma, para que la
representación predomine sobre la percepción.
Resumen
Hemos hablado primero de cómo al haber parecido físico entre dos personas y
haber transcurrido algunos años de la última percepción sobre la persona
conocida, podemos tomar a la persona extraña por la persona conocida. La
principal función de la percepción es la identificación y en este caso se
produce una identificación errónea. Y concurren dos factores claves para que se
produzca este hecho: una de índole externa, el parecido entre las personas
confundidas, y otra de índole interna, no actualización del banco de memoria de
la persona conocida.
Hablamos en segundo lugar del caso de que el trauma
psicológico sufrido por una persona tas la muerte de un ser querido trastorna
sus funciones cognitivas: sobre unos determinados campos perceptivos la persona
dolida edifica un acto de imaginación donde aparece la persona fallecida. Aquí
no hay parecido entre personas y el acto de imaginación no se edifica sobre un
acto de percepción. Aquí las condiciones subjetivas tienen un papel decisivo.
No obstante, esa persona imaginada ha sido una persona percibida y querida
durante más de 45 años. Y es obvio igualmente que aquellos campos perceptivos
sobre el que se edifica el acto de imaginación haya sido en muchas ocasiones
actos de percepción. Seguro que mi madre habría visto muchas veces a mi padre
en la esquina de la calle Pérez Galdós bajando la plaza de San Bernardo.
Y hemos hablado en tercer lugar de los actos de
representación edificados sobre actos de percepción y que modifican
sustancialmente el contenido perceptivo. Hemos hablado del caso paradigmático:
Alonso Quijano transfigurado en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Y hemos hablado de Will, del padre de Annie, cuyo dolor tan inmenso por la
violación de su hija hizo que la joven modelo que aparecía en el cartel publicitario se la representara
como su hija y que el novio de la jugadora de voleibol se lo representara como
el pederasta Tom. Aquí, como en los dos casos anteriores, concurren factores
objetivos, se necesita siempre de un objeto de la percepción, y concurren
factores subjetivos, que son los dominantes, sufrir un grave trauma
psicológico.
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