En mi mensaje anterior dije que para transformar el mundo había que transformar previamente la conciencia de la gente. Esta afirmación le pareció problemática a Luis Ledo, y me formuló la siguiente pregunta: ¿no es la superestructura ideológica una consecuencia de la estructura económica que está al servicio de ésta? Las categorías estructura y superestructura son básicas en el marxismo dominante, que las tomó del Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política de Marx, y que con Althousser adquirieron hegemonía total. Gramsci criticó la concepción del marxismo ortodoxo sobre las relaciones de la estructura y de la superestructura, a la que calificó de mecanicista y de unidireccional. Y defendió, frente al marxismo ortodoxo, unas relaciones más dialécticas entre la estructura y la superestructura, afirmando que la segunda también influye sobre la primera. De todos modos, Gramsci permaneció atado a estos conceptos, tratándolos como si fueran los conceptos claves del marxismo. Los conceptos de estructura y superestructura son muy genéricos, poco concretos, y con ellos poco se puede hacer cuando se hacen análisis particulares de la realidad. Hace tiempo que yo me he distanciado de considerar que esos conceptos sean claves en el pensamiento de Marx. Un simple hecho lo atestigua: en el índice de El Capital no figuran dichos conceptos.
¡Aviso importante! Hasta ahora cuando se pinchaba en las etiquetas no aparecían todos los trabajos publicados bajo dicha etiqueta. Ahora hay paginación y se puede acceder a todos los trabajos publicados. Otra cuestión: Soy Ingeniero Técnico y Licenciado en Filosofía, pero de forma general me considero un Investigador Independiente.
miércoles, 21 de julio de 2004
viernes, 28 de mayo de 2004
Sobre la importancia de la teoría del valor
Te seré franco: hay aspectos de tu mensaje que no me han gustado. No sé si son expresiones de paternalismo o de ironía.
Sobre el origen y el uso de las categorías filosóficas
Ya debatí en una ocasión con Luis Ledo sobre el origen y uso de las categorías filosóficas. Las categorías filosóficas suelen tomarse como si fueran espíritus fijos, ideas congeladas, libres del paso del tiempo, contra las cuales uno se tuviera que enfrentar como si fueran fantasmas que nunca pudieran ser atrapados.
Sobre el escepticismo
Una persona X de la colectividad A actúa con honestidad. No pretende engañar ni aprovecharse del otro. Tampoco utiliza su puesto en la sociedad, se dedica a la política, para sacar provecho personal. La honestidad es una cualidad o virtud de la persona X que se pone de manifiesto en sus actos. Con el paso de los años la honestidad que se manifiesta en las actuaciones de la persona X termina por sustantivarse en la persona X: se presenta ahora como una persona honesta. Es así como figura para la comunidad A. De este modo se transforma en un referente moral.
Semiótica de la señal (Husserl, Pavlov, Vygotski y Luria)
Introducción
Llevo mucho tiempo intentando ver claro cómo el lenguaje media la percepción sensible. Hasta ahora sólo había estudiado este problema bajo la óptica de la función nominativa de las palabras. Pero en la segunda quincena de agosto de 2003 viví la inmensa alegría de descubrir una respuesta más clara y elemental en un texto de Luria, titulado “Comportamiento y lenguaje”.
Resumen (Sobre percepción y lenguaje)
No cabe duda de que las relaciones entre el conocimiento sensible y el lenguaje desempeñan un papel estelar en las investigaciones actuales de psicólogos y de filósofos. Mis reflexiones van dirigidas a aclarar y profundizar esas relaciones. Quedando expuestas mediante seis cuestiones que paso a detallar.
¿Qué es la semiótica?
Magariños pone de manifiesto la necesidad de volver una y otra vez a los inicios, a los principios, a los primeros fundamentos. Habla de que la semiótica es una facultad y una disciplina, y habla de la ambigüedad que hay en torno a esa diferencia. Y al compararla con la lingüística, observa que la semiótica está todavía muy atrás en sus distinciones fundamentales.
Principios de la izquierda radical (3)
1. Pequeña nota introductoria. Hay dos lecciones de El Capital que me gustan muy especialmente: una es “Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia”, y la otra “Las rentas y sus fuentes”. La primera lección es fundamental para comprender uno de los problemas más graves de la economía mundial, el desenfrenado y vertiginoso desarrollo de las fuerzas productivas, que provoca que cada vez sea más abismal la diferencia entre los pueblos ricos y los pueblos pobres; y la segunda lección es muy importante para comprender la concepción de Marx sobre el socialismo, expuesto como el tránsito del reino de la necesidad al reino de la libertad. Ambas son lecciones muy útiles. Pero para que su exposición sea comprensible para el lector y pueda extraerles toda la utilidad que encierran, se hace necesario que exponga sucintamente la ley del valor. Así que vamos a por ello.
Principios de la izquierda radical (7) (El Estado y la revolución)
He estado estudiando el artículo de Andrej Grubajic, titulado “El encanto irresistible del anarquismo global”, publicado en Rebelión el 22 de diciembre de 2004. Su lectura me dejó disgustado, desilusionado, con la sensación de que la izquierda radical nunca será una opción seria, digna de crédito, con posibilidades de hacer realidad sus hermosos ideales. Pero esto es fue la primera impresión. Después pasé a la reflexión y la crítica. Y ésta es la que les doy a conocer a continuación.
Principios de la izquierda radical (6) El pensamiento económico del Che o la planificación socialista
Para elaborar este trabajo crítico he tenido en cuenta los siguientes materiales: “La Planificación socialista. Su significado”, de Ernesto Guevara; “La creatividad en el pensamiento económico del Che”, de Carlos Tablada; “En busca del paradigma perdido de Marx y Engels”, de Luis Marcelo Yera; y “Ernesto Guevara: una reflexión de largo aliento”, de Néstor Kohan. Aunque todos estos autores consideran de total actualidad el pensamiento de Ernesto Guevara sobre el socialismo y en especial su defensa a ultranza de la planificación y su negación del mercado, yo creo que no es acertada esta valoración. Y pasaré ahora a explicarles por qué.
Principios de la izquierda radical (4)
La dirección de Rebelión me hizo llegar en su momento una valoración crítica de Carlos Enrique Frade sobre mi trabajo “Principios de la izquierda radical (1)”, respecto del cual el autor de la crítica decía lo siguiente: “es una lástima que el trabajo de referencia contenga errores que puede advertir la “reacción”, quizás provenga del desconocimiento de estos temas por el autor”. Y a continuación detallaba esos supuestos errores, enumerándolos como ejemplos, que hacían un total de cuatro.
Principios de la izquierda radical (3)
1. Pequeña nota introductoria. Hay dos lecciones de El Capital que me gustan muy especialmente: una es “Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia”, y la otra “Las rentas y sus fuentes”. La primera lección es fundamental para comprender uno de los problemas más graves de la economía mundial, el desenfrenado y vertiginoso desarrollo de las fuerzas productivas, que provoca que cada vez sea más abismal la diferencia entre los pueblos ricos y los pueblos pobres; y la segunda lección es muy importante para comprender la concepción de Marx sobre el socialismo, expuesto como el tránsito del reino de la necesidad al reino de la libertad. Ambas son lecciones muy útiles. Pero para que su exposición sea comprensible para el lector y pueda extraerles toda la utilidad que encierran, se hace necesario que exponga sucintamente la ley del valor. Así que vamos a por ello.
Principios de la izquierda radical
1. La necesidad del socialismo. Los marxistas o socialistas en general deberían tener una visión más optimista sobre el futuro del socialismo. Pero esta visión optimista debería basarse en los hechos y no en ilusiones o fantasías. Somos materialistas, no idealistas. Debemos buscar en el propio capitalismo la prueba de que el socialismo es una necesidad, y no en visiones utópicas del futuro o en ciertos ideales de justicia. Si pensamos el capitalismo y el socialismo como polos que sólo se oponen y que siempre se mantienen distantes, en medio sólo habrá vacío. Y así no sabremos cómo pasar de un polo a otro. No hay país capitalista en el mundo cuya economía estatal no represente el 48 o el 50 por ciento de la economía total. No hay gobierno capitalista del mundo, por muy de derecha que sea, que pueda prescindir de la economía estatal. Pero la economía estatal es una economía de propiedad pública. Por lo tanto, el propio capitalismo demuestra la necesidad del socialismo. Dicho de otro modo: el capitalismo necesita del socialismo para poder existir. Nosotros luchamos contra los capitalistas y sus representantes teóricos. De ahí que no haya mejor forma de demostrar la necesidad del socialismo que haciendo ver que el capitalismo no puede existir sin economía pública. De este modo nos ahorramos un sinfín de disquisiciones teóricas y somos más directos, más prácticos. No obstante, dada esta interdependencia de capitalismo y socialismo, hay que aclarar que la diferencia entre los capitalistas y los socialistas estriba en que los socialistas quieren que el resto de la economía sea también socialista, mientras que los capitalistas quieren que siga siendo capitalista. No hay que perder nunca de vista que todas las economías del mundo son economías mixtas, con elementos socialistas y elementos capitalistas. Por lo tanto, son economías de transición. La izquierda radical, aprendiendo de Marx, debe ser muy materialista. Y esto no significa otra cosa que descubrir en el propio capitalismo los elementos del socialismo, en germen o con cierto desarrollo. De esta manera no apareceremos ante la derecha como una fuerza social ilusa, que no tiene los pies en la tierra y que sólo sabe soñar. El socialismo, esto es, la propiedad pública, no es una utopía sino una realidad.
Principios de la izquierda radical (1)
1. Socialismo pobre y socialismo rico. El trabajador es el creador de la riqueza. Por lo tanto, tiene todo el derecho del mundo a disfrutar de ella. El burgués vulgar cuando ve que un trabajador tiene un buen sueldo y disfruta de la vida, lo llama capitalista. Y el socialista vulgar hace lo mismo. Esto es un grave error. La cuestión no está en que los capitalistas disfruten de la vida, sino que sus disfrutes se lo paguen con trabajo ajeno. No estamos en contra del disfrute del capitalista, sino en contra de que se apropie de trabajo ajeno. Lo que todo el mundo quiere para su familia, incluido los trabajadores, es que disfrute de la vida y sufra lo menos posible. Así que por socialismo debemos entender el camino que lleva a que los trabajadores sean más ricos, tengan más ingresos y disfruten más de la vida. Queremos crear un paraíso en la tierra y no en el cielo, en el ámbito de las relaciones económicas entre los hombres y no en la superestructura política. Queremos que el socialismo sea fundamentalmente un socialismo económico. Los trabajadores, sobre todos los trabajadores pobres y medios, pasan muchas miserias en sus vidas y tiene un sinfín de necesidades insatisfechas. No podemos prometer un socialismo a estas clases que suponga sacrificar mediante el trabajo aún más sus vidas. No podemos exigirles más sacrificios. Toda su vida es un enorme sacrificio. Hay que darles satisfacciones. Es más: hay que darles lo suyo, lo que les pertenece, lo que han creado o han contribuido a crear. Y esto es lo que le debe prometer el socialismo a los trabajadores, que los hará más ricos, que podrán disfrutar de la vida muchísimo más. Debe prometerles que no los sacrificará en vida en aras del interés general, como, por ejemplo, en aras del interés de tener una poderosa industria pesada. Así pasaba en la URSS: la riqueza se manifestaba fundamentalmente en los medios de producción, y de ese modo competía cono el mundo capitalista encabezado por EEUU, pero no en la fuerza de trabajo. La vida de los trabajadores de la URSS fue enormemente sacrificada en aras de la industria pesada y de la industria armamentística. Mientras que la industria ligera, la que produce los medios de vida, estaba poco desarrollada y ocupaba poco espacio en la economía total. Así que por razón de que son los trabajadores los que crean la riqueza y por razón de que no se debe sacrificar la vida de los trabajadores en aras del interés general del Estado, debemos defender un socialismo rico, un socialismo donde los creadores de la riqueza disfruten de ella.
Percepción y representación (1)
En todo concepto hay que distinguir el objeto y el contenido. El objeto del concepto lo representaremos mediante un cuadrado vacío, al cual le pondremos el nombre ‘signo’, y el contenido será todo aquello que cada miembro del foro vaya poniendo dentro de ese cuadrado. Uno de los contenidos del concepto de signo en Peirce es “algo que está en lugar de otra cosa en ciertos aspectos”. Como el presidente del gobierno, en sus visitas a otras naciones, está representando a su pueblo, está en lugar de su pueblo, el presidente del gobierno es un signo. Pero no creo que el presidente del gobierno sea un signo. De modo que aquel contenido conceptual, “algo que está en lugar de otra cosa en ciertos aspectos”, no es suficiente para catalogar un objeto como signo. Por eso no estoy de acuerdo en catalogar la representación, tal y como la definí en el ámbito de la teoría del conocimiento, como signo, aunque en ciertos contextos o bajo determinadas condiciones pueda desempeñar el papel de signo.
jueves, 27 de mayo de 2004
Marxismo y marxismos
En el Diccionario de Economía Política de Borisov, Zhamin y Makarova, akal 74, puede leerse: Relaciones de producción: conjunto de relaciones económicas que se establecen entre los hombres, independientemente de su conciencia y de su voluntad, en el proceso de producción, cambio, distribución y consumo de los bienes materiales. Esto es un concepto demasiado genérico, extremadamente universal, que poca utilidad tiene para analizar la realidad concreta. Estos conceptos son mecanismos clasificatorios, no mecanismos de análisis. Además son conceptos congelados, sin vida, sin movimiento. Pensemos en un trabajador cualquiera y enumeremos las relaciones económicas que vive día a día: paga al conductor de la guagua la tarifa del viaje, trabaja para una empresa a cambio de un salario, compra en un centro comercial los bienes que necesita y solicita un crédito al banco para comprar una vivienda. Lo que hace Marx en El Capital es analizar todas estas formas económicas y descubrir su fondo oculto. Y esa debería ser una de las capacidades los marxistas: ser capaz de analizar todas esas formas económicas. Pero no hace eso, no analiza al detalle todas las relaciones económicas de las que participa el trabajador, sino que agrupa todas esas relaciones bajo la categoría ‘relaciones de producción’.
domingo, 23 de mayo de 2004
Los pensadores y las realidades viejas
Es cierto que las ideas de Marx fueron elaboradas sobre la mitad del siglo XIX, pero no por ello se puede afirmar que han perdido actualidad. Kant, por ejemplo, es más viejo que Marx, sin embargo, Luís Ledo considera que sus ideas sobre la apariencia y la esencia son más operativas que las de Hegel y las del propio Marx. Descartes es aún más viejo, y Aristóteles lo es más todavía, no obstante, muchas de sus ideas siguen siendo útiles en la actualidad. Sin ir más lejos, Pablo Romero ha hablado de la necesidad de reflexionar sobre las ideas de Aristóteles referidas a la clase media, porque son de importancia clave para comprender las sociedades modernas. Adam Smith es un economista muchísimo más viejo que Marx, sin embargo, sus textos ocupan un lugar privilegiado en las facultades de economía de todas las universidades del mundo capitalista.
Los extremos mediados de una relación
Un hombre A camina por la playa. Sobre la arena B van quedando las huellas de sus pies. Los extremos de la relación son: el hombre A y la arena B. Y el resultado de esa relación son las huellas. (Las imágenes sensibles deben ser concebidas igualmente como resultado de la relación entre el objeto percibido y el sujeto perceptor, y no sólo como obra del sujeto perceptor). El hombre A y la arena B son fuera de esa relación un hombre en general y arena en general. Pero en esa relación cada uno es por medio del otro: el hombre A es el objeto expresado, el objeto que expresa sus referencias, mientras que la arena es el medio de expresión, el objeto sobre el cual el primero expresa sus referencias. En esa relación el hombre A desempeña el papel de objeto expresado, mientras que la arena B desempeña del papel de medio de expresión. Pero el hombre A sólo es objeto expresado por medio de la arena, que hace de medio de expresión; y la arena sólo es medio de expresión por medio del hombre A, que hace de objeto expresado.
Lenguaje y práctica
Jerome Bruner, en la página 65 de su libro Acción, pensamiento y lenguaje, editado por Alianza, 1989, dice lo siguiente: “He puesto gran énfasis en la semejanza entre la acción y la estructura del lenguaje con el fin de proponer una hipótesis crítica: el uso inicial del lenguaje probablemente se basa y está estrechamente relacionado con la acción. La estructura inicial del lenguaje y, ciertamente, la estructura universal de su sintaxis es una extensión de la estructura de la acción. La sintaxis no es arbitraria; sus casos reflejan los requisitos para señalar la acción y representarla: agente, acción, objeto, locación, atribución y dirección son algunos de ellos”.
Las diferencias entre el hombre y el animal
La tradición filosófica de todos los tiempos señala que lo que diferencia al hombre del animal es el lenguaje. Es cierto que esto es una diferencia esencial, pero el hombre y el animal se diferencian por un sinfín de cosas más. El error, a mi juicio, no ha estado en señalar esta diferencia esencial, sino haberla tomado en sentido absoluto y exclusivo. El aspecto físico, la vestimenta, los sentimientos y las actividades prácticas son algunas cosas que diferencian al hombre del animal. Pero también el propio mundo exterior del hombre, el mundo de las cosas, es muy diferente del mundo exterior de los animales. Por este camino sí que se ha incurrido en un grave error: fijarse sólo en el sujeto para hallar la diferencia esencial entre el hombre y el animal, y olvidarse por completo del objeto, del mundo exterior.
La religión
Vaya por delante que soy profundamente ateo. Esto no significa que sea ciego en mi lucha contra la religión. Sucede en ocasiones que personas que se tienen por ateas se comportan de manera religiosa ante ciertos hechos de la vida y de la ciencia, mientras que personas religiosas en los mismos asuntos se comportan de forma científica. Escuchemos a Marx a este respecto en tres ocasiones. Primera ocasión: “El hombre, que sólo ha encontrado en la realidad fantástica del cielo, donde buscaba un superhombre, el reflejo de sí mismo, no se sentirá ya inclinado a encontrar solamente la apariencia de sí mismo, el no-hombre, donde lo que busca y debe necesariamente buscar es su verdadera realidad”. Segunda ocasión: “El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre. Y tercera ocasión: “La superación de la religión como dicha ilusoria del pueblo es la exigencia de su dicha real. Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas vale tanto como exigir que se abandone un estado de cosas que necesita de ilusiones”.
La realidad detrás de la apariencia
En su último mensaje Luís Ledo dice lo siguiente: “Por lo tanto ni idealismo ni positivismo: hay que darse cuenta que no podemos traspasar la barrera de la apariencia, pero también que existe, detrás de ella, la realidad”. Surge aquí una pregunta: si no podemos traspasar la apariencia, ¿cómo podemos saber que existe detrás de ella la realidad? Caben dos respuestas: una, hay algo en la apariencia que delate que hay una realidad detrás de ella, y dos, es lógico y razonable que haya una realidad detrás de la apariencia. Si optamos por la primera solución, debemos defender la unidad de la apariencia con la esencia, donde la primera es signo o manifestación de la segunda. Y si optamos por la segunda solución, hay que explicar cuáles son las razones para pensar de ese modo.
La producción de los medios de subsistencia
Aunque la pregunta se la formulaste a Clara, yo te daré una respuesta, puesto que esa tesis la he usado en un sinfín de ocasiones. El razonamiento de Marx esta constituido por la siguiente cadena de juicios: uno, la primera premisa de toda existencia humana es que el hombre se halle en condiciones de poder vivir para hacer historia. Quien se muere, no hace historia o deja de hacerla. Dos, para poder vivir es necesario comer, beber, vestirse, alojarse bajo un techo y algunas cosas más. Tres: por lo tanto, el primer hecho histórico es la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material misma. Para afianzar más esta conclusión, Marx añade lo siguiente: este hecho es una condición fundamental de toda historia, que lo mismo hoy que hace miles de años necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres.
La ideología como causa inversora
Uno de los grandes errores teóricos del marxismo actual estriba en presentar la ideología como causa de que la gente tenga una concepción invertida del mundo. Se presentan las cosas como si en la realidad hubiera un determinado orden que la ideología dominante se encarga de invertir y de ocultar. Pero quien haya leído detenidamente a Marx sabrá que eso no es así, sino del siguiente modo: la concepción invertida del mundo es fruto y reflejo de un mundo invertido. Es en la práctica social donde se produce la inversión, y lo único que hace la ideología es reflejarla o expresarla. Pongamos un ejemplo sencillo que aclare esta tesis que defiendo. Sobre una mesa ponemos una manzana con un cuchillo y enfrente situamos un espejo. Supongamos ahora que una persona X empuñando el cuchillo con su mano derecha corta la manzana. Si miramos el espejo veremos lo contrario: la persona X empuñando el cuchillo con su mano izquierda corta la manzana. Lo que fuera del espejo se presenta como obra de la mano derecha, en el espejo aparece como obra de la mano izquierda. Vemos, por tanto, que en las relaciones físicas entre los objetos se invierten las propiedades sin que intervenga ideología alguna.
La identidad ideológica
No considero a la ideología como si fuera una e indivisa, frente a la cual cada uno de nosotros la interpretara de manera distinta, sino que la considero como una multiplicidad de la que cada uno de nosotros destaca el aspecto que más le interesa. No interpretamos la ideología de manera distinta, sino que destacamos de la ideología aspectos distintos. Por ideología entenderemos la concepción general que tiene cada persona sobre el mundo, y que incluye contenidos económicos, políticos y filosóficos. Así que de modo general se puede decir que cada persona tiene una identidad ideológica. No obstante, hay que observar que hay personas que tienen su ideología muy elaborada y otras no. Hoy hablaré mediante un ejemplo concreto del carácter negativo de la ideología de la extrema izquierda, en la que milité durante cinco años de mi vida.
La filosofía analítica
Una cosa es anunciar supuestas ideas valiosas y otra bien distinta es demostrar su eficacia y verosimilitud. La Filosofía analítica defiende las siguientes tesis: una, los problemas filosóficos consisten en confusiones conceptuales, dos, las confusiones conceptuales se derivan de un mal uso del lenguaje ordinario, y tres, la solución consiste en una clarificación del sentido de los enunciados donde se formulan los problemas filosóficos. Esto es lo que anuncia la Filosofía analítica. Pero hay que exigirle que lo demuestre. Te hago una propuesta: seleccionemos un texto filosófico determinado, por ejemplo, la exposición sobre el ser por parte de Hegel en su Lógica. Ahora la Filosofía analítica debería demostrar lo siguiente: cuáles son los errores conceptuales en los que incurre Hegel, de qué mal uso del lenguaje ordinario se derivan sus errores, y cómo quedan clarificado los enunciados que constituyen dicho texto. Si quieres seleccionar otro texto filosófico para demostrar la sapiencia de la Filosofía analítica, lo acepto y quedo a la espera.
sábado, 22 de mayo de 2004
Cosas materiales y cosas mentales (La falta de precisión)
Rom Harré y José Miguel Sagüillo, en su obra El movimiento anti-metafísico del siglo veinte, Akal 200, página 9, dicen lo siguiente: “La experiencia de la vida cotidiana nos presenta dos categorías de seres: las cosas materiales (por ejemplo las coles y las ciruelas), y las cosas mentales (por ejemplo un deseo ardiente por un plato de mejillones)”.
La esperanza en un mundo mejor
La libertad y la igualdad, tal y como estos vienen objetivados en el Estado de derecho, son una conquista histórica de la burguesía. Sin embargo, estos conceptos son tomados como señas de identidad de la izquierda. La razón de que esto sea así se debe a que en algunos países y en determinadas coyunturas históricas ha sido la izquierda, como ha sucedido en el caso de España, la que ha llevado a cabo los objetivos históricos de la burguesía. Pero el hecho de que la izquierda desempeñe el papel que históricamente le corresponde a la burguesía, no implica que la libertad y la igualdad sean las señas de identidad de la izquierda socialista. Y si todavía la izquierda real, el PSOE, sigue haciendo de la libertad y la igualdad sus señas de identidad, esto indica que no quiere ir más allá de la misión histórica de la burguesía. Dicho de otra forma: el PSOE es una izquierda burguesa, no una izquierda socialista. Les recuerdo que en el Manifiesto Comunista Marx y Engels hablaron de cuatro tipos de socialismo: socialismo feudal, socialismo pequeñoburgués, socialismo alemán o socialismo “verdadero”, y socialismo y comunismo crítico utópico. El socialismo soviético, por ejemplo, fue un socialismo cuasi feudal. Y el socialismo practicado en China por la banda de los cuatro fue un socialismo pequeño burgués, utópico y reaccionario. Y el socialismo del PSOE, como indiqué anteriormente, es un socialismo burgués.
La enajenación de la sociedad civil por medio del Estado
Una gran parte de la crítica de la izquierda radical está dirigida hacia el Estado. Para la conciencia teórica marxista el Estado es siempre un Estado de clase, pero para la conciencia mayoritaria el Estado es una tercera cosa frente a todos los ciudadanos que tiene el don de la neutralidad y que puede caer alternativamente en manos de la izquierda o de la derecha. No digo que no sea cierto lo que dicen los marxistas, que todo Estado es esencialmente un Estado de clase, pero también hay que saber que no es así como se manifiesta. El error de una buena parte de los marxistas estriba en que sólo se dedica a proclamar a los cuatro vientos cuál es la esencia del Estado, pero descuida por completo el estudio de su rica y variada manifestación.
Lenguaje y mundo (Jerome Bruner)
(Obra referida: El habla del niño de Jerome Bruner, Editorial Paidós, 1986)
Escuchemos a Bruner en la página 35 del libro citado. “...los niños tenían y necesitaban tener un conocimiento operativo del mundo antes de que adquirieran el lenguaje. Ese conocimiento le daba objetivos semánticos, por decirlo así, que correspondían, de alguna manera, a las distinciones que adquirían en el lenguaje. Un conocimiento del mundo, apropiadamente organizado en términos de un sistema de conceptos, podía darle al niño indicios de hasta dónde se podía esperar que se dieran distinciones en el lenguaje, e incluso alertarlo con respecto a las distinciones”.
Imagen acústica y concepto
Unidad interna entre significante y significado. Si consideramos a la palabra ‘mesa’ de forma aislada, la concebiremos como una unidad interna entre significante y significado. El significante es la parte física del signo y, en consecuencia, es objeto de la percepción auditiva en el caso del lenguaje hablado y objeto de la percepción visual en el caso del lenguaje escrito. El significado, por su parte, es la parte social del signo, pero no tenemos manera de percibirlo sensiblemente. Admitimos que es una propiedad inmanente a la palabra, pero su existencia carece de objetividad. Pero así como el espíritu sólo tiene existencia objetiva en un cuerpo humano y, al decir de Hegel, su forma más adecuada de existencia, el significado de la palabra ‘mesa’ sólo cobra existencia objetiva por medio de otras palabras. Así que en vez de considerar a la palabra ‘mesa’ de forma aislada, que es lo que hemos hecho hasta aquí, vamos a considerarla ahora en sus relaciones de intercambio con otras palabras.
Ilích Ulianov y Lenin
El trabajo que presento al lector está motivado por la lectura del trabajo de Heiko Khoo titulado “Noam Chomsky y el marxismo”, donde Khoo combate la errónea representación que tiene Chomsky sobre Lenin. Esto es un asunto sobre el que hace ya bastantes años tomé una postura. Habrán observado por mis escritos anteriores que nunca empleo el nombre de Lenin sino el de Ilích Ulianov para llamar al más grande de los marxistas del siglo XX. Y paso ahora a explicarles por qué. Una de las pistas se encuentra en la “Ideología alemana”, de Marx y Engels, en especial en el uso que hacen de la obra de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, para criticar al socialismo idealista; y la otra está en ciertos escritos de Borges, donde habla de Alonso Quijana en vez de Don Quijote.
Hegel boca abajo y boca arriba
Para los marxistas es muy importante aclarar las relaciones entre Hegel y Marx, entre el idealismo dialéctico y el materialismo dialéctico. Debemos de saber que la educación filosófica actual en los países occidentales silencia a Hegel. Es un modo indirecto de silenciar a Marx. También debemos abandonar algunos tópicos sobre el lenguaje de Hegel que lo determinan como un lenguaje enrevesado y abstruso. En Hegel hay un rigor, una precisión y una riqueza categorial que no encontramos en ninguno de los pensadores empiristas y positivistas más afamados. La diferencia entre los empiristas y Hegel es la diferencia entre el pensamiento superficial y el pensamiento profundo, y no entre el pensamiento claro y el pensamiento enrevesado. No digo que el lenguaje de los empiristas no sea claro, y con cierto grado de rigor, pero es pobre en contenido si se le compara con el pensamiento de Hegel. El mundo es muy complejo y Hegel es de los pensadores que mejor han dado expresión teórica a esa complejidad. Vladimir Ilích, cuando estudió La Lógica de Hegel, comprendió que había que hacer justicia con ese grandioso pensador, hasta el punto de afirmar que sin comprender esa obra era imposible entender El Capital. Y hoy día sigue siendo aún más necesaria esa justicia. El mayor enemigo de la filosofía marxista en la actualidad es la filosofía empirista en forma pura o en su versión neopositivista o kantiana. Y el mayor antídoto contra esas corrientes filosóficas, que son las dominantes en las sociedades capitalistas, es el pensamiento de Hegel. Así que debemos ver en Hegel un aliado fundamental del marxismo en su lucha contra la concepción burguesa del mundo.
Estados de actitud proposicional
Jonathan Lowe, en su obra Filosofía de la mente, en la página 43, editada por Idea Book 2000, dice lo siguiente: -Vamos a comenzar por el examen de los estados mentales que los filósofos gustan de denominar estados de actitud proposicional. Se incluyen entre ellos creencias, deseos, intenciones, esperanzas y temores, por mencionar sólo algunos. Un rasgo común de tales estados es que podemos atribuírselo a los sujetos de experiencia utilizando enunciados de la forma “S f que p”. Aquí ‘S’ denota a un sujeto o persona particular, ‘p’ representan una proposición y ‘f ‘ representa a alguno de los llamados verbos de actitud proposicional, como puedan ser ´creer´, ´desear’ o ‘temer’. Se denomina ‘verbos de actitud proposicional’ a tales verbos porque se considera que cada uno de ellos expresa una actitud que un sujeto pueda tener ante una proposición. De modo que las oraciones siguientes pueden todas ellas utilizarse para atribuir actitudes proposicionales a sujetos: ‘Juan cree que está lloviendo’, ‘María desea que salga el sol’ y ‘Ana teme que va a mojarse’-.
¿Es el marxismo una ciencia?
En el ámbito del pensamiento filosófico contemporáneo suele entenderse por ciencia sólo a las ciencias naturales. Esta concepción es tan dominante que para determinar el carácter científico de una teoría se emplea por regla general una ciencia natural como patrón de medida. Esta postura no debe tomarse como una simple opción ideológica, sino como un grave error teórico de funestas consecuencias sociales, puesto que nos lleva al escepticismo y a la impotencia en la solución de los graves problemas del mundo. La tesis principal de este escepticismo es que los fenómenos sociales no pueden analizarse científicamente. ¿Y por qué? Porque en todos los fenómenos sociales actúa el hombre con sus intereses y opiniones, haciéndonos caer inevitablemente en el subjetivismo. Argumento débil donde los haya, pero que hace mella. El hecho de que un argumento tan débil sea dominante y vigente, señala el grado de debilidad extrema al que ha llegado el frente ideológico marxista.
El traje del prisionero
Presento a todos un pequeño análisis semiótico de un cuento del Naguib Mahfuz titulado “El traje del prisionero”. Los hechos narrados transcurren en Egipto. El contenido semiótico presente en este cuento es amplio y variado, pero sólo me centraré en el aspecto de la vestimenta. Lo primero que haré será exponer de forma sucinta dicho cuento. Luego pasaré al breve análisis. El Buche, nombre del protagonista principal, era un cerillero que vendía cigarros y cerillas en la estación de al-Zagazig cuando pasaba el tren. Estaba harto de su vida y descontento con su suerte. Si hubiera sido libre de elegir su destino hubiera preferido ser chófer de algún rico, vestir ropa de effendi, comer lo mismo que el bey y acompañarle a sitios selectos. Pero había una razón más profunda que lo empujaba a sentir ese deseo: cuando vio que Fino, el chófer de uno de los Importantes, paraba a Nabawyya, la criada del comisario, y le expresaba su deseo de casarse con ella. Oyó que le decía: “Pronto vendré con el anillo...”.
El rostro y las máscaras
Como la reflexión de Pablo tiene en Proteo una de sus bases, al igual que la reflexión de Rafael Argullol la tiene en Acteón y Diana, quisiera empezar mis pesquisas por dichas bases. Los dioses habían retenido a Menelao en Egipto, en la isla Faro, durante veinte días. Gracias a Idotea, la hija de Proteo, pudo salir de allí. Proteo, después de señalar que los dioses lo saben todo, le preguntó a Idotea: ¿quiénes de los dioses me retienen y cómo llevaré a cabo el regreso a mi tierra natal? E Idotea le respondió que Proteo podía darle la respuesta. Pero para que Proteo le diera la respuesta tenía que apresarlo. Y esto lo podía hacer cuando el siervo de Poseidón saliera del mar y se acostara en una gruta rodeada de focas. E Idotea añadió: “Tan pronto como lo vean durmiendo, pongan a prueba sus fuerzas y reténganlo allí mismo, aunque trate de huir ansioso y precipitado. Intentará tornarse en todos los reptiles que hay sobre la tierra, así como en agua y en violento fuego. Pero ustedes reténganlo con firmeza y aprieten más fuerte. Y cuando él te pregunte qué quieres saber, volviendo a mostrarse tal y como lo vieron durmiendo, abstente de la violencia y suelta al anciano”. Como era muy difícil para un hombre mortal sujetar a un dios, Idotea le aconsejó a Menelao que se acompañara de tres de sus mejores hombres. Y así lo hicieron, pudieron sujetar a Proteo, aunque éste se ayudo mientras tuvo fuerzas de sus engañosas artes, y se convirtió en león, en dragón, en pantera, en jabalí, en fluida agua y en árbol de frondosa copa. Pero una vez fatigado y retenido, Proteo volvió a adoptar su forma propia y le preguntó a Menelao qué quería saber. A lo que Menelao respondió: ¿quién de los inmortales me detiene y cómo llevaré a cabo el regreso a mi tierra natal? Y Proteo le respondió que los dioses le habían retenido por en no haber realizado hermosos sacrificios a Zeus, que debía volver a recorrer las aguas de Egipto y sacrificar sagradas hecatombes a los dioses. Así lo hizo y regresó a su tierra natal.
El proceso de hominización
Jerome Bruner se plantea el problema de la adquisición del lenguaje y estudia, en consecuencia, cuáles son las condiciones previas que se deben dar en el niño para que esto sea posible. Considera un antes y un después. En Marx, por el contrario, la filogénesis antropológica del ser humano se plantea como la concurrencia simultánea de cuatro determinaciones: la satisfacción de las necesidades básicas, la producción de instrumentos de trabajo, la procreación y el lenguaje. De manera que cuando se supone un homínido constructor de instrumentos de trabajo, debe suponerse igualmente un homínido que ya hace uso de un lenguaje, aunque sea a un nivel muy embrionario. El mono cercopiteco, sin ir más lejos, hace uso de muchas vocalizaciones distintas, aunque las más famosas son las cuatro llamadas de alarma.
El pensamiento filosófico
El pensamiento filosófico se presenta en ocasiones, sobre todo entre los pensadores franceses, como un movimiento de palabras. No se descubre por medio de esos pensamientos aspectos nuevos de la realidad, sino nuevos nombres para las cosas de siempre y algunos enredos conceptuales sobre problemas viejos. El lenguaje se vive como una cárcel. No se presenta como algo abierto al mundo y a su influencia, como un medio que refleja el mundo y que regula nuestra conducta, sino como un mundo aparte y en contra del mundo sensible, encerrando al sujeto sobre sí mismo. Y cuando este yo se proyecta en el exterior por medio de lenguaje, como dice Cassirer, en vez de tratar con las cosas mismas, sólo conversa constantemente consigo mismo.
El método
Este mensaje está pensado especialmente para Paula. Ella habla de que está buscando un método para sus investigaciones. Hay gente que cree que se puede hallar un método de investigación para un campo determinado de fenómenos antes de realizar la investigación. El método, a mi juicio y según mi experiencia, brota de la propia investigación. Sólo investigando podemos descubrir el método que mejor conviene a la clase de fenómenos que se investiga. No existe el método sino los mil y un métodos. Creo que el mejor consejo que se le puede dar a un investigador es que sea metódico en todo lo que haga, no que tenga un método o vaya en búsqueda de un método. Uno de mis principios metódicos, que asimilé de Husserl, es la lucha sin tregua contra la contingencia. Busco que se exprese la necesidad, el orden y la ley. Y todo esto es contrario al pensamiento contingente, esto es, al pensamiento que se mueve en mil direcciones a la vez, o esa forma de pensar que lleva a una persona a ir de una cosa a otra, y de ésta a otra y a otra. La contingencia es un continuo alejarse del centro y la incapacidad de permanecer en el centro. En la contingencia el pensamiento pierde de vista sus objetivos centrales y se pierde.
El lenguaje como instrumento
De una cosa o persona pueden decirse muchas verdades y no una sola. Y esto es así, no sólo porque la cosa o persona es un conjunto de muchas determinaciones, sino porque también tiene una historia. La concepción del lenguaje como instrumento pertenece originariamente a Vygotski. Es cierto que el lenguaje es un instrumento o tiene un carácter instrumental, pero también es muchas cosas más. El error teórico estriba, no en señalar que el lenguaje es un instrumento, sino en querer captar el lenguaje en su integridad sólo bajo el lado de que es un instrumento. De todos modos, hay muchos lectores de Vygotski que se olvidan de aspectos importantes de la formulación originaria de esa idea. Así que no estará de más escuchar a Vygotski, en las páginas 89 y 90 de su obra El desarrollo de los procesos psicológicos superiores, editado por Crítica en 1996: “Como ya hemos señalado, la analogía básica entre signo y herramienta descansa en la función mediadora que caracteriza a ambas. Por ello, pueden ser incluidas, desde la perspectiva psicológica, bajo una misma categoría. Podemos expresar la relación lógica entre el uso de signos y herramientas mostrando cada concepto incluido bajo otro concepto más general de actividad indirecta (mediata)”.
El intérprete
Nunca me ha parecido correcto que se aplique el concepto de intérprete para quien lee un texto. Es cierto que en toda lectura hay cierto grado de interpretación, pero lo que domina es la intelección. Los textos son inteligibles y las cosas en general sensibles. Habrá que saber entonces qué clase de objetos o propiedades de los objetos necesitan ser interpretados. Algo necesita ser interpretado cuando es oscuro o cuando el sujeto que lee no tiene el nivel de entendimiento que exige el texto. Todos habremos dicho en alguna ocasión a algún mal lector: ¡no has entendido nada del libro! Se exige del buen lector un buen entendimiento, que el texto llegue a su cerebro y no que su ligero cerebro ponga en el texto cosas que no hay en él. La persona que elaboró el texto lo hizo con una determinada intención significativa, de tal modo que la persona que lee el texto debe responder representándose lo que el primero quiere significar. Y esto no es un acto de interpretar sino de correspondencia.
viernes, 21 de mayo de 2004
El insoportable formalismo de Popper
En un libro de enseñanza secundaria he leído la crítica de Popper a la utopía, de la que afirma que, en última instancia, engendra violencia. Su argumentación es la siguiente: los argumentos utópicos no son ni pueden ser científicos, sino que se acercan más a la creencia, a la religión, a la fe o la simple opinión del autor. Por no ser científicos, ni son refutables ni demostrativos, por lo que el utopista sólo puede apelar al convencimiento moral de sus detractores o a su aniquilación. Así, si el utopista quiere realmente llevar a cabo su utopía, tendrá que imponerla de cualquier modo, sea por la acción violenta directa, sea por la violencia moral.
El hombre como animal simbólico
Analizaré críticamente las ideas de Cassirer paso por paso. Primera idea: “Entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos en él como eslabón intermedio algo que podemos señalar como sistema simbólico”. Entre el hombre y el objeto de sus actuaciones median no sólo los símbolos, sino también el dinero, las máquinas herramientas, y multitud de otras cosas más. La cuestión general es que la relación entre el hombre y la naturaleza es mediada. Y la cuestión particular es que uno de esos mediadores son los símbolos. Podemos preguntarnos cuál es el mediador más fundamental bajo el punto de vista antropológico. Pero así y todo debemos precisar respecto a que relación antropológica queremos destacar el rasgo fundamental. Por ejemplo, la relación entre los propios hombres está mediada por el Estado. Y en política, y la política es también un rasgo antropológico, el Estado es el aspecto fundamental. Así que dependiendo de cuál sea la relación antropológica a considerar, así será el rasgo fundamental a destacar.
El formalismo de Wittgenstein
En el Tractatus de Wittgenstein, una obra inmerecidamente famosa, podemos hacernos con los siguientes “grandes descubrimientos filosóficos: - Los constituyentes últimos del mundo son los objetos, o cosas, las entidades que percibimos con los sentidos. Los objetos son simples y forman parte de los hechos atómicos. El hecho atómico es la combinación o relación de objetos o cosas; éstos son la sustancia de que está hecha el mundo, su constituyente básico -. Yo no comprendo por qué a esta clase pensamientos se le da tanto valor, como si estuviera anunciando algo nuevo e importante. Con franqueza: cinco páginas de la Metafísica de Aristóteles valen más que todo el Tractatus. ¿De dónde viene entonces su embrujo? De la forma en que dice las cosas y del hecho de que la filosofía analítica, esto es, la filosofía formalista, sea la dominante en los grandes centros de poder educativo. Enumeremos la dos “grandes verdades” anunciadas por Wittgenstein: el mundo está constituido por objetos y entre los objetos hay relaciones. No cabe duda de que estas expresiones son banales, superficiales, frías y vacías. ¿Y en qué consiste lo nuevo? En la forma de llamar a las relaciones entre objetos: “hechos atómicos”.
El estilo de pensamiento
Uno de mis grandes esfuerzos teóricos va encaminado a demostrar que el saber filosófico es socialmente necesario, que puede ser muy útil para todas las formas de la práctica social, y que no puede pasar a un segundo y tercer plano de la cultura, tal y como sucede en el actual sistema educativo español. Para lograr ese propósito intento por todos los medios cumplir con un principio que aprendí de Marx: hay que traducir el lenguaje filosófico al lenguaje corriente. Escuchemos lo que dijo a este propósito el genial filósofo alemán: “Los filósofos no tendrían más que reducir su lenguaje al lenguaje corriente, del que aquél se abstrae, para darse cuenta y reconocer que ni los pensamientos ni el lenguaje forman por sí mismos un reino aparte, sino que son, sencillamente, expresiones de la vida real”. Debo evitar en consecuencia el pensamiento filosófico que se mueve en las nubes, en la libre especulación, en la vacía abstracción. Debo pensar que los problemas filosóficos afectan de modo crucial a los intereses y necesidades del mundo. No debo creer que la Filosofía constituya un mundo ajeno a la vida, de espaldas a la gente, desconectado de la realidad o con especiales dificultades para conectar con ella.
El crecimiento de la referencia (Jerome Bruner)
Según Jerome Bruner, siguiendo a Hilary Putnam, la estructura de la referencia lingüística incluye cuatro cosas: la primera es que los individuos puedan indicarse entre sí que tienen una intención referencial o indicativa. La segunda es que la referencia puede variar en su precisión desde una muy confusa vaguedad a una adecuada, definida, expresión referida. La tercera es que la referencia es una forma de interacción social que tiene que ver con el manejo de la atención conjunta. Y la cuarta es que en la acción de referir hay una estructura de meta. Además de estas cuatro cosas, Bruner, ayudado por John Lyons, señala otro rasgo fundamental en los actos de referencia: la deixis es la fuente de la referencia, establecerse en el contexto en lugar de etiquetar es el corazón de la referencia, ya sea en la comunicación temprana o más tarde.
El capitalista como creador de trabajo
Para los lingüistas es fundamental la contradicción existente entre significante y significado, para los semiólogos la existente entre expresión y contenido, y para los filósofos la existente entre apariencia y esencia. Hay un rasgo común a todas estas contradicciones: el significante, la expresión y la apariencia son perceptibles, mientras que el significado, el contenido y la esencia no son perceptibles. Ante estas contradicciones se pueden adoptar dos posturas filosóficas: una, concebir el significado, el contenido y la esencia como realidades inasequibles e incluso inexistentes, y dos, concebir el significante, la expresión y la apariencia como formas de manifestación del significado, del contenido y de la esencia. Dentro de los que defienden la primera postura se encuentran los empiristas, los neopositivistas y los kantianos, y en el bando de los que defienden la segunda postura se encuentran los hegelianos y los materialistas dialécticos.
Economía mercantil y economía planificada
El trabajo que hoy presente al lector tiene como objeto de la crítica el trabajo realizado por Néstor Kohan, titulado “Ernesto Guevara: una reflexión de largo aliento” y publicado por Rebelión el tres de noviembre del año en curso. De su trabajo me interesan dos cosas: por un lado, la crítica al socialismo de mercado, y por otro lado, su valoración sobre “El Capital” de Karl Marx. Néstor Kohan se pregunta: ¿cuál es entonces la utilidad del pensamiento del Che? Y responde lo siguiente: “En primera instancia, sus reflexiones resultan provechosas por los llamados de atención que él formuló. Alertando a cualquier desprevenido que acaso se le ocurriera apostar al mercado como una opción estratégica, no como un recurso táctico, el Che explica extensamente el modo en que éste genera necesariamente irracionalidad y desperdicio del trabajo social global. Además, insiste una y otra vez en las consecuencias negativas que el mercado provoca en la conciencia política de una sociedad en transición. Para contrarrestar su influencia, el pensamiento del Che nos permite defender las razones de una planificación democrática (no ejercida únicamente por tecnócratas especialistas, aislados de las masas, sino a través de una creciente participación popular), a partir de la cual la política revolucionaria puede incidir en el “natural” decurso económico a través de la cultura, la batalla de las ideas y la lucha por recrear cotidianamente la hegemonía socialista en todo el ordenamiento social”. Mi respuesta a este planteamiento es la siguiente.
Dualismo, reduccionismo y tópicos
En ciertos debates se cometen, a mi juicio, dos errores: uno, no se sabe con claridad qué fin teórico se persigue cuando se interviene, sencillamente se sale al paso de lo que dice el otro con una simple frase y para llevar al contraria, y dos, se abusa de tópicos y consignas como, por ejemplo, ‘dualista’ y ‘reduccionista’. Es cierto que Descartes concebía el pensamiento como una sustancia que tenía una existencia independiente del cuerpo. Y a esta concepción se le denomina dualista. No obstante, esto no implica que el pensamiento no sea algo cualitativamente diferente del cuerpo. El materialismo monista llegó a tales extremos en los primeros años de existencia de la Unión Soviética que se negaba la existencia de la conciencia, la importancia de su estudio y, con ello, la importancia de la psicología. La etiqueta de dualismo se ha empleado de manera tan infecunda que se aplica a Saussure por concebir la palabra como una unidad de significante y significado, a Marx por concebir la mercancía como unidad de valor de uso y de valor, y a todos los que conciben los fenómenos que analizan como unidades de contrarios.
De lo que no se puede hablar, mejor es callarse
Esta proposición, la que reza en el título del mensaje, es una frase general. Y como todas las frases generales se puede interpretar en mil sentidos. Son frases que dan mucho juego a los filósofos especulativos, porque permite liberarse del rigor conceptual y dejar libre a la intuición, siempre tan imaginativa y caprichosa. Mientras no se diga de qué no se puede hablar, no podremos saber si es mejor callarse o hablar. Si se quiere entender el no poder hablar como una idea que expresa los límites de la razón, debe decirse también de que límites se trata y de qué razón se trata.
De la dialéctica hegeliana a la diferencia nietzscheana
Según Deleuze, y de acuerdo con la información suministrada por Pablo, “Nietzsche presenta la dialéctica como la especulación de la plebe, como el modo de pensar del esclavo: el pensamiento abstracto de la contradicción prevalece entonces sobre el sentimiento concreto de la diferencia positiva, la reacción sobre la acción, la venganza y el resentimiento ocupan el lugar de la agresividad”. Si hay algo que no me gusta de Nietzsche, primer filósofo con el que me formé, es su concepción del futuro social y su desprecio por las masas. Para Nietzsche la sociedad sólo puede ser una sociedad de señores y siervos, de esclavistas y esclavos, de grandes hombres y plebe. Y a su juicio la concepción moral sobre el bien y el mal es el medio que usa la plebe para destruir o rebajar a los grandes hombres. Así que mantener la diferencia, conservar la diferencia, sólo luchar por sentirse diferente, es luchar por conservar la sociedad dividida en una clase dominante y en una clase dominada. Hoy día significaría conservar la diferencia entre capitalistas y trabajadores, y entre pobres y ricos.
Al inicio de su mensaje Pablo plantea lo siguiente: “Entre medio de estas disputas, pensaba en que la mayoría de las veces (si no siempre) caemos en una confrontación dialéctica, o sea en un pensar por oposición, que es una forma negativa de pensar. En este sentido es que Deleuze encamina su idea de la diferencia a partir de Nietzsche como alternativa positiva, de pensamiento constructivo, afirmador y no negador. Se pasa de ir contra el otro a sumar a favor de lo propio. En este sentido, la idea de la diferencia se torna central para superar la dialéctica, que parece ser el motor de varios males”. Antes de ir a la crítica escuchemos a Hegel: “La primera categoría surge a la vista del cambio de los individuos, pueblos y Estados, que existen un momento, atraen nuestro interés, y enseguida desaparecen. Es la categoría de la variación. El aspecto negativo de este pensamiento de la variación provoca nuestro pesar. Lo que nos oprime es que la más rica figura, la vida más bella encuentra su ocaso en la historia. En la historia caminamos entre las ruinas de lo egregio. Las pasiones lo han hecho sucumbir. Es perecedero. Todo parece pasar y nada permanecer”.
Crítica a "Las tierras comunes" de Hardt y Negri
En el capítulo 12 de “Imperio”, en el apartado titulado, “Tierras comunes”, Hardt y Negri nos hablan de que “a lo largo de todo el periodo moderno se produjo un movimiento continuo hacia la privatización de la propiedad pública”. Después añaden que en medio de la postmodernidad “nuestra realidad económico y social se define menos en virtud de los objetos materiales que se fabrican y consumen que a través de los servicios y las relaciones coproducidos. Producir significa cada vez más construir cooperación y comunidades cooperativas”. Y a continuación llegan a una conclusión francamente desdichada y quijotesca: “En la nueva situación, el concepto mismo de propiedad privada, entendido como el derecho exclusivo a usar un bien y disponer de toda la riqueza que se derive de su posesión, tiene cada vez menos sentido. En este nuevo marco, cada vez hay menos bienes que pueden ser poseídos y usados de manera exclusiva; es la comunidad la que produce y la que al, producir, se reproduce y se redefine a sí misma. El fundamento de la concepción moderna clásica de propiedad privada ha quedado hasta cierto punto disuelto en el modo posmoderno de producción”. Por último, vuelven a formular la conclusión con un franco abrazo al idealismo: “La propiedad privada, a pesar de sus poderes jurídicos, no puede evitar convertirse en un concepto más abstracto y transcendental y, por consiguiente, cada vez más desconectado de la realidad”.
Crítica a "La nueva ciencia de la democracia" de Juan Carlos garcía
Las teorías deben ser como telescopios o como microscopios, para ver lo que a simple vista no puede verse, por ser muy pequeño o por estar muy lejano. Pero el texto de Juan Carlos García, La nueva ciencia de la democracia, publicado en Rebelión el 11 de noviembre del año en curso, sirve para todo lo contrario: para empañar nuestra visión del mundo. Hay abuso de categorías filosóficas empleadas de modo especulativo, esto es, categorías que no giran en torno a la realidad sino en torno representaciones arbitrarias. Y lo que es peor: no hay definiciones previas de los conceptos que se emplean. Y las afirmaciones, una buena parte de ellas, son gratuitas, no frutos de razonamientos bien fundamentados. Aunque estas valoraciones puedan resultar muy categóricas y duras, las hago por el bien de la lucha de ideas y la causa del socialismo.
Crítica a la concepción del valor de Toni Negri
Todo empezó cuando leí la entrevista realizada por Fernando del Corro a Toni Negri, publicada en Rebelión el 15.09.2004. Fernando del Corro planteó: “Sostienes que la Ley del Valor ha muerto, que el neoliberalismo le es ajeno...”. Y Toni Negri añadió: “Esta fuera de toda duda que el valor en el concepto liberal tradicional de medir el trabajo incorporado en la fabricación de un producto ha caducado, y que las ideas económicas que se exponen no se corresponden con el pensamiento de Adam Smith o David Ricardo...”. Creo que la práctica económica desmiente esta idea. No hay capitalista en el mundo que cuando hace sus cuentas empresariales, al lado del capital, no ponga lo que le ha costado el trabajo. Y en el análisis de costo de cualquier bien o servicio siempre contabiliza lo que le cuesta el trabajo. Además, la queja de los capitalistas es siempre la misma: el trabajo cuesta mucho dinero, el trabajador sale muy caro. Cualquier capitalista sabe que cuantos menos salarios pague, mayores serán las ganancias, eso forma parte de su abecé económico. De manera que tanto en el capitalismo de ayer como en el de hoy, e incluso en el propio socialismo, es necesario calcular el trabajo que cuesta producir un bien o servicio. De ahí que no sea cierto, como mantiene Toni Negri, que haya caducado la medida del trabajo incorporado en la fabricación de un producto.