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domingo, 3 de junio de 2007

¿Es la equivocidad una propiedad de las palabras?


Si las palabras fueran equívocas, ¿cómo saber entonces cuando una persona está en lo cierto o  equivocada? Si las palabras fueran equívocas, ¿cómo saber cuando una persona dice la verdad o dice mentiras? Si las palabras fueran equívocas, ¿cómo educar a nuestros hijos? Si las palabras fueran equívocas, ¿cómo dar instrucciones y órdenes? Si las palabras fueran equívocas, las personas no tendrían manera de entenderse.


Niego que las palabras sean en sí mismas equívocas. No obstante, sí acepto que haya enunciados, frases y locuciones equívocas. Y son equívocas porque quienes las formulan no tienen claro de lo que hablan. Desde Descartes nos debemos esmerar por tener ideas claras y distintas y desechar las oscuras y confusas. Pero cuando tenemos ideas oscuras y confusas, y nos aferramos a ellas y pensamos por medio de ellas, entonces nuestras palabras serán equívocas.

La equivocidad no reside en las palabras, sino en el hablante y sus condiciones cognitivas. Cuanto más sepamos de las cosas, nuestras palabras serán menos equívocas; y cuanto menos sepamos, serán más equívocas.

¿Es la equivocidad una propiedad de las palabras? (2)

Adail plantea dos cuestiones. Primera cuestión: “Los sujetos les atribuyen a las palabras sentidos diversos y aún en esa equivocidad los sujetos se entienden”. Respondo: Pensemos en una cosa: en el automóvil. El automóvil para el sujeto 1 puede tener relación con un accidente trágico que tuvo con su novia, para el sujeto 2 puede tener relación con un maravilloso viaje que hizo por tierras españolas, para el sujeto 3 puede tener relación con su bebé que cada mañana lo lleva a la guardería, para el sujeto 4 puede tener relación con los amigos con los que va de copas, etcétera. El automóvil mantiene múltiples relaciones con muchas cosas y en cada una de esas relaciones adquiere un sentido distinto. De manera que la palabra que nombra esa cosa, “automóvil”, adquiere diversos sentidos  en función de las diversas experiencias de los distintos sujetos. Pero a esto no se denomina equivocidad, sino multivocidad.  La multilateralidad de relaciones que mantienen las cosas del mundo se refleja en la multivocidad de sentido de las palabras que las nombran.

Segunda cuestión: “Si las palabras no tuvieran relación necesaria con las cosas, como se postula, conocer las cosas no llevaría a definirlas mejor”. Respondo: Al igual que se acepta como cierto que el lenguaje media la relación entre los órganos de  los sentidos y el mundo exterior, del mismo modo debe aceptarse como válida la idea de que los órganos de los sentidos median la relación entre las palabras y las cosas. Y si aceptamos como válida esta última mediación, entonces hemos de admitir que un mayor conocimiento de las cosas redundaría en una mejor definición de las mismas y en un uso menos equívoco de las palabras.

Por su parte Yerson Rojas plantea tres cuestiones, aunque con un formato lingüístico metafórico. Primera cuestión: Citando a Paul Auster  dice que “las palabras al igual que las cosas se diluyen”. Respondo: la sal se diluye en agua, pero el agua queda salada. Así que el concepto de diluirse no sólo debe hacer mención a la idea  de desaparecer, sino a la idea de la integración de una cosa en otra. Igual sucede con las palabras: hay palabras que pueden disolverse en enredados discursos o integrarse en inteligentes discursos. En el primer caso la disolución no corrige la equivocidad del discurso enredado, mientras que en el segundo la disolución mejora la inteligibilidad del discurso inteligente.

Segunda cuestión: Yerson se muestra reticente a la primacía de las ideas claras sobre las ideas oscuras porque el mundo está en declive. No le parece lógico ni adecuado que en un mundo en declive se salven las ideas claras. Respondo: sin duda que el mundo está en declive, pero no todo está en declive. Y es cierto que allá donde hay declive o donde se manifieste el declive, la oscuridad prima sobre la claridad. Pero así y todo, en la oscuridad  debe buscarse la claridad. Ni tan siquiera el poeta que habla de la oscuridad tiene que hablar de modo oscuro, puede hacerlo de modo claro e inteligible.

Tercera cuestión: “Algo tiene la palabra que al ser una ventana no atrapa todo el exterior”. Respondo: concebir la palabra como ventana supone concebir la palabra como algo que al abrirla nos permite ver una parte del mundo que desconocemos. Pero nadie puede esperar que una ventana le de todo la visión del mundo, para ello tendría que atravesar la puerta y viajar por tierras lejanas. Y así y todo, nunca tendría la visión completa del mundo, siempre le quedaría lugares por conocer. Y si todo fuera dado por la palabra, ¿qué quedaría del mundo para nuestras manos? ¿Ya no dejarían pasar entre sus dedos los millares de partículas de arena de las que nos habló Borges? ¿Ya no tocarían otras manos?

¿Es la equivocidad una propiedad de las palabras? (3)

La mayoría de los semiólogos aceptan la vinculación de las palabras con la ideología. Creo que la mayoría de los miembros activos de este foro comparten esta idea. ¿Cómo entiendo yo esta vinculación? Del siguiente modo: se trata de examinar qué consecuencias sociales y políticas lleva aparejada defender determinadas ideas teóricas. En el mundo hay demasiados conflictos sociales y muchos de una gravedad extrema como para descuidar el emparentamiento de las ideas teóricas con las luchas sociales.

El movimiento filosófico postmoderno, del cual estoy muy distante, no sólo ha defendido la disolución de las diferencias sino la relativización de todo, incluida la verdad y la certeza. Así las cosas, la verdad y la certeza serían según los ojos con los que se miren. Para unos ojos EEUU estaría verdaderamente destruyendo al pueblo iraquí y para otros los estaría conduciendo por el camino de la democracia. De ahí que yo, en calidad de filósofo marxista,  me sitúe en contra de la disolución de las diferencias y en contra de la relativización absoluta.

Yo no hablaba de palabras oscuras y de palabras claras, sino de ideas claras y de ideas oscuras. Adail piensa que las palabras son claras u oscuras dependiendo de quién las escuche o las use. No comparto este relativismo que hace  del sujeto la clave de la oscuridad o de la claridad en las ideas. Todos sabemos que quien se exprese con una buena sintaxis y usando las piezas léxicas más comunes, se hará entender con claridad. Por el contrario, quien se exprese con una mala sintaxis y emplee piezas léxicas que el propio emisor no domine, no se hará entender con claridad. No creo que sea difícil determinar quién habla de forma clara y quien lo hace de forma oscura.

En política, sobre todo entre los oportunistas de izquierda, se suele hablar de forma oscura, equívoca y ambigua.   Con esa forma de hablar el oportunista de izquierda  no aclara su posición ni el interés que defiende. De manera que cuando los electores le dicen “es que usted dijo tal cosa”, él replicará que no pretendía decir eso sino otra cosa. Por lo tanto, el discurso oscuro, ambiguo y equívoco no sólo es un medio de ocultación de los verdaderos intereses de clase del político en cuestión, sino también un medio por el cual se puede interpretar lo que se quiera.

Llego de este modo a la siguiente conclusión: defender que las palabras o los discursos son en sí mismos oscuros, equívocos y ambiguos es darle una oportunidad a los oportunistas de izquierda para ocultar sus verdaderos intereses. Llamo oportunista de izquierda a aquel político que militando originariamente en las filas de la izquierda termina pasándose a las filas de la derecha, argumentado  que las diferencias entre la izquierda y la derecha ya no existen y actuando desde una falsa neutralidad.

Todo esto no implica que en determinados ámbitos, como podría ser este foro, la ambigüedad, la equivocidad o la oscuridad hayan de tener consecuencias éticas perjudiciales. Nada de lo que se dice puede tener valor absoluto, no hay idea que tenga validez para todas las ocasiones y para todos los lugares, siempre habría que analizar la situación concreta para saber si determinada idea es válida o no. De todos modos, sólo quería brindarles una pequeña reflexión semiótica sobre las relaciones entre discurso e ideología e incitarles al debate.

¿Es la equivocidad una propiedad de las palabras? (4)

La interacción

Las formas en que podemos interactuar son diversas. Algunas veces me parece que nuestra interacción se asemeja al choque de las bolas de billar, donde unas a otras se comunican energía cinética mediante choques. Es fundamental que nuestro pensamiento se mueva y que haya causas que lo muevan, aunque el sentido del movimiento de cada cual sea distinto y los puntos de contacto fugaces.   

Arte y ciencia

Para el pintor son tan importantes los colores con tonos claros como los de tonos oscuros. Y a la hora de pintar también son tan importantes los claros como las sombras. En la pintura, como en el arte en general, la oscuridad también está dotada de belleza, y en ocasiones se emplea sólo como medio para  realzar la belleza de su opuesto: la luz. Tal vez sea esta la situación en la que se encuentra Claudio Guerri, en su calidad de diseñador, cuya actividad está más cerca de la actividad del artista que la del científico.
El científico, por el contrario, quiere tenerlo todo claro y exponerlo todo con la máxima claridad. Sabe que hay zonas oscuras en el campo de fenómenos que investiga, pero no quiere dejarlas en ese estado sino aclararlas cuanto antes. No busca la belleza sino la verdad. La belleza es la clave en el arte y la verdad en la ciencia. Así que luchar por tener las ideas claras es una condición básica de la actividad científica.

La Semiótica

Yo creo que la Semiótica sí existe, aunque todavía se encuentre en sus primeros estadios de desarrollo.  También creo que la Semiótica tiene muchas ramas como le ocurre a la Física.  Hay una rama de la Semiótica dedicada al estudio del significado de los fenómenos sociales, hay otra dedicada al estudio de los productos literarios o arte literario en general, hay otra especializada específicamente en el lenguaje, otra dedicada al estudio de la vida animal, otra dedicada al estudio de los primeros conceptos como ciencia previa a la lingüística, otra dedicada al mundo del arte plástico y escultórico, etcétera. No obstante, todas estas ramas están aún por consolidarse y ganar autonomía frente a las esferas de saber de las que han brotado.  Y de todos modos queda la Semiótica según su índole general: ciencia general de los signos.

El ejercicio de la actividad semiótica

Cada cual mira el mundo según los ojos en lo que esté especializado. Todo empezó con la reflexión de Iris Zavala sobre la univocidad y multivocidad de las palabras. Después surgió el tema de la equivocidad. De ahí, de las palabras, se pasó a las ideas según las dividió Descartes: en claras y distintas frente a oscuras e imprecisas. Y de ahí llegamos a la contradicción general entre lo claro y lo oscuro y su uso en el arte. Sin duda que hay propiedades sígnicas en lo claro y lo oscuro como en lo blanco y lo negro. Y que todo esto ha tenido su representación simbólica, por ejemplo en la religión de Zoroastro, bajo la contradicción entre un reino de las luces y un reino de las tinieblas y  la lucha entre ambos. Antiguamente las mujeres se vestían de negro como señal de luto, hoy ha caído en desuso. Hoy no es recomendable: genera tristeza. Me paro aquí. Sólo trato de indicar que a pocos que nos pongamos a meditar podríamos generar un debate reflexivo sobre la semiótica de lo claro y de lo oscuro o de lo blanco y lo negro.

¿Es la equivocidad una propiedad de las palabras? (5)


Sigo reflexionando sobre la univocidad y multivocidad del significado de las palabras. En esta ocasión expondré la concepción de Husserl al respecto. Con su obra Investigaciones Lógicas, que versa sobre la naturaleza del significado, inicié mi aprendizaje en el arte del pensamiento abstracto y en el estudio y comprensión de las formas fenoménicas.

Intención significativa y cumplimiento significativo

El fenómeno concreto de la expresión animada de sentido, a juicio de Husserl, se articula así: por una parte, el fenómeno físico, en el cual se constituye la expresión por su lado físico, el complejo vocal articulado, y por otra parte, dos clases de actos: los actos de dar sentido y los actos de cumplir el sentido.
La constitución del complejo vocal articulado y el acto de dar sentido se san unidos. Se trata de que cualquier persona cuando se expresa por medio de palabras lo hacen con la intención de expresar o referirse a determinadas cosas, mientras que la persona que la escucha responde  representándose lo que la persona que le habla le quiere decir.
Los actos de dar sentido o intención significativa, que siempre se dan unidos al complejo vocal articulado, apuntan a un objeto pero no ponen un objeto, mientras que los actos de cumplir el sentido, actos de imaginación, fantasía o representación, son actos que ponen un objeto.

Ilustración y claridad

He expuesto de forma sucinta la concepción de Husserl sobre la significación, pero creo que no ha quedado del todo clara. De manera que voy a recurrir a un ejemplo para subsanar la oscuridad de la explicación conceptual. Esa es la utilidad que han tenido desde siempre los ejemplos y el estudio de los casos particulares: dejar las cosas más claras. Si sólo nos quedáramos en el ámbito de los conceptos abstractos, siempre habría zonas de sombra sobre nuestro entendimiento. Digo esto para que comprueben que la distinción de Descartes entre las ideas claras y las oscuras es una contradicción inmanente a cualquier proceso de conocimiento.

Una poesía de Borges como medio de ilustración

La víspera

Millares de partículas de arena,
Ríos que ignoran el reposo, nieve
Más delicada que una sombra, leve
Sombra de una hoja, la serena
Margen del mar, la momentánea espuma,
Los antiguos caminos del bisonte
Y de la flecha fiel, un horizonte
Y otro, los arrozales y la bruma,
La cumbre, los tranquilos minerales,
El Orinoco, el intrincado juego
Que urden la tierra, el agua, el aire, el fuego,
Las leguas de sumisos animales,
Apartarán tu mano de la mía,
Pero también la noche, el alba, el día…

Análisis

Reflexionemos sobre el siguiente fragmento discursivo: “Millares de partículas de arena apartarán tus manos de las mías”. Suponemos que a esta expresión va unida una determinada intención significativa y que nosotros debemos responder a esa intención representándonos sensiblemente  aquello a lo que se refiere. Abordemos la primera parte de la expresión: “Millares de partículas de arena”. Podemos representarnos un pequeño montículo de arena mojada en la orilla del mar, o un pequeño montículo de arena seca, o una porción de arena de un desierto, o un puñado de arena que hemos cogido entre las manos, o la arena de un reloj de arena, o la arena que queda esparcida en el suelo del baño después de quitarnos los botines tras un largo paseo por la playa. Representarnos la arena creo que no tiene dificultad, representarnos las partículas de que se compone la arena tampoco, mientras que representarnos un millar de partículas de arena queda en la indeterminación. La única manera de representarnos un millar de partículas es contándolas. Incluyamos también la variedad de que la arena puede ser amarilla o negra.
A juicio de Husserl el significado de la expresión “Millares de partículas de arena” es uno y el mismo, independientemente de quien lo exprese, la diferencia se produce en las situaciones objetivas representadas. Todas las representaciones que antes enumeramos, siendo distintas entre sí, sirven para cumplir el sentido de la expresión “Millares de partículas de arena”. Así que la lógica del significado se presenta como la contradicción entre la unidad de la intención significativa y la multiplicidad del cumplimiento significativo, la multiplicidad de los actos de representación que sirven para darle cumplimiento a la intención significativa. 

El proceso de significación

Como el proceso de significación nos lleva del significante, que es la forma objetiva de existencia del significado, a los actos de representación sensible, que son los actos mediante los cuales se establece la referencia al objeto o situación objetiva,  se cae en el error de pensar que la significación reside en los actos de representación. Y como los actos de representación que sirven para cumplir el sentido de un mismo acto de expresión son varios y distintos, se cree erróneamente que una misma expresión tiene varios significados. Pero repito que esto es un error: el significado de la expresión es uno y el mismo, mientras que los actos de representación que sirven para cumplir el sentido de los actos de expresión son varios y distintos. De ahí la importancia del significante, su constancia, su invariancia, frente a la continua movilidad y cambio del mundo.

29 de abril de 2007.
 




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