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domingo, 3 de junio de 2007

Los símbolos

Mirar las cosas más de cerca


Cuando estudio el Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure, tengo ante mí un objeto concreto que veo muy de cerca; mientras que cuando estudio Antropología Filosófica de Ernst Cassirer, tengo ante mí un objeto abstracto que veo muy de lejos. Un ejemplo analógico hará más claro la contradicción que quiero plantear. Supongamos que un estudioso decide analizar la organización del mobiliario de una vivienda determinada en un barrio periférico de una gran ciudad. Pero llega un segundo estudioso que convence al primero para que amplíe su análisis al edificio entero, e incluya en el análisis además del mobiliario, las rentas, la alimentación y las formas de diversión. Llega después un tercer estudioso y convence a los dos primeros que amplíen el análisis al barrio entero, e incluyan en el análisis un mayor número de variables: prácticas religiosas, nivel de estudios, consumo de drogas, etcétera.  Llega, por último, un cuarto estudioso y convence a los tres primeros que amplíen el análisis a la ciudad entera, e incluyan en el análisis todas las variables económicas, sociológicas, culturales y psicológicas que se puedan.

Con este ejemplo quiero ponerles de relieve que el primer estudioso ve las cosas muy de cerca y en su análisis puede ser muy concreto, mientras que el cuarto estudioso ve las cosas muy de lejos y en su análisis será muy abstracto. Son dos formas distintas de acceder al objeto de estudio: una, en lo pequeño hallar lo complejo, y dos, en lo complejo perder de vista lo pequeño. Al mirar las cosas más de cerca, nos percatamos de un sinfín de detalles; mientras que al mirarlas de lejos, perdemos de vista muchos aspectos. Al mirar las cosas de cerca, nuestro conocimiento se enriquece; mientras que al mirarla de lejos se empobrece.



El hombre como animal simbólico



Enumeremos las ideas principales de Cassirer a este respecto. Primera: en los animales el receptor por el cual una especie biológica  recibe los estímulos externos y el efector por el cual reacciona ante los mismos se hallan siempre estrechamente entrelazados.  Segunda: en el hombre, al contrario que los animales, entre el emisor y el receptor hallamos como eslabón intermedio un sistema simbólico. Tercera: el hombre ya no vive en un universo puramente físico sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen parte de este universo. Cuarta: el hombre no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no puede verla cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial. Y quinta: Por lo tanto, en lugar de definir al hombre como un animal racional lo definiremos como animal simbólico. De este modo podemos designar su diferencia específica y podemos comprender el nuevo camino abierto al hombre: el camino de la civilización.

La diferencia específica del ser humano

Si preguntáramos a la gente por la calle, incluyendo a los niños, en que se diferencia el hombre de los animales, nos podríamos encontrar respuestas como estas: en que tienen coches, en que se peinan, en que usan calzados, en que usan cuchillos y tenedores, en que tienen barcos, en que van a la luna, en que tienen microondas, en que construyen enormes edificios, en que tienen grúas, en que usan bolígrafos, en que tienen ordenadores, en que tienen policía y cárceles, en que tienen dinero, y un infinito etcétera. El hombre se diferencia de los animales prácticamente en todo. No hay nada que haga, no hay plano de su vida, donde no demuestre que es específicamente diferente de los animales.

Frente a la idea tradicional de que el hombre se distingue de los animales por la razón, y se señala así una diferencia espiritual específica, Franklin definía al hombre como un animal fabricante de herramientas, y se señala así una diferencia material también específica.  Pero ya en su tiempo Aristóteles hablaba del hombre como un animal político, y se señala así una diferencia social específica. De este modo podríamos decir que cada esfera de saber podría presentar el hombre según su diferencia específica: el homo economicus, el homo sociologicus, el homo psicologicus, etcétera. Por lo tanto, no avanzamos gran cosa cuando Cassirer quiere con la propuesta del homo symbolicus presentar la diferencia específica del hombre, cuando todas las ciencias podrían hacer lo mismo y con el mismo grado de legitimidad científica.



La mediación



En el libro primero de la doctrina del ser, en la sección titulada ¿cuál debe ser el comienzo de la ciencia?, Hegel, después de preguntarse si el comienzo de la filosofía debería ser inmediato o mediato, dice lo siguiente: “nada hay en el cielo, en la naturaleza, en el espíritu o donde sea, que no contenga al mismo tiempo la inmediación y la mediación, así que estas dos determinaciones se presentan como unidas e inseparables, y aquella oposición aparece sin valor”. Mientras que  Cassirer, por el contrario, mantiene que la mediación supone la negación de la inmediación. Defiende que por causa de la mediación del sistema simbólico el hombre ya no puede enfrentarse con la realidad de un modo inmediato.  

Un guepardo derriba un impala, lo mata y después se lo come o parte de él. Podríamos afirmas en principio que la relación entre el impala y el guepardo es una relación inmediata. El hombre, por el contrario, primero mata al impala, después le quita la piel y lo cocina, y luego ayudado por un cuchillo y un tenedor se lo come. Es cierto que la relación de consumo entre el impala y el hombre está mediada por el proceso de cocinarlo y por el empleo del cuchillo y del tenedor, pero esto no anula que la relación entre el impala y el hombre, en especial en el momento de consumo, siga siendo una relación inmediata. De todos modos, la relación entre el guepardo y el impala también es mediata. Antes de comérselo el guepardo tiene que cazar al impala y matarlo. Por lo tanto, el proceso de consumo del impala por parte del guepardo está mediado por el proceso de caza.

Con este ejemplo he demostrado que es un error pensar que la mediación anula la inmediación, que es más acertado lo que dice Hegel, que no hay nada en el cielo y en la tierra que no contenga ambos extremos: la mediación y la inmediación. Lo único que hay que advertir es que en el caso del hombre la mediación está muy desarrollada y se ha vuelto muy compleja.



El poder sobre la naturaleza



Frente a la idea de Cassirer que la realidad física parece retroceder en la misma medida que avanza el sistema simbólico y que en lugar de tratar con las cosas mismas el hombre sólo conversa consigo mismo, escuchemos a Marx  en El Capital, en la sección dedicada al proceso de trabajo: “El medio de trabajo es la cosa o complejo de cosas que el obrero interpone entre él y el objeto de trabajo, y que le sirven para encauzar su actividad sobre este objeto. Utiliza las propiedades mecánicas, físicas y químicas de las cosas para hacerlas actuar, conforme al fin perseguido, como instrumentos de poder sobre otras cosas”. El telescopio y el microscopio son instrumentos que nos permiten ver cosas que sin ellos no podríamos ver: con el primero vemos cosas que están muy lejos y con el segundo vemos cosas que son muy pequeñas. El lenguaje tiene la misma propiedad: con él podemos ver cosas de la realidad que sin él no podríamos ver. De manera que en vez de que la realidad se aleje cada vez más con el desarrollo del lenguaje, sucede todo lo contrario, se acerca cada vez más. 



Un caso particular de símbolo social



Quisiera reflexionar sobre un caso particular de símbolo social. Tiene que ver con el terrorismo en España. A finales del mes de febrero de 2007 Gaspar Llamazares, líder de Izquierda Unida, pidió la excarcelación del militante de ETA  José Ignacio de Juana Chaos para evitar que se convirtiera en un mártir para sus defensores o en un símbolo de la venganza para un amplio sector de la derecha.

De Juana Chaos es responsable del asesinato de 25 personas y por los cuales fue condenado a más de tres mil años de cárcel, de los que sólo cumplió 18 años. Cuando estaba a punto de salir de la cárcel, fue condenado a doce años y siete meses por haber escrito dos artículos de corte terrorista. Por dicho motivo De Juana se puso en huelga de hambre el 6 de noviembre.

El 6  de febrero De Juana es de nuevo noticia  por la publicación  de una entrevista en el diario británico The Times, ilustrada con una imagen suya donde aparecía amarrado a la cama y con una gran pérdida de peso. El 12 de febrero el Tribunal Supremo rebajó su condena de 12 a tres años, pero de De Juana no abandonó la huelga de hambre.

El 1 de marzo, ante su delicado estado de salud, el Ministro del Interior decide concederle la prisión atenuada a  De Juana, quien al fin abandona la huelga de hambre. Al día siguiente fue trasladado al hospital Donostia de San Sebastián, donde fue recibido como un héroe por los suyos. El resto de la condena, poco más de un año, lo cumplirá primero en el hospital y luego en su casa bajo vigilancia. Hasta aquí los hechos. Paso ahora a la reflexión semiótica.

En el símbolo distingo dos aspectos: el valor y el significado. De Juana Chaos tiene dos significados: uno positivo, para quienes están de su parte, y otro negativo, para quienes están en su contra. Y en cada uno de las dos clases de significados podemos distinguir varios contenidos significativos. Para los que está de su lado, De Juana tiene los siguientes contenidos significativos: héroe, mártir y fortaleza. Mientras que para los que están en su contra tiene los siguientes contenidos significativos: asesino, terrorista y sanguinario.  El número de contenidos significativos puede ser ampliable.

Un símbolo adquiere su valor  de las relaciones que mantiene con el sistema del que forma parte. En el valor debemos distinguir dos aspectos: sustancia y extensión. La sustancia del símbolo De Juana Chaos lo recibe de las siguientes fuerzas: del propio grupo terrorista del que forma parte, de las organizaciones de víctimas del terrorismo, del conflicto nacional vasco, y de la lucha entre el partido del gobierno y el partido de la oposición. Mientras que su extensión la recibe de los medios de comunicación. La fotografía publicada por The Times, donde aparece De Juana atado a la cama, muy enflaquecido pero con una mirada desafiante que da terror, ha quedado grabada en la mente de la gente de una forma muy poderosa. Nadie se olvidará de esa imagen.

La idea de que un símbolo es fruto de una convención o de un hábito se muestra en el caso que analizamos  insuficiente. Vemos      que un símbolo social es fruto del concurso de  muchas fuerzas sociales y de los conflictos existentes entre ellas. Vemos también que la persona que se convierte en un símbolo tiene que formar parte del mundo donde esa persona es tal símbolo.  Lo que simboliza, heroicidad y terror, forma parte de su ser social, de su quehacer, no es algo añadido desde el exterior mediante un acto de atribución de significado.   O dicho de otra forma: esos dos significados que se le atribuyen mediante determinados discursos sociales son determinaciones que pertenecen al ser social de esa persona.






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