La historia la escriben los pueblos y no los
intelectuales. Tal vez algunos intelectuales digan importantes verdades, pero
la verdad no mueve a las fuerzas sociales sino sus intereses y pasiones. Hacer
de Europa una sola nación es un sueño viejo y
un movimiento histórico que no empieza con el euro. Y hoy día, en la
época de la regionalización de la economía, representa una demanda imparable.
Creo que Joseph Stiglitz en su entrevista del 30 de septiembre, de acuerdo con
los fragmentos publicados por Rosa Guevara en Rebelión, no hace teoría
económica sino política. Y en el terreno de la política Joseph Stiglitz no es
gran cosa. Sus afirmaciones son demasiado ligeras.
Stiglitz declara que “La zona euro es un proyecto
fallido, así que solo es un aspecto más de su fracaso. Se suponía que debía
unir a la gente y ahora está incluso dividiendo a los propios países”. En todo
proyecto común, en la familia, en los partidos, en los Estados nacionales y
como no podía ser menos en la Unión Europea, hay diferencias y luchas. Pero el
que haya diferencias y luchas no lo convierte en un proyecto fallido. En todas
las naciones del mundo hay profundas diferencias entre las clases sociales.
Luego toda nación, si seguimos la línea argumental de Stiglitz, sería un
proyecto fallido. Y vista así las cosas, toda la historia de la humanidad sería
un proyecto fallido. De ahí que estime que esa afirmación de Stiglitz sea, en parte, una manifestación del
escepticismo filosófico, y en parte, una
ligereza de intelectual que no sabe lo complejo y difícil que es hacer política
y gobernar un Estado moderno.
Afirma Stiglitz que “en Europa se dice que el euro
es Europa, pero el euro es un trozo de papel”. La afirmación de que el euro es
un trozo de papel la hace Stiglitz en dos ocasiones a lo largo de la parte de
la entrevista publicada. Esto pone de
manifiesto que Stiglitz tiene una concepción cosificada del dinero y es víctima
de la enajenación capitalista. Marx no se cansó de insistir que el dinero es
una relación social y no una cosa. A este respecto en la sección dedicada al
proceso de intercambio en el primer libro de El Capital puede leerse lo siguiente: “Como en determinadas
funciones el dinero puede ser sustituido por simples signos de sí mismo, surgió
el otro error, el de que no es más que un signo. Por otro lado, se intuía ya
que, bajo la apariencia de un objeto exterior, el dinero oculta en realidad una
relación social”. El dinero es el resultado de un largo proceso de desarrollo
histórico. El dinero es originariamente una mercancía. Y para hablar con
propiedad y conservar la naturaleza de su origen, el dinero debe ser catalogado
como la mercancía general. Por razones varias el dinero oro fue sustituido en
su momento por signos, esto es, por papeles o metales que solo representaban
simbólicamente el valor del dinero oro. A este propósito Marx decía que el oro
circulaba porque tenía valor y el dinero papel tenía valor porque circulaba. El
primer error en el que incurre Stiglitz es que separa el producto, el dinero-papel,
del proceso que lo ha engendrado. Es un puro metafísico al concebir el dinero
no como un proceso sino como un objeto. Y el segundo error en el que incurre es
que tiene una concepción tan cosificada del dinero que ya no lo concibe
siquiera como signo de valor sino como un trozo papel. Stiglitz es un representante de la economía
vulgar, esto es, una economía que se representa las relaciones sociales
económicas entre las personas de manera puramente externa y superficial. Y no
quiere ver las relaciones sociales que oculta el dinero. Tal vez la suficiencia
económica en la que vive Stiglitz le permite decir esas ligerezas, pero un
trabajador que vive del salario base sabe que el dinero es su vida y lo estira
hasta el punto de que sacrifica cada mes muchas de sus necesidades y deseos. El
dinero en tanto salario expresa las relaciones entre los capitalistas y los
trabajadores y oculta justamente el plusvalor del que se apropian los primeros
y es creado por los segundos. Y el dinero como capital productor de interés,
por poner otro ejemplo, expresa las relaciones entre el capitalista práctico y
el capitalista prestamista, y es el medio por el cual el segundo se apropia de
una parte del plusvalor sin tener un contacto directo son sus creadores. La
concepción del dinero como cosa, como puro trozo de papel, es fruto del sistema
capitalista y es una de las principales formas de existencia de la vida
enajenada.
El euro como relación social y como procesol, que en eso estamos de acuerdo, está sirviendo no a los trabajadores, sobre todo de la perifería, sino al poder económico altamente concentrado en los países centrales y está sirviendo para imponer unas políticas fiscales al gusto de esos intereses. Los países no tienen otra alternativa que tragarse esas políticas. Vease Grecia. Claro es dificil deshacerlo, pero Stiglitz tiene razón que desde el punto de vista de los vulnerables el euro es un fracaso. Y habría que analizar si es que no es más conveniente deshacer este proceso y cambiarlo por otro más acorde con los intereses de la periferia europea. Y en cuanto al trozo de papel, ,me parece que Stiglitz se refiere más bien al fetichismo del euro mque causa tal vez un respeto y temor desmesurado cuando se habla de terminar con este desaguisado.
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