Escuchemos a Mario en su último mensaje:
“El ser se entiende, primero, como lo que
el objeto es, y esto es lo que se expresa por medio de la definición del
objeto. De una segunda manera, el ser se entiende como aquello por lo que se
enuncia la verdad de las proposiciones, aun cuando ontológicamente nada haya en
realidad; así decimos, por ejemplo, que la ceguera está en el ojo. Por lo
tanto, el ser es el atributo común a todos los entes, lo que hace que el ente exista
(si se me permite una licencia en la expresión)”.
Esto es un ejemplo de un modo de expresión oscuro y un ejemplo de una
persona que habla con unas categorías que no domina. Es también un ejemplo de
cómo una persona es víctima del lenguaje. Pero no confundamos este modo de
expresarse de Mario con el modo de expresarse de Aristóteles. Porque los
positivistas extienden sus juicios de valor desde personas con una expresión
filosófica muy deficiente a personas que se expresan con mucho rigor y
precisión. Y eso es un grave error.
Pensemos en el lenguaje corriente. Pregunta: ¿La gente común dice “la ceguera está en el ojo” o dice “esa
persona está ciega”? Dice lo último. La
primera expresión resulta extravagante y artificiosa. Y todo el mundo sabe que
si una persona está ciega, no ve: sus ojos de nacimiento o por accidente han
sufrido un daño que le impide ver. Y hay ceguera parcial y ceguera total. Pero
a nadie se le ocurre expresarse en los términos en que lo hace Mario: “La ceguera
está en el ojo”. Presenta la ceguera como un ser que está en un ente: el ojo.
Vuelve abstracto lo que con los conocimientos médicos actuales puede ser mucho
más preciso y concreto. No nos ayuda a conocer mejor las cosas, todo lo contrario: nos proporciona una visión
oscura y complicada del mundo.
Después Mario, en una maniobra extremadamente generalizadora, presenta el
ser como un atributo común de los entes –insistiendo en su forma de expresión
oscura –y llega a una conclusión fuera de sentido: presenta el ser como causa
de la existencia de los entes. La vista nos permite conocer las cosas por su
color, el oído por sus sonidos, el olfato por su olor, en suma, los sentidos
nos permiten conocer los múltiples modos del ser de las cosas. Pero en ningún
caso a nadie se le ocurría decir que por el hecho de que esta casa es de color
blanco, el color blanco sea causa de la
existencia de la casa. Esto es como
decir, en el plano del lenguaje, que el atributo es la causa de la existencia
del sustantivo.
Las categorías “ser” y “existencia” son las categorías más abstractas que
pueden ser empleadas para hablar de las cosas. Pero si alguien quiere hablar de
la causa de la existencia de las cosas, debe decir de qué cosas se trata y cómo
han sido producidas. Si no, sólo dice generalidades o cosas sin sentido.
Ya resulta algunas veces difícil expresarse con precisión con las
categorías de las ciencias particulares para que nos pongamos ahora a
hablar con ligereza con las categorías
más abstractas de la filosofía. Sería siempre mejor poner ejemplos que estén al
alcance de la observación de todos y después mostrar las posibilidades de las
categorías filosóficas que se ponen en juego. De otro modo, si se toma como
punto de partida las categorías filosóficas abstractas, se partirá de la
oscuridad y desde ahí muy difícil que llegue la luz al conocimiento.
"¿La gente común dice "la ceguera está en el ojo" o dice "esa persona está ciega´?" (Sic). Pensemos que una cosa es tomar la jerga del vulgo, y otra elaborar un ejemplo para ilustrar el tema de que se trata. En efecto, los ojos de un ciego, como dice Francisco, han sufrido un daño que le impide ver. Ese defecto se llama ceguera, y puesto que son los ojos los órganos afectados, se dice que la ceguera está en el ojo, no en un dedo o en el páncreas. ¿Qué hay de dificultoso e ininteligible aquí?
ResponderEliminarPero vayamos adelante. Nadie suscribió que la ceguera es un ente. Si releemos la cita que se transcribió, hallaremos que se dijo que "el ser se entiende como aquello por lo que se enuncia la verdad de las proposiciones, aún-cuando-ontológicamente-nada-haya-en-la-realidad; así decimos, por ejemplo, que la ceguera está en el ojo." Tales equivocaciones suceden por no haber aún dominado el arte de leer... lentamente.
El color, el olor, etc., no son modos del ser, sino accidentes del sujeto, el cual permanece durante la mutación de aquéllos. Una cosa es el sujeto, otra cosa es el accidente.
¿Que el ser y la existencia son las categorías más abstractas que pueden ser empleadas para hablar de las cosas? Cierto, para asentar una buena definición del ser, se requiere un concepto de extención más amplia que el término definido, así como definimos un ciprés por el concepto de árbol, y el de hombre, por el de animal. Pero no hay ningún concepto más amplio que el de ser. El ente existe, se da, se distingue de la nada, se establece como algo; en suma, el ser es la causa del acto de existir del ente.
Pero se nos pide no tomar como punto de partida las categorías filosóficas más abstractas, sino empezar con ejemplos al alcance de todos; iniciar con leche, no con viandas. No. Esas pretensiones serían consecuentes si fuésemos pupilos, pero si alguno aún no se ha percatado de ello, este foro está dirigido para profesores de filosofía; así que parto de la premisa de que un profesor está ya en posesión de estas categorías filosóficas.
Mario Lara.
Un modo de mi ser es ser alumno de filosofia.Dicho de forma más sencilla: estudio filosofia en el CEKAM. A continucación transcribiré una cita que me parece util para profesores y alumnos de ciencias naturales y de ciencias sociales:
ResponderEliminar" Lo conocido en términos generales, precisamente por ser conocido, no es reconocido. Es la ilusión más corriente en que uno incurre y el engaño que se hace a otros al dar por supuesto en el conociemiento algo que es como conocido y conformarse con ello; pese a todo lo que se diga y se hable, esta clase de saber, sin que nos demos cuenta de por qué, no se mueve del sitio".
La cita se encuentra en el libro de G.W.F. Hegel Fenomenología del espiritu, apartado "la formación del individuo", en el cpitulo " el desarrollo de la conciencia hacia la ciencia"
Pienso que las palabras de Hegel tienen una gran verdad filosófica. Una gran verdad universal. Son válidas par el amigo, para el vecino, para uno mismo, para el profesor, para el alumno. Para el arbol. Tienen validez para el conocimiento del individuo y para el conocimiento de la humanidad. Siempre hay que volver a lo conocido, a su multiplicidad de relaciones y transiciones. Si todo esta sujeto al cambio el pensamiento no se puede quedar petrificado.
Cuando en mi trabajo como docente, coloco delante de los niños de cuatro años, 18 figuras de plástico, y que se diferencian entre sí por su forma (cuadrados, círculos y triángulos), por su color (rojo azul y amarillo) y por su tamaño (grandes y pequeños), y le pido a uno ellos que coja el círculo, amarillo y grande, el niño, como si su percepción visual tuviera igualmente la propiedad de ser táctil, recorre todas las figuras, identifica una de ella y la coge. Coge aquella que contiene las tres determinaciones enunciadas. Coge una figura y excluye todas las demás. Las tres determinaciones, referidas a la forma, color y tamaño, conviven dentro de esa figura de plástico y le confieren unidad, identidad y existencia independiente de las restantes.
ResponderEliminarPoco después, le pido a uno de ellos que me dé todos los círculos. Me da las seis figuras que son círculos en tanto no son ni triángulos ni cuadrados. Le pido a continuación que me dé las figuras amarillas. Me da las seis figuras que son amarillas en tanto no son ni rojas ni azules. Finalmente, le pido que me dé las figuras grandes. Me da las nueve figuras que son grandes en tanto no son pequeñas. Ahora las determinaciones, en relación a sí mismas, excluyen o afirman negando. De forma intuitiva los niños de cuatro años diferencian (son en cuanto no son) los distintos modos de ser de las figuras de plástico: unas veces en tanto forma; otras veces, en tanto color y otras veces, en cuanto tamaño. Incluso intuyen que dos figuras pueden ser iguales y distintas al mismo tiempo dependiendo del modo de ser en que se presenten estas figuras.
La verdad que no acabo de entender aquello de que una cosa es el sujeto y otra los accidentes. Como decía aquel otro en forma coloquial: “Si mi abuela tuviera ruedas, no seria mi abuela sino una carreta”
Ramón Galán.