“Refiere Ludwig Richter en los Recuerdos de su vida que hallándose una vez en Tívoli con tres
camaradas jóvenes como él, se pusieron a pintar un trozo de paisaje, resueltos
firmemente a no separarse lo más mínimo de la naturaleza; a pesar de los cual y
a pesar de que el modelo era el mismo para todos y de que cada uno recogió con
talento lo que sus ojos vieron, resultaron cuatro cuadros totalmente distintos;
tan distintos entre sí como lo eran las personalidades de los cuatro pintores.
De donde se colige que no hay una visión objetiva, que la forma y el color se
aprehenden de modos siempre distintos, según el temperamento”. Heinrich
Wölfflin. Conceptos fundamentales de la historia del arte. Pág. 25. Espasa
2011.
No estoy de acuerdo con la conclusión extraída por
Wölfflin. Lo primero que debemos hacer
es establecer la distinción entre la visión de una situación objetiva y la
expresión pictórica de esa situación objetiva. Una persona puede hacerse el
firme propósito de expresar por medios pictóricos la situación objetiva
percibida; pero si sus habilidades pictóricas son limitadas, entonces el cuadro
producido apenas se parecerá a la situación objetiva. También puede suceder que
sean grandes pintores como los que suponemos en la historia referida por
Richter, pero las diferencias de aprehensión, como muy bien dice Wölfflin, dan
cuadros distintos. Pero con esto no se demuestra que no exista la visión
objetiva, lo que se demuestra es que la expresión pictórica de una misma
situación objetiva varía de pintor a pintor.
Sería también conveniente saber cuál es el grado de
esas diferencias. Aunque Wölfflin habla de que los cuatro pintores produjeron
cuatro cuadros totalmente distintos, pudo haber sucedido una de estas dos
cosas: una, que Wölfflin exagera cuando aplica el adverbio “totalmente” y que aunque los cuadros sean distintos no lo son hasta el
grado de que no sea posible establecer parecidos entre ellos; o que la promesa
de los cuatro pintores de no separarse de la naturaleza no la cumplieron. Tal
vez en este último caso podemos suponer que aunque prometieron guiarse por la
visión exterior terminaron dominados por su visión interior.
Creo que los pintores, sobre todo los que tienen una
personalidad muy marcada, rara vez dan expresión a la percepción, lo más
habitual es que den expresión a su representación. En la representación siempre
hay elementos de la percepción, pero hay otros elementos de la memoria
matizados por el gusto y los intereses del pintor. Los cuadros deben ser
catalogados como representaciones o como expresiones de representaciones. Sólo
la fotografía o la televisión pueden tener la pretensión de figurar como
expresión de la percepción.
Pero supongamos, no obstante, que los cuatro cuadros
de una misma situación objetiva sean notablemente diferentes a pesar de la
promesa de los cuatro pintores de no apartarse de la naturaleza. ¿Colegiríamos
con Wölfflin que no existe la visión objetiva? Pues no. Lo que si podríamos
afirmar a tenor de esa experiencia es que no existen visiones objetivas
idénticas, no que no exista la visión
objetiva. El carácter objetivo de la
visión sólo señala que el objeto viene dado y no lo pone el sujeto. Otra cosa
es que cada sujeto atiende a aspectos distintos de la situación objetiva y da por resultado cuadros distintos. Y
también sucede que atendiendo a los mismos aspectos objetivos, cada pintor los
vive de manera distinta –la percepción es también una vivencia –y resulta por
ende cuatro cuadros distintos.
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