Edward Reiss en las páginas 125 y 126 de su libro Una guía para entender a Marx dice lo siguiente: “El fin que persiguió Marx durante los años que pasó en la biblioteca del British Museum fue el descubrimiento de una “ley de la plusvalía” que le permitiera aislar, medir y demostrar la existencia de la explotación como si de una sustancia química se tratara. Sin embargo, no hay ninguna razón por la que la “explotación” deba poderse reflejar y cuantificar en una escala única, al igual que ocurre, por ejemplo, con el amor. En gran medida los hombres saben de manera inmediata, concreta, cuando se dan casos de explotación. Por consiguiente, no es necesario “demostrar” su existencia de una manera abstracta. En efecto, la abstracción puede complicar y tergiversar lo que de otro modo sería la conciencia franca, directa y palpable de que se está produciendo un caso de explotación. El peligro consiste en complicar el concepto cuanto más se quiere precisar su significado”.
Veamos antes que nada si el cálculo de la cuota de plusvalía (o grado de explotación de la fuerza de trabajo) es tan complicado y abstracto como dice Reiss. Para ello vamos a utilizar la Cuenta de Resultados de Perritos Calientes S.A., que hemos tomado del libro ECONOMÍA de Samuelson y Nordhaus. La cuota de plusvalía no es más que el resultado de dividir la plusvalía por el capital variable y expresarlo en términos porcentuales.
Cuenta de resultados de Perritos Calientes S.A.
(1) Ventas netas 250.000 $
Menos costes de los bienes vendidos:
(2) Materias primas 50.000 $
(3) Costos laborales 90.000
(4) Costes varios de funcionamiento
(Electricidad, etc.) 10.000
Menos costes generales:
(5) Costes de ventas y administración 15.000
(6) Alquiler del edificio 5.000
(7) Depreciación 15.000
(8) Gastos de explotación 185.000 185.000
(9) Renta neta de explotación 65.000
Menos:
10) Intereses pagados por un crédito para
adquirir un equipo 6.000
(11) Impuestos locales 4.000
(12) Beneficios netos antes de los impuestos
Sobre la renta 55.000
(13) Menos: impuestos sobre la renta de las
Sociedades 18.000
(14) Renta neta después de impuestos 37.000
(15) Menos: Dividendos de las acciones ordinarias 15.000
(16) A reservas 22.000
Agrupemos ahora esas partidas de acuerdo con los conceptos de Marx
Plusvalía Capital variable
Alquiler del edificio 5.000 Costos laborales 90.000
Intereses 6.000
Impuestos locales 4.000
Impuestos sobre la renta
De las sociedades 18.000
Renta neta después de
Impuestos 37.000
Total 70.000 90.000
Cuota de plusvalía 70.000 / 90.000 = 78 %
Por lo tanto, la cuota de explotación de la fuerza de trabajo es del 78 por ciento, por cada 100 dólares que los trabajadores de Perritos Calientes producen para sí mismos,
deben producir 78 dólares para los no trabajadores. El desglose de esta producción para los no trabajadores es como sigue: 5.000 para el terrateniente en concepto de alquiler, 6.000 para el banquero en concepto de interés, 37.000 para los dueños de la empresa en concepto de beneficios, y 22.000 para el Estado en concepto de impuestos.
Como podrá observar el lector en el cálculo de la cuota de plusvalía no hay ninguna dificultad relacionada con procesos de abstracción especiales ni puede entenderse en el sentido que con esta fórmula Marx pretendiera aislar la explotación como si se tratara de una sustancia química. Todo eso no son más que inventos de Reiss, que no sabemos de donde los sacó. Lo único que indica la cuota de plusvalía es la proporción que existe entre la parte del valor que los obreros crean para otros y la parte del valor que crean para sí mismo. (Lo que sí se podría cuestionar en estos cálculos es que las partidas interés, alquiler, beneficio e impuesto se agrupen bajo la categoría de plusvalía, pero esto sería otro asunto que nada tiene que ver con el tema que nos ocupa)
Reiss confunde el concepto preciso de cuota de plusvalía con el concepto genérico y relativista de explotación. Para Reiss sólo hay explotación en determinadas áreas del Tercer Mundo, donde los obreros perciben salarios bajos, viven hacinados en viviendas indignas, y carecen de seguridad social y de derechos sindicales. Por el contrario, en los países avanzados, donde los obreros perciben salarios dignos, habitan en viviendas acogedoras, y disfrutan de seguridad social y de derechos sindicales, no hay explotación. Es fácil comprobar que la explotación de la que habla Reiss, la que se da de forma deshumanizada en el Tercer Mundo, nada tiene que ver, pero nada de nada, con la explotación de la que habla Marx, que lo único que pretende es expresar en términos porcentuales la proporción existente entre el valor creado por los trabajadores para los capitalistas y el Estado y el creado para sí mismos. Por lo tanto, la crítica de Reiss contra Marx no da en el blanco; es un tiro errado.
El concepto de explotación de Marx es tan mal interpretado por Reiss, que ignora que en el socialismo la fuerza de trabajo tiene que seguir siendo explotada. Los trabajadores, aunque vivan en una sociedad socialista, tendrán que seguir produciendo plusvalía, por una parte, para las necesidades del Estado, y por otra parte, para modernizar la empresa. También ignora Reiss que los obreros más avanzados, los que tengan más conciencia de clase, tienen que aprender de los capitalistas el arte de la explotación de la fuerza de trabajo. Este aprendizaje será tanto más importante desde el momento en que tengamos en cuenta la experiencia de la extinta Unión Soviética, donde los trabajadores, por una parte, eran más explotados que los trabajadores de Europa occidental, y por otra parte, se les extraía un menor rendimiento. Y toda esta ignorancia de Reiss se debe en última instancia a que ignora que la diferencia entre una empresa capitalista y una socialista estriba, no en que la primera busca maximizar los beneficios y la segunda no, sino en quién es el propietario primero de esos beneficios: los capitalistas o los trabajadores.
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