Cuando estudiamos psicología del conocimiento, lo hacemos estudiando de forma separada cada función psicológica: sensación, percepción, atención, memoria, lenguaje y pensamiento. Pero en la realidad estas funciones no se dan en el sujeto de forma separada, sino de forma conjunta e interrelacionada. Siempre hay que tener en cuenta que el desarrollo de una de las funciones psicológicas modifica a las otras funciones psicológicas. Por ejemplo, una aguda y detallada memoria modifica los rendimientos de la percepción y del concepto. Otro ejemplo: las emociones mejoran el rendimiento de la memoria. Pero además de estas funciones psicológicas superiores, en el sujeto se dan también otras fuerzas subjetivas de nuestra actividad mental o espiritual: la voluntad, los intereses, las necesidades, la ambición, la disciplina, la sensibilidad, las ilusiones, los sueños, la naturalidad, la espontaneidad, el nerviosismo, la empatía, la sociabilidad, la delicadeza, la finura, la elegancia y un largo etcétera.
Por un lado, hay
intelectuales que cuando están en el ámbito de los conceptos, se olvidan en
demasía de la sensibilidad. Esto se debe a que su vida sensible inmediata es
pobre. Y, por otro lado, hay intelectuales que cuando están en el ámbito
perceptivo, sobre todo en lo que afecta a su vida personal, se presentan
despojados de conceptos. En ambas clases de intelectuales hay divorcio entre
concepto y sensibilidad. A este propósito y en una de las direcciones me
acuerdo de unas palabras de Mao Zedong: Hay que integrar la verdad universal
del marxismo en la realidad particular de China. Pero algunos intelectuales en
vez de integrar, lo que hacen es estrangular la realidad. Convierten la
realidad en un puro accidente del concepto. Despojan a la realidad de toda su
riqueza y movimiento. Sucede también que hay intelectuales que no comprenden
que su acerbo conceptual es pobre y en consecuencia su percepción del mundo es
igualmente pobre y equívoca. Sobre esta temática hay mucho más que decir, pero con lo dicho hasta aquí
basta por hoy. Debo descansar de vez en cuando de tanto ajetreo mental.
La interpretación teológica medieval de la filosofía griega persiste en las culturas que la sucedieron, y todavía daña la visión dialéctica e interrelacionada de la realidad.
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