En el mundo de los signos dominan la regularidad y la configuración, no la casualidad y la indeterminación. La regularidad es la repetición igual de una y la misma figura. Cuando vamos por la carretera observamos que todas las farolas son iguales. Incluso los coches, aunque entre ellos haya ciertas diferencias, comparten una forma en común. La regularidad, la repetición de una y la misma forma, está presente en el mundo de las cosas, de los animales y de las personas. No reina la arbitrariedad, sino la necesidad. Es misión de la ciencia descubrir y representar las regularidades que se dan en el mundo.
Mi hija es nadadora y voy a verla cuando compite. Mientras unos miembros del equipo nadan, el resto los anima desde fuera de la piscina. Todos los animadores hacen el mismo gesto, señalan hacia delante con los dos brazos, pero uno de ellos se pone a todo lo largo y el otro va recogido cerca del pecho. También producen la misma configuración sonora: va. La regularidad semiótica en este fenómeno social se pone de manifiesto en dos aspectos: uno, todos los animadores emplean la misma forma gestual sígnica y la misma forma sonora, y dos, esas mismas formas sígnicas se producen competición tras competición, permaneciendo constante a lo largo del tiempo.
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