Igual que los seres humanos actúan y después piensan, y cuando lo hacen ya es demasiado tarde para solucionar los males que ocasionan; del mismo modo los seres humanos hacen afirmaciones que se generalizan y después piensan sobre hasta qué grado lo afirmado es cierto. Con el lenguaje se puede hacer de todo, incluido mentir y falsear. La filosofía del lenguaje no sería más que aquella actividad que trata de poner de manifiesto la lógica filosófica encerrada en nuestras locuciones y que se han generalizado. Locuciones que en ocasiones se toman como válidas, como si estuvieran repletas de sentido, y a lo mejor no es así. Y el que una locución que se ha generalizado sea válida o no es una tarea que debe resolver la filosofía del lenguaje. Este es el objetivo que persigo con el presente trabajo. Y advierto que si en una primera impresión algo nos parece relativamente sencillo de entender; cuando indagamos un poco, veremos que está lleno de complejidades y de relaciones de sentido no fáciles de desentrañar.
En la retransmisión de
los partidos de fútbol por televisión, desde hace algunos años, muchos
comentaristas, refiriéndose a ciertos jugadores, afirman que no están, pero
aparecen. Los jugadores que no están y aparecen en el área del contrario son
más difíciles de marcar por los defensas y tienen más posibilidades de hacer
gol. Sin embargo, los veintidós jugadores que están compitiendo, siempre están
en alguna parte del campo y, por consiguiente, aparecen. Si están, aparecen. Y
si aparecen, están. Tal vez el periodista me corrija y argumente: que el
centrocampista no estaba en ese espacio, pero aparece. Pero yo me adelanto y le
corrijo: si aparece, está. No estaba, pero cuando no estaba tampoco aparecía; y
desde que aparece, está. Luego en principio, estar y aparecer se presentan como
dos aspectos íntimamente unidos. Entonces, ¿por qué los comentaristas lo
presentan como separados y contrarios? Este es el problema lógico filosófico
que debo resolver.
Demos un primer paso.
En principio supongo que los comentaristas oponen el estar al aparecer porque
conciben las cosas afectadas por la determinación temporal. De acuerdo con la
tradicional división de los jugadores en defensas, centro campistas y
delanteros, durante el desarrollo del partido los jugadores ocupan una
determinada área o porción del campo; y se distribuyen de acuerdo a su propia
denominación: en la punta del ataque están los delanteros, después están los
centro-campistas, y, por último, están los defensas. De manera que cuando los
comentaristas se refieren a ciertos jugadores, preferentemente a los
centrocampistas, de que no están, pero aparecen, en verdad la situación de la
que quieren dar cuenta es la siguiente. Hablemos de dos espacios contiguos: el
espacio 1 donde en el tiempo 1 está el centrocampista A, y el espacio 2 -en el
área del equipo contrario- donde el centro campista A aparece. Pero bien mirada
las cosas: en el tiempo 1 el centrocampista está y aparece en el espacio 1,
pero igualmente en el tiempo 2 aparece en el espacio 2 y, por consiguiente,
está en ese espacio 2. Por lo tanto, incluso concibiendo las cosas de modo
temporal, el estar y el aparecer no se presentan separados.
Demos un segundo paso.
El aparecer tiene que ver con la percepción. Y la percepción de los
comentaristas, como la de los aficionados, está enfocada hacia el lugar donde
está el balón en juego. Y si el balón está en juego en él área del equipo rival
en el tiempo 2, en ese momento el centrocampista A no está ni aparece en el
espacio 2. Está en el espacio 1; y como nuestra percepción está dirigida hacia
el espacio 2, podemos afirmar que no aparece en dicho espacio 2. Ya en este momento
podemos concebir de forma separada el estar y el aparecer: en el tiempo 2 el
centrocampista A está en el espacio 1 pero no aparece en el espacio 2, que es
donde está enfocada nuestra percepción.
Pero tenemos que afinar
más y comprobar si lo afirmado es del todo cierto. Consideremos ahora un tiempo
3 en el espacio 2, que es cuando el centrocampista aparece y con la fortuna de
marcar un gol porque llega libre de marca. De manera que, bajo este punto de
vista, atendiendo al espacio al que está dirigida la percepción, el estar y el
aparecer se presentan en principio o supuestamente separados. Pero así y todo
el problema no queda resuelto: pues desde que en el tiempo 3 el centrocampista
aparece a nuestra percepción, el centrocampista está en el espacio 2. De manera
que no terminamos por separar el aparecer del estar.
Demos un tercer paso.
Debemos hablar de que cada jugador tiene asignado un espacio donde está
relativamente de modo fijo y otros espacios del campo donde el jugador está de
modo ocasional. Así que como nuestra reflexión trata de la relación entre el
estar y el aparecer y debemos demostrar que la distinción entre el estar y el
aparecer por parte de los periodistas que retransmiten el partido tiene algún
sentido lógico, hablaremos de “el estar fijo”, que es la posición
habitual donde se encuentra cada jugador, y de “el estar ocasional”, que
es donde el jugador está de manera eventual. De manera que podremos afirmar que
cuando un periodista afirma que el jugador A no está, pero aparece, lo preciso
sería decir que el jugador aparece cuando está deforma ocasional en el área del
campo que no le es propia; y cuando afirmamos que el jugador A está, pero no
aparece, lo preciso sería decir que el jugador está en su área propia cuando el
balón no está en juego en esa área. Así que, si de un jugador A afirmamos que
aparece, pero no está, lo preciso sería afirmar que aparece, pero no en el
espacio en el que está adscrito como “el estar fijo”.
La contradicción entre el
estar y el aparecer se manifiesta entonces en los dos lados de la
contradicción: con respecto al estar, hablaremos del estar fijo y del estar
ocasional; y con respecto al aparecer, diremos que el jugador no aparece cuando
el balón no está en el espacio del terreno en el que se encuentra, y diremos
que aparece cuando el jugador está de forma ocasional en el área que no les es
propia y que en ese instante en ese espacio el balón está en juego. Por lo
tanto, hemos resuelto el sentido lógico encerrado en la locución de los
periodistas cuando afirman que un jugador no está pero aparece, atendiendo a la
contradicción interna entre “el estar fijo” y “el estar ocasional”.
Podemos afirmar entonces que la diferencia que establecen los periodistas
cuando afirman de un jugador que no está, pero aparece, es válida con esta
medida correctora: El jugador A aparece en el espacio ocasional A y no ocupa el
espacio que le corresponde en “su estar fijo”.
Demos un cuarto paso.
Hablaremos del jugador que está libre de marca y del jugador que está marcado
por un jugador rival, que siempre será un defensa, sabiendo que en ocasiones un
delantero puede hacer de defensa. Así que cuando los periodistas afirman que un
jugador A no está, pero aparece, lo correcto sería decir que un jugador aparece
y está libre de marca o no está marcado. En este sentido el aparecer y el estar
se presenta separados. Solo llamo la atención del lector inteligente acerca de
que determinadas locuciones que damos por válidas, cuando indagamos su sentido
lógico filosófico, se presentan repletas de complejidades. Observamos que los
contrarios no se diferencian de manera absoluta, sino que su diferencia se
presenta matizando cada lado de la contradicción.
Resumamos. En principio
el estar y el aparecer no se presentan en ningún caso separados, como de modo
no crítico dan a entender los periodistas que retransmiten los partidos de
fútbol. Pero si en el seno del mismo estar establecemos dos contradicciones: una,
el estar fijo y el estar ocasional, y dos, el estar marcado o estar libre de
marca; entonces el estar y el aparecer sí se presentan separados. Pero las
locuciones correctas serían las siguientes: El jugador A aparece, pero
no en su posición de estar fijo, y el jugador A aparece, pero no está
marcado.
Es muy posible que los
periodistas deportivos podrían mejorar las nominaciones que yo he empleado y
volverlas más comunes, pero las distinciones esenciales están rigurosamente
planteadas. Solo me resta decir que en el uso del lenguaje se cometen muchos errores
de sentido por falta de precisión; y que en lo aparentemente sencillo, desde
que indagamos un poco, sobrevienen las complejidades. Con este trabajo solo
quiero mostrar la necesidad de la filosofía del lenguaje y cómo con su
intervención el lenguaje corriente puede volverse tan riguroso como el lenguaje
de la ciencia.
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