Me veo en la necesidad de reflexionar sobre el aspecto lógico de este debate. Siempre es bueno indagar las raíces lógicas de las diferencias de posiciones. Aclaro que no pretendo convencer. En el terreno de las ideas no soy de diálogo ni de conversación sino de lucha. Creo que la lucha de ideas clara, abierta y franca es mejor para el desarrollo de las ideas. No niego con ello la importancia y la función de otras formas discursivas colectivas. Pero cada cual se debe a lo suyo.
En la lógica dialéctica se suele distinguir entre las contradicciones internas y las contradicciones externas. Y la relación entre ellas se establece del siguiente modo: las contradicciones externas sólo pueden actuar a través de las contradicciones internas. Les pongo un ejemplo sencillo: con calor, causa externa, se puede transformar el agua líquida en vapor. La posibilidad de que el agua se transforme en vapor depende de sus propiedades internas, en particular de su estructura molecular. Por mucho calor que empleemos no podríamos transformar una piedra en vapor. Así que aquí hay dos cosas a tener en cuenta: una, la transformación del agua liquida en vapor, y dos, el calor necesario para lograr esa transformación.
Lo que yo he defendido en este debate es que una causa externa, una vestimenta igual, hubiera hecho posible que los esclavos en las amplias calles de Roma llevaran a cabo revueltas y asesinatos. Y repito: esto no es una conjetura mía ni una idea que me ha caído del cielo. Esto era el pensamiento de Séneca y de la mayoría del Senado. Si Antonio Caro piensa que las cosas no eran así, que las condiciones de la lucha de clases no eran como pensaba y sentía Séneca, que lo demuestre. Yo he partido de que esa percepción de Séneca es certera.
La contradicción interna aquí es la que se establece entre los esclavistas y los esclavos. Y Séneca y el Senado romano conocían perfectamente el carácter extremo de las luchas entre esas dos clases. Predominaba la crueldad. Sólo bajo esas condiciones particulares un traje igual para los esclavos puede ser la causa semiótica de revueltas y asesinatos. Y este punto de vista ha estado presente desde el primero hasta el último de mis mensajes.
El punto de vista de Antonio Caro, el punto de vista que me quiere adscribir a mí, es que yo creo que la vestimenta genera revueltas independientemente del sujeto de esa vestimenta. Me asigna el punto de vista de que yo creo que el calor puede transformar una piedra en vapor. Me asigna una visión donde supuestamente yo ignoro las contradicciones internas y da a entender que yo supongo que las contradicciones externas actúan sin mediación de las contradicciones internas. Y desde el primer mensaje aclaré las condiciones de esa lucha, las peculiaridades concretas de las lucha de clases entre esclavista y esclavos de la Roma de Lucio Anneo Séneca. Y no me he cansado de señalarlo en cada uno de los mensajes. Había una extrema crueldad. De ahí que el tratado de Séneca se titule De la clemencia. Pero, estimados amigos, hay oídos para todos los gustos, incluso para entender como negro cuando uno dice blanco.
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