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martes, 27 de mayo de 2025

El tiempo subjetivo

 

Está el tiempo, en su sentido de duración, objetivo; y está el tiempo subjetivo, esto es, cómo vivimos el paso de los años. Suele decirse: a vivir que son tres días. Pero lo cierto es que una persona que muere a los setenta años, ha vivido 25.550 días. De forma objetiva ha vivido 25.550 días, una burrada de días, pero bajo el punto de vista subjetivo la mayoría de las personas siente que la vida son tres días. También suele decirse: el tiempo pasa volando. En ocasiones sí, y en ocasiones no. Si estamos en la cárcel, el tiempo pasa muy lento. Ocurre lo mismo cuando estamos trabajando. Sin embargo, cuando estamos de vacaciones, el tiempo pasa muy rápido. Es obvio que hay una contradicción entre el tiempo tal y como existe objetivamente, y el tiempo tal y como lo vivimos.

Hay una razón objetiva que explica por qué vivimos el tiempo como si corriera muy rápido. La respuesta nos la da Hegel: al tiempo le es esencial el no ser. Digo ahora y ahora ha dejado de ser. El día de ayer ha dejado de ser. Cuando acaban las vacaciones, que hemos disfrutado durante quince días, esos quince días han dejado de ser. Pero hay maneras de retener el pasado, esto es, el no ser: las fotografías. Con las fotografías retenemos el ser del  no ser, retenemos eternamente el pasado como presente.  Y cuando la familia se reúne, después de haber pasado algunos meses de disfrutar las vacaciones, y se pone a ver las fotografías, cuánta alegría siente. Y suele decirse: ¡qué bien lo pasamos! Pero cuando vemos esas mismas fotografías al cabo de veinte años, exclamamos: ¡cómo pasa el tiempo! También decimos: ¡cómo se nota el paso del tiempo! O como dice mi cuñada Nieves: ¡qué pena! Así que, aunque el tiempo tiene la esencia del no ser, en nuestro cuerpo, en nuestra apariencia facial y en toda nuestra apariencia, vemos el paso del tiempo o la cristalización del tiempo. También los médicos, cuando nos miran por dentro, nos advierten de que el tiempo ha pasado y en nada menos que setenta años. Y aquí vemos, siguiendo a Einstein, que, en vez del tiempo, deberíamos hablar de la unidad espacio temporal. Es más moderno y más exacto hablar de acuerdo con los postulados de la física de Einstein. Podemos afirmar, tal vez de un modo superficial y subjetivo, que la vida son tres días, pero nuestro cuerpo, al cabo de setenta años, delata que eso no es cierto, que han pasado 25.550 días desde que nacimos.

Parece que el tiempo es una fuerza ineluctable y no podemos pararlo y deja su huella en nuestro cuerpo, demostrándose que somos unidades espacio temporales. Pero ¿podemos conservarnos jóvenes? Claro que sí. Un primer secreto es realizar una mínima actividad física, un poco de gimnasia, y realizar caminatas, mejor por sitios concurridos y animados. El envejecimiento hay que percibirlo como un problema psicosocial. Hay que entender que la calle, los espacios públicos, son también nuestra casa y nuestro hogar.  Pero hay otra clave para permanecer jóvenes, tal vez la más importante, ser modernos: tanto en el vestir como en el estar, tanto en los actos como en las ideas. Hay personas en las que se nota su vejez porque emplean ideas viejas, las que adquirieron cuando eran jóvenes, y hablan en exceso de sus experiencias pasadas. El secreto de la juventud es hablar de las experiencias que tienes en la actualidad, aunque tengas setenta años, y hablar con las ideas y la mentalidad de la actualidad. Así que, si quieres conservarte joven, modernízate y actualízate. No hables del amor tal y como tú lo viviste, sino tal y como se vive en la actualidad. Introduce más variedad y más novedad en tus conceptos en y tu estilo de vida. Evita hacer siempre lo mismo y de la misma manera. No añores el pasado, te envejece. Sé más permeable y deja que todas las fuerzas universales, en su infinita riqueza e innovación, invadan tu vida.

 

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