Escuchemos Hegel en la Fenomenología del Espíritu, en el primer capítulo, titulado La certeza sensible, el esto o la suposición: “Tampoco los animales se hallan excluidos de esta sabiduría, sino que, por el contrario, se muestran muy profundamente iniciados en ella, pues no se detienen ante las cosas sensibles como si fueran cosas en sí, sino que, desesperando de esta realidad y en plena certeza de su nulidad, se apoderan de ellas sin más y las devoran; y toda la naturaleza celebra, como ellos, estos misterios revelados, que enseñan cuál es la verdad de la cosas sensible”.
Qué frase más inteligente la de Hegel: los animales no se detienen ante las cosas sensibles como si fueran cosas en sí. Demuestran así, al devorarlas, que son cosas para ellos. Así decía Hegel que lo único que es en sí es la conciencia. Yo, por supuesto, soy más hegeliano que kantiano.
La verdad de las cosas sensibles y la cosa en sí (2)
Las frases, las palabras, las expresiones, están animadas de sentido. Quienes las emplean las usan con el propósito de comunicar lo que saben de algo. En muchas ocasiones tú le habrás preguntado a otra persona lo que sabe sobre determinado acontecimiento o persona. Y te habrán respondido con más o menos saber. Por lo tanto, en las palabras se encierra saber. Y en el caso de Hegel, como es muy sabio, sus palabras encierran mucha sabiduría.
A ti te pueden encarcelar. Pueden obligarte a hacer trabajos forzados. Se demuestra así que tú, en tanto cuerpo, no eres en sí de forma absoluta, que puedes ser para otros. Ahora bien, de lo que no se podrán apropiar nunca los otros será de tu conciencia, de tus pensamientos. En este sentido la conciencia es en sí.
La verdad de las cosas sensibles y la cosa en sí (3)
Después de, uno, afirmar que el problema cardinal de toda filosofía es el problema de la relación entre el pensar y el ser, dos, preguntar si nuestro pensamiento es capaz de conocer el mundo real, tres, reconocer que esta pregunta es contestada afirmativamente por Hegel, cuatro, advertir que hay filósofos como Hume y Kant que niegan la posibilidad de conocer el mundo de un modo completo, Frederic Engels se expresa en los siguientes términos: “La refutación más contundente de estas manías, como de todas las demás manías filosóficas, es la práctica, o sea, la industria y el experimento. Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de concebir un proceso natural reproduciéndolo nosotros mismos, creándolo como resultado de sus mismas condiciones, y si, además, lo ponemos al servicio de nuestros propios fines, daremos al traste con la “cosa en sí” inasequible de Kant. Las substancias químicas producidas en el mundo vegetal y animal siguieron siendo “cosas en sí” inasequibles hasta que la química orgánica comenzó a producirlas unas tras otras; con ello, la “cosa en sí” se convirtió en una cosa para nosotros, como, por ejemplo, la materia colorante de la rubia, la alizarina, que hoy ya no se extrae de la raíz de aquella planta, sino que se obtiene del alquitrán de hulla, procedimiento más barato y más sencillo”.
El gran defecto de muchos filósofos, sobre todo de aquellos que creen en una cosa en sí inasequible, es que conciben un hombre sin manos, un hombre no práctico, un hombre puramente teórico y contemplativo. Y creo que Engels acierta cuando señala la mediación de la práctica, el experimento y la industria, para dar al traste con la cosa en sí inasequible de Kant. Ya he señalado en otras ocasiones que en Europa occidental y en la mayoría de los círculos académicos se habla como si la filosofía clásica hubiera acabado en Kant, y no en Hegel, como así lo fue. Pero dado el parentesco de Hegel con Marx, como la representación académica de la burguesía quiere enterrar a Marx, se ha hecho necesario enterrar también a Hegel.
La verdad de las cosas sensibles y la cosa en sí (4)
Con mis reflexiones no pretendo convencer a nadie. Creo que cada cual debe aprovechar las ideas del otro para desarrollar las suyas propias. Creo además que el intercambio filosófico no debe entenderse como diálogo sino como lucha de ideas.
Con el último mensaje trataba de mostrar que en el ámbito de la teoría del conocimiento hay dos grandes partidos: aquellos que creen que el hombre puede tener un conocimiento relativamente completo del ser y aquellos que creen que no. Dentro de este último se encuentran Hume y Kant, y dentro del primer partido se encuentran Descartes, Hegel, Marx y Husserl. Yo pertenezco a este último partido y Luís Ledo pertenece al primero.
Hume duda de los rendimientos del conocimiento lógico, de hecho rebaja los conceptos a simples sombras de impresiones; y Kant pone el acento en los límites de la propia facultad cognoscitiva del hombre. Marx, por el contrario, cree que el conocimiento relativamente completo de una cosa transcurre en dos etapas: la etapa sensible y la etapa lógica. Y a diferencia de Hume, considera que el concepto representa un conocimiento cualitativamente diferente de la sensación.
Creo que Mariano, a su modo, ha dado respuesta al problema de la cosa en sí. Para los marxistas no existe nada que sea en sí, todo es por medio de otro; si algo es en sí, sería único y absoluto, incluido la cosa en sí de Kant. Y he señalado en varias ocasiones, para enriquecer nuestro conocimiento, que Hegel concebía que lo único que podía ser en sí era la conciencia.
Incido sobre una idea que expuse en el mensaje anterior. En el panorama filosófico occidental, Kant es presentado casi como si fuera el último y el más grande de los filósofos. Parece que los círculos académicos quieren olvidar o dejar de lado que Kant fue criticado, en especial por la cosa en sí, desde el idealismo por parte de Hegel y desde le materialismo dialéctico por parte de Engels.
Sólo me resta señalar que la teoría del conocimiento de Kant, cuyo postulado fundamental es que el hombre sólo puede tener un conocimiento fenoménico del mundo, coincide con la mentalidad y el estilo de vida de la burguesía, para la cual la apariencia es lo esencial. No se puede superar el capitalismo, en especial en el ámbito de la filosofía, si no se supera el pensamiento de Kant. Y superarlo no significa dejarlo de lado, sino hacer lo que hizo Hegel con él y con los grandes filósofos de todos los tiempos: integrarlo.
La verdad de las cosas sensibles y las cosas en sí (5)
Todos los filósofos son hijos de su época. De manera que Kant es un hijo de la burguesía alemana del siglo XVIII y de todas sus limitaciones. Su filosofía no es ajena a la ideología alemana de aquel entonces, todo lo contrario, forma parte sustancial de ella.
La burguesía no siempre fue superficial ni conservadora, hubo un tiempo en que fue profunda y revolucionaria. Lo que señalé en el mensaje anterior es que una filosofía como la de Kant, que defiende que el conocimiento muere en el conocimiento fenoménico, en el conocimiento de las apariencias, coincide con la mentalidad y el estilo de vida burguesa actual, que se caracteriza por el extremado culto a las apariencias.
Luís Ledo está educado en una escuela filosófica distinta a la mía. Esta diferencia de escuela se muestra tanto en el modo en que son planteados los problemas filosóficos como en las categorías filosóficas empleadas. Les recuerdo que yo hablaba de la contradicción principal de la filosofía, la existente entre ser y pensamiento, y del problema de si el hombre podía tener un conocimiento relativamente completo del ser.
En el mensaje de hoy les expondré un ejemplo sobre la contradicción entre forma fenoménica y relación esencial, para que comprueben que el hombre puede superar la etapa fenoménica del conocimiento y alcanzar el conocimiento de la relación esencial. Todos estamos acostumbrados a decir que el Sol sale por el este y se pone por el oeste. Y así se presenta ante nuestros ojos. Pero con los descubrimientos astronómicos de finales del siglo XV se demostró que este movimiento era puramente fenoménico, puramente aparente. Es el movimiento de rotación de la Tierra sobre si misma el que provoca el movimiento aparente del Sol. Esto es una manera fácil de ver, primero, que la contradicción entre forma fenoménica y relación esencial forma parte de la naturaleza, y segundo, que la humanidad necesitó muchos años de evolución y de desarrollo científico para saltar desde el conocimiento de las apariencias al conocimiento de las relaciones esenciales.
La verdad de las cosas sensibles y la cosa en sí (6)
Escuchemos a Hegel en Lecciones sobre la Historia de la Filosofía : “La riqueza de pensamiento se desarrolla siempre, en Kant, por tanto, sólo bajo una forma subjetiva exclusivamente; toda plenitud, todo contenido, cae dentro del representar, del pensar, del postular. Lo objetivo es, según Kant, solamente el en sí, sin que sepamos lo que son las cosas en sí. Pero el en sí es solamente el caput mortuum, la abstracción muerta de un otro, el más allá vacío e indeterminado”.
Aquí podemos observar uno de los rasgos esenciales del pensamiento kantiano: la ruptura que establece entre lo subjetivo y lo objetivo, cómo hace recaer toda la riqueza de contenido por el lado de la forma subjetiva y convierte a lo objetivo en un caput mortuum. Esta ruptura se extiende igualmente a la existente entre apariencia y esencia o entre forma fenoménica y contenido.
La superación de la filosofía kantiana, conjuntando la perspectiva de Hegel con la de Marx, ha dado como resultado dos tesis fundamentales: una, que las relaciones fenoménicas son expresiones de las relaciones esenciales, y dos, que a menudo en las relaciones fenoménicas se invierten las propiedades de las relaciones esenciales. Haciendo uso del ejemplo que expuse en los mensajes anteriores, tendremos la concreción de esas dos tesis: una, el movimiento de rotación de la Tierra sobre sí misma, la relación esencial, provoca el movimiento del Sol sobre la Tierra , la relación aparente; y dos, lo que en el movimiento aparente se presenta como movimiento de traslación, el Sol saliendo por el este y poniéndose por el oeste, en la relación esencial se presenta como movimiento de rotación, la Tierra girando sobre sí misma.
14 de octubre de 2007.
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