Fernando tiene una manzana en sus manos y quiere definir lo que es el interior de la manzana. El acto fundamental en el que se apoya es la percepción y de ese modo parece que no tienen acceso al interior de la manzana. Incluso la corta y a su juicio la manzana sigue siendo inaccesible.
El exterior y lo interior son categorías filosóficas o categorías a las que se les puede dar un tratamiento filosófico, pero también son categorías que se emplean en el habla corriente. La característica que las define es su generalidad, como sucede con todas las categorías filosóficas. Mientras que la manzana es presentada por Fernando como el ejemplo particular donde quiere ver realizada aquella pareja de categorías filosóficas.
Yo me atrevo a decir que el ejemplo particular no viene al caso general. Y por eso no tiene manera de salir victorioso de su reflexión, y se ve abocado a mezclar esa indagación con la indagación sobre otras dos parejas de contrarios: la parte y el todo, y lo oculto y lo revelado.
A mi juicio el filósofo Fernando debería escuchar primero cómo utiliza la gente corriente esa pareja de contrarios, y después iniciar la andadura especulativa. La madre de Fernando le habrá dicho en alguna ocasión: “mira bien en el interior de los cajones del ropero y verás que encontrarás lo que con desesperación andas buscando”. Aquí se distingue entre interior y exterior de los cajones, y algo que hay en su interior distinto a dicho interior. Y la acción que se lleva a cabo es buscar algo determinado.
Creo que este ejemplo tiene la ventaja de que está basado en la percepción activa y no en la percepción contemplativa. Al igual que creo que la distinción entre lo interior y lo exterior está más clara que en el caso de la manzana. Se ve además que interior y exterior son inseparables, y que el objeto en cuestión está diseñado para contener en su interior algo distinto de sí mismo.
24 de octubre de 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario