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viernes, 25 de noviembre de 2011

Las espadas brillarán (significación y representación) 2

Wilbert Tapia, miembro del foro Filosofía y pensamiento, me formula dos preguntas: Una, ¿qué papel juegan los sujetos dentro del proceso de significación? Y dos, ¿pueden las representaciones reducir las intenciones significativas?



Respondo a la primera pregunta. Los papeles de los sujetos en los procesos de significación son los siguientes: hablante y oyente, escritor y lector. ¿Pero sería suficiente con señalar las funciones desempeñadas por el sujeto para explicar lo que aquí entra en juego, esto es,  la función de la representación en el proceso de significación,  o sería necesario tener en cuenta otros aspectos que no modificando dichas  funciones sí modifican la calidad de las mismas? Sin duda que hay que tener en cuenta los aspectos que modifican la calidad de las funciones lingüísticas.  Hay personas que saben expresarse y escribir muy bien, otras no tanto. Hay   personas que saben leer y escuchar muy bien, y otras no tanto. Hay personas que tienen un gran sentido teórico y un gran sentido práctico, otras no tanto. Hay personas que tienen muchos conocimientos de todo aquello de lo que hablan, otros no tanto. Hay personas que acumulan mucha experiencia a lo largo de su vida, otras no tanto. Todas estas cualidades mencionadas, capacidad de expresión, grado de conocimiento, capacidad de intelección, grado de experiencia, y grados de desarrollo del sentido práctico y del sentido teórico, hacen que no todos tengamos la misma capacidad representativa para responder a las intenciones significativas de quienes nos hablan o de quienes leemos. De ahí que cuando reflexionamos sobre los procesos de significación suponemos hablantes y oyentes ideales, esto es, que los primeros tengan los recursos necesarios para expresar sus intenciones significativas de forma adecuada, y los segundos la capacidad representativa necesaria para responder también de forma adecuada a las intenciones significativas de aquellos.  Pero cuando estudiamos la función que desempeña la representación en los procesos de significación, sí debemos  tener en cuenta los aspectos que afectan a la calidad de las funciones de hablante, oyente, escritor y lector.



Respondo a la segunda pregunta. Un buen hablante como un buen escritor son  personas que saben expresarse de forma clara y concisa, son personas que dicen y escriben lo necesario. En estos casos, cuando nos enfrentamos a un buen hablante y a un buen escritor, por regla general la representación de quien escucha y de quien lee cumple la función de cumplir y complementar la intención significativa.  Suponemos siempre que el fondo de memoria del oyente y del lector es amplio, y suponemos también un oyente y un lector relativamente maduros en términos de experiencia vital. Pero cuando nos enfrentamos al caso de una persona que emplea cien palabras para expresar una situación objetiva que sólo necesita de veinte palabras, cuando nos enfrentamos al caso de una persona que habla de forma oscura y enredada, en tales casos la representación de quien escucha y de quien lee tiende a restringir la intención significativa, elimina lo que podemos considerar desperdicios lingüísticos. De un buen texto queremos recordarlo todo y tener la capacidad de expresarnos como su autor. De un mal texto, por el contrario, queremos recordar lo imprescindible y evitamos que nos contamine el mal estilo del autor.

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