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viernes, 21 de mayo de 2004

El hombre como animal simbólico

Analizaré críticamente las ideas de Cassirer paso por paso.  Primera idea: “Entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos en él como eslabón intermedio algo que podemos señalar como sistema simbólico”. Entre el hombre y el objeto de sus actuaciones median no sólo los símbolos, sino también el dinero, las máquinas herramientas, y multitud de otras cosas más. La cuestión general es que la relación entre el hombre y la naturaleza es mediada. Y la cuestión particular es que uno de esos mediadores son los símbolos. Podemos preguntarnos cuál es el mediador más fundamental bajo el punto de vista antropológico. Pero así y todo debemos precisar respecto a que relación antropológica queremos destacar el rasgo fundamental. Por ejemplo, la relación entre los propios hombres está mediada por el Estado. Y en política, y la política es también un rasgo antropológico, el Estado es el aspecto fundamental. Así que dependiendo de cuál sea la relación antropológica a considerar, así será el rasgo fundamental a destacar.


Segunda idea: “Existe una diferencia innegable entre las reacciones orgánicas y las respuestas humanas. En el caso primero, una respuesta directa e inmediata sigue al estímulo externo, en el segundo la respuesta es demorada, es interrumpida y retardada por un proceso lento y complicado de pensamiento”. Tengo que decir que esto no es cierto. Los animales no actúan por puros reflejos condicionados, sino que su adaptación al medio está programada. Refiriéndose a los experimentos con monos llevados a cabo por Köhler, Vygotski dice lo siguiente: “El mono no percibe pasivamente la situación visual; una estructura de conducta compleja, que consiste en factores reflexivos, afectivos, motores e intelectuales, se dirige hacia la adquisición del objeto que lo atrae”. Hay, no obstante, multitud de ejemplos de la vida animal que dejan claro que la adaptación de los animales al medio ambiente es compleja y es mediata. La víbora del desierto para capturar a una salamanquesa emplea una táctica de captura notablemente compleja y de clarísimo sabor semiótico. Esconde todo su cuerpo en la arena hasta dejar sólo su cola al descubierto, dando la apariencia de ser una pequeña rama. Luego una hormiga se acerca a la supuesta rama. Después la salamanquesa se aproxima a capturar la hormiga. Y por último, con un movimiento rápido, la víbora captura a la salamanquesa. Hay una compleja mediación entre el aparato receptor de la víbora del desierto y su aparato efector, es decir entre la percepción inicial de la salamanquesa y su captura. Así que no se diferencia el hombre del animal porque el segundo tiene una relación mediata con la naturaleza y el primero una relación inmediata, sino por el grado de complejidad y desarrollo de la mediación.

Tercera idea: “El hombre... ya no vive solamente en un universo físico, sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la especie humana”. Con franqueza: a mi no me gustan estas formas de conceptualizar. Hay mucha intuición y, por lo tanto, mucha manga ancha para representarnos cosas muy diferentes empleando las mismas palabras. Al saco lo llamo ‘universo simbólico’, y lo que meto en el saco son las siguientes cosas: el lenguaje, el mito, el arte y la religión. Estas cuatro cosas que Cassirer mete en un mismo saco no son del todo conmensurables, carecen de congruencia material,  o sus relaciones son un poco desordenadas como para meterlas en un mismo saco. El mito, el arte y la religión suponen el lenguaje o incluyen como parte suya al lenguaje. Sin embargo, todo lenguaje no tiene que ser mitológico, artístico y religioso, puede ser también político, económico, filosófico, futbolístico y un largo etcétera. A su vez, dentro de la religión debemos incluir el arte, pero no todo arte es religioso. Y por otro lado, en la religión encontramos mucha mitología.

En la religión son importantes los símbolos, pero no sólo los símbolos, también lo son la necesidad de creer en un Dios y la Teología elaborada en torno a esa creencia. También la religión, como sucede todavía en países como Irak e Irán, es un asunto de Estado y es un medio para darle unida nacional a un pueblo. Y al igual que la religión es una multitud de cosas y no sólo símbolos, igual sucede con el mito, el arte y el lenguaje. Por lo tanto, son relaciones muy desordenadas las que se pueden establecer entre el lenguaje, el mito, el arte y la religión como para poderlos meter en un mismo saco, aunque el nombre que le ponemos a ese saco suene grandioso y espectacular: universo simbólico. Creo que es una intuición y no un concepto. Por hoy  pienso que es suficiente.
6 de marzo de 2004.
 

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