Recomiendo al lector que lea previamente en mi blog el artículo titulado “Trabajo necesario”. Allí sometí a crítica la idea de que en el socialismo no existen contradicciones antagónicas entre el trabajo necesario y el plustrabajo. Parto de la evidencia de que en el modelo soviético del socialismo la parte de la jornada laboral que representaba el trabajo necesario era desproporcionadamente baja respecto de la parte que representaba el plustrabajo. Dicho de forma escueta: en el socialismo soviético los salarios eran bajos.
Con salarios bajos la gente no puede disponer de una buena casa, de muebles de calidad, de una variada vestimenta, de electrodomésticos avanzados, de viajes, y de un sinfín de satisfacciones más. Con salarios bajos la gente no puede disfrutar de comodidades y su vida material se vuelve gris. De ese modo la gente termina perdiendo el entusiasmo por el socialismo. Así que con salarios bajos las personas pierden autonomía y su desarrollo individual queda seriamente mermado.
En el capitalismo las vanguardias de izquierda siempre han luchado por las subidas salariales. Se busca que los trabajadores no vivan agobiados con el peso de las deudas y que no lleguen a final de mes con la soga al cuello. Se busca que los trabajadores tengan más riqueza material y vivan así más felices. Y si esto es así en el capitalismo, con más razón debe serlo en el socialismo. Un socialismo avanzado lleva implícito que el trabajo necesario sea mayor que el trabajo necesario en el capitalismo. Daría como resultado individualidades fuertes y muy desarrolladas. En el modelo soviético de socialismo la individualidad fue enajenada en función del interés general. Fue un grave error. Así que en el socialismo seguirá existiendo el antagonismo entre trabajo necesario y plustrabajo. El interés social no debe plantearse nunca como la merma de desarrollo del interés individual, sino al revés: un desarrollo avanzado del interés individual supondría un armonioso desarrollo del interés social.
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