El 9 de marzo de 2010 Rebelión publicó un artículo de José A. Tapia Granados titulado “Mandel, la inflación y algunas ideas de Keynes y Marx”. Con este artículo José Tapia cuestionaba algunas ideas de Mandel contenidas en un artículo de 1992 titulado “Déficit presupuestario e internacionalización del capital en la teoría marxista” y que la revista Sin Permiso publicó el 28 de febrero de 2010.
Déficit, inflación, deuda e impuestos
La primera crítica que José Tapia formuló a Mandel se centró en la contradicción entre déficit presupuestario e inflación. Según Mandel para que el déficit presupuestario no genere inflación antes de que se alcance el pleno empleo, es necesario que los impuestos aumenten en la misma proporción que las rentas. A lo que José Tapia respondió en los siguientes términos: “…eso parece desmentido por la realidad empírica de las últimas tres décadas. Desde la época de Reagan e incluso desde antes, los impuestos directos en EE.UU. en general disminuyeron, mientras que “las rentas” en general aumentaron y la inflación ha sido muy pequeña, casi nula si se usa estándares históricos”.
No sé hasta que punto puede ser acertada la crítica de José Tapia. Habría que saber algunas cosas de la política monetaria de aquel entonces. En términos generales todo Banco Central, en este caso, la Reserva Federal, aumenta la oferta monetaria cuando el país se ve amenazado por una recesión y la disminuye cuando hay indicios de inflación. Tal vez Mandel conjeturó lo que conjeturó suponiendo una oferta monetaria constante. De todos modos, hay un contenido ideológico importante en las ideas de Mandel. El economista marxista belga acepta que un aumento del déficit presupuestario al aumentar la demanda global facilita la recuperación económica. La pregunta ahora sería la siguiente: ¿Cómo cubrimos ese déficit? El medio comúnmente utilizado es la emisión de deuda pública y no los impuestos. ¿Por qué prefiere la burguesía, según Mandel, la primera alternativa a la segunda? Porque por medio de la deuda pública se ganan dividendos y por medio de los impuestos no. Mandel concluye que “el crecimiento de la deuda pública implica una redistribución de la renta nacional a expensas de los asalariados y en beneficio de la burguesía”.
El concepto de renta
José A. Tapia se pregunta sobre el uso que hace Mandel del concepto de renta. A su juicio el término “renta” en castellano es muy ambiguo. Así que aconseja que se deba explicitar su referencia. Según José Tapia el término de renta puede tener tres significados distintos: uno, ingresos en general, dos, ingresos derivados por el uso de determinados bienes físicos, y tres, pagos de intereses por la posesión de activos financieros.
Con el ánimo de ponernos de acuerdo en la terminología transcribo la posición de Marx respecto a esta problemática. En la sección tercera del capítulo XXI del libro I de El Capital, casi a su inicio, en el pie de página podemos leer lo siguiente: “El lector observará que usamos la palabra renta en dos sentidos: primero, para designar la plusvalía como fruto nacido periódicamente del capital; segundo, para designar la parte de este fruto que el capitalista consume periódicamente o incorpora a su fondo de consumo. Mantengo este doble sentido, por estar en armonía con la terminología usada por los economistas ingleses y franceses”.
Creo entonces que la propuesta de Marx coincide con los dos últimos sentidos establecidos por José Tapia –renta del suelo, intereses y dividendos- pero no con el primer sentido. Todo ingreso no es denominado por Marx como renta, aunque si lo hace así la economía convencional, puesto que al salario también lo denomina renta. De todos modos, debemos estar de acuerdo con José Tapia que lo mejor es precisar el término de renta cuando se usa. Así evitaremos malentendidos.
Ganancias y salarios
Donde José Tapia centra su principal crítica es en la idea de Mandel acerca de la correlación entre renta de los capitalistas, inversiones y empleo. Aprovecha esa crítica para criticar a los sindicatos y a la concepción subconsumista de las crisis económicas capitalistas. Veamos primero la contradicción entre ganancias y salarios. La crítica a la teoría subconsumista de la crisis la veremos en otra sección aparte.
Enumero las ideas de José A. Tapia:
Primera idea: Son ideas propias de Reagan y Thatcher que las ganancias aumentan las inversiones y, por tanto, el empleo. Lo interesante es que esta idea que se atribuye a la reacción, es precisamente una idea clave de Marx.
Segunda idea: Marx ve en la ganancia el acicate que estimula la acumulación, o sea, la inversión. Y como las inversiones son las que crean puestos de trabajo, que se mantengan las ganancias del capital es fundamental para que se creen puestos de trabajo. Marx explicó muy bien todo eso en varias partes de su obra, especialmente al ocuparse del proceso de acumulación del capital (en el capítulo 25 del tomo I de El Capital). Las consecuencias de eso para la política sindical son peliagudas, porque indudablemente la lucha de los asalariados por mejores condiciones de trabajo recorta las ganancias del capital y en alguna medida crea condiciones para el aumento del desempleo. En épocas de crisis económicas cuando el empleo se generaliza, la alternativa es, o agachar la cabeza y aceptar una mayor explotación, lo que podría facilitar quizá la recuperación económica, o luchar por mantener los salarios y las conquistas sociales, lo que probablemente prolongará la crisis. (Entre paréntesis le indico al lector que preste atención al papel de los adverbios “quizá” y “probablemente”. Supuestamente José Tapia los ha usado para poner de manifiesto que no es seguro que suceda las consecuencias derivadas de tomar una de las dos alternativas).
Examinemos la primera idea. Tiene tres categorías rectoras: inversión, empleo y ganancia. Reflexionemos primero haciendo uso de las dos primeras. Para crear empleo hay que invertir. Creo que esto no pude ser puesto en duda por nadie. Esta idea no puede ser atribuida a la reacción ni a los revolucionarios. Otro asunto es saber de dónde extraer el dinero que se necesita para las nuevas inversiones. Aquí es cuando entra en juego la tercera categoría: la ganancia. Pero debería entrar en juego una categoría más amplia que la de ganancia, que incluya a esta última, a saber: el ahorro. Cuando los capitalistas hacen nuevas inversiones, la mayor parte del dinero se lo piden a los bancos o emiten bonos de empresas. En las nuevas inversiones las ganancias propias desempeñan en muchos casos un papel muy secundario. Se podrá argumentar que las ganancias forman parte del ahorro social, pero también se podrá argumentar que una parte de los salarios también forma parte del ahorro social.
Se discutirá ahora si a mayores ganancias, mayores inversiones. No necesariamente tiene que ser así. Según dice Mandel que afirma el propio Keynes: “Los capitalistas no están obligados a reinvertir sus beneficios suplementarios en la producción. Pueden optar por atesorarlos o utilizarlos con fines estrictamente especulativos”. Y así sucede muchas veces. El uso especulativo de las ganancias está hoy al orden del día. ¿Quién puede renunciar a las ofertas de los hedge funds con promesas de pago de intereses del 14 por ciento y más? Creo que pocos capitalistas. Así que Keynes tenía razón. Pero hay más, también podríamos afirmar lo cualitativamente contrario a aquella afirmación: a mayores salarios, mayores inversiones. ¿Por qué? Porque aumentaría la tasa de ahorro o aumentaría la demanda de productos de consumo.
Sólo nos resta ver si esa idea atribuida a la reacción es también una idea de Marx. Aquí tengo que afirmar rotundamente que no. Los conceptos son cajas donde hay que distinguir al menos dos cosas: el nombre del concepto y el contenido del concepto. Que las cajas conceptuales que usa Marx tengan los mismo nombres que las cajas conceptuales que usa la reacción, podemos afirmar que sí. Pero no tienen el mismo contenido. Para los apologistas del capitalismo la ganancia es el fruto merecido del capitalista por su trabajo, por su riesgo, por sus ideas innovadoras. Para Marx la ganancia es trabajo de los obreros apropiado por el capitalista. Luego haríamos mal, llevaríamos a la confusión a la buena gente, si afirmáramos que las ideas de Reagan y Thatcher son las mismas que las que defiende Marx.
Examinemos la segunda idea. Creo que no es acertado decir que según Marx la ganancia es el acicate de la acumulación. Creo que lo acertado sería afirmar que la ganancia es el acicate de la producción capitalista, que no de la acumulación. ¿Qué es la acumulación? En el capítulo XXII de El Capital podemos leer lo siguiente: “La utilización de la ganancia como capital o la reconversión de la ganancia en capital se llama acumulación de capital”. Hay más: todas las empresas al cabo de un determinado número de años es plusvalía capitalizada. De ahí la legitimidad de la expropiación de las empresas capitalistas por parte del Estado socialista.
Después de atribuirle a Marx la idea de que la ganancia es el acicate de la acumulación, José Tapia deriva de ella una idea extremadamente conservadora y burguesa: “Como las inversiones son las que crean puestos de trabajo, que se mantengan (y se incrementen incluso) las ganancias del capital es fundamental para que se creen puestos de trabajo”. El primer error de José Tapia estriba en ignorar que la plusvalía o ganancia se divide en capital y renta. Es decir que de la ganancia obtenida por su empresa, el capitalista no la invierte toda en su negocio sino que una parte la invierte en su propio fondo de consumo. Y a este respecto no estaría de más recordar lo que dijo Marx en El Capital en la sección antes referida: “Al llegar a cierto nivel de desarrollo, se convierte en una necesidad profesional del “infeliz” capitalista cierto grado convencional de despilfarro, que al mismo tiempo es ostentación de riqueza y, por tanto, medio de crédito”. ¿Quién no se alarma hoy idea, se indigna, por el excesivo lujo y derroche de muchas capas y sectores de la clase capitalista? Creo que nadie con una mínima de conciencia redistributiva. ¿Cuántas manifestaciones del execrable lujo nos invaden por todas partes? Muchísimas: la alta costura, los palacios, las joyas de precios millonarios, las obras de arte, los automóviles de alta gama y un sinfín de elementos de la riqueza más. Luego es un error descomunal pensar que el aumento de las ganancias a costa de la disminución de los salarios supone un aumento de la inversión, ya que se está obviando la parte de la ganancia dedicada al fondo de consumo del capitalista.
El segundo error de José Tapia consiste en que da a entender que un aumento de los salarios implicaría la negación de las ganancias. Pero no es así: Al aumentar los salarios disminuyen las ganancias. Seguro que los capitalistas pondrán el grito en el cielo argumentando que al disminuir las ganancias, disminuirán las inversiones y con ello el empleo. Pero desde las posiciones de izquierdas debemos responder con firmeza: primero, al aumentar los salarios aumentará el consumo y con ello se estimulará el crecimiento económico, y segundo, la disminución de las ganancias no debe suponer un reducción de la parte destinada a nuevas inversiones sino de la parte destinada al fondo de consumo de los capitalistas. Marx dice que quien estable la partición entre capital y renta de la ganancia es el propio capitalista y, por tanto, es un acto de voluntad. Pues bien, luchemos por modificar esa voluntad a favor de la inversión y en contra del fondo de consumo de los capitalistas.
La teoría del subconsumo o de los salarios bajos
José Tapia critica a los sindicatos por tener una visión subconsumista de la crisis. Esta visión es la de Keynes y su contenido resumido, según la propia formulación de José Tapia, es el siguiente: la falta de poder adquisitivo de los “consumidores” reduce la demanda efectiva y es la causa de que acabe la expansión y comience la recesión. José Tapia critica a los sindicatos por su keynesianismo; y para poner en evidencia su falta de visión revolucionaria, hace uso de una cita de Marx contenida en el capítulo XX de El Capital. Es una cita que se presenta como crítica de la teoría del subconsumo sobre la crisis:
“Es una pura tautología decir que la crisis surgen de la falta de consumo solvente o de consumidores solventes El sistema capitalista no conoce otro clase de consumo que el solvente. El que las mercancías sean invendibles significa tan sólo que no dieron con ningunos compradores capaces de pagarlas. Y si se pretende dar a esta tautología una apariencia de razonamiento más profundo diciendo que la clase obrera percibe una parte demasiado pequeña de su propio producto, y que este mal puede remediarse en cuanto reciba una participación mayor de él, es decir en cuanto aumenten sus salarios, hay que observar únicamente que las crisis van precedidas siempre, precisamente, de una subida general de los salarios en el que la clase obrera recibe una participación mayor en la parte del producto anual destinada al consumo. Desde el punto de vista de estos caballeros del juicio sano y sencillo, esos períodos tendrían, por el contrario, que alejar las crisis”.
Antes que nada he de comentar que los sindicatos no luchan por transformar el capitalismo en socialismo ni por solucionar las crisis económicas del capitalismo. Luchan por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores: aumento salariares, aumento de las prestaciones sociales y aumento del empleo. Si en esta lucha se ponen de su parte los keynesianos, mejor que mejor. No hay que perder de vista en que sistema nos encontramos y que la política, incluida la política sindical, es el arte de lo posible. La opción de los sindicatos no es o dejarse explotar más para que haya más empleo o luchar por mejoras salariales impidiendo más empleo, la opción no está en la dicotomía o estamos a favor del sistema o estamos en su contra. Plantear las cosas así supondría negar la validez y la necesidad de cualquier política de reforma y negarse a ver que bajo el capitalismo los trabajadores pueden mejorar sus condiciones de vida. Para los sindicatos no se trata de transformar el capitalismo en socialismo sino de reformar el capitalismo para que los trabajadores vivan mejor.
Vayamos ahora al análisis pormenorizado de la cita de Marx. Marx critica a esa concepción de la crisis por tautológica. ¿Por qué? Porque crisis significa ausencia de compradores solventes. Y no se puede presentar la definición de un ser como causa de ese ser. También dice que mercancías invendibles significa que no dieron con compradores capaces de pagarlas. No hay venta sin compra. Y si no es posible la venta es que no es posible la compra. Para Marx por este camino no se avanza un ápice en la comprensión de la naturaleza de la crisis.
Los defensores de esta teoría dicen que los trabajadores reciben una parte muy pequeña de la riqueza creada por ellos. Y añaden que la crisis se resolvería si recibieran una parte mayor de la riqueza, esto es, si aumentaran sus salarios. Y esta idea Marx la desmonta afirmando que las crisis van precedida de un aumento general de los salarios y, por consiguiente, se prueba que la subida de los salarios no soluciona las crisis. Antes del advenimiento de la crisis, en los momentos de prosperidad, los salarios suben. Sin embargo, aunque suban, no se puede evitar las crisis. Por lo tanto, las crisis no se solucionan subiendo los salarios. Llamar a esta teoría que critica Marx la teoría del subconsumo no es del todo acertado y puede llevar a confusión. Lo mejor sería llamarla la teoría de los bajos salarios, para no confundirla con las ideas defendidas por Keynes y no sacarla de su contexto concreto.
Hasta aquí todo bien. Subiendo los salarios, no se soluciona la crisis. Pero luchar por una subida de los salarios no implica que se esté defendiendo la solución keynesiana de la crisis, lo único que se está defendiendo es que los trabajadores tengan mayor poder adquisitivo. ¿Y esto ayuda a superar la crisis? No es la solución de la crisis pero sí ayuda en algo. A mayores salarios, mayor poder adquisitivo. Y un mayor consumo es un estímulo para la producción. Yo creo que José Tapia, como muchos teóricos marxistas, al definir inadecuadamente la teoría de la crisis basada en los bajos salarios, piensa que la defensa de salarios altos los hace cómplices de las teorías burguesas de la crisis. Todo un desenfoque. Todos los trabajadores quieren ganar más. El dinero da para poco. Sobre todo los que viven del salario base. ¿Cómo se le puede recriminar a un obrero que vive del salario base que luche por un mejor salario porque supuestamente está defendiendo la teoría burguesa de la crisis? Yo creo que es una insensatez hacerlo. Esto es una confusión total del sentido de la teoría y del sentido de la práctica.
7 de abril de 2010.
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