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miércoles, 28 de mayo de 2003

Signo y objeto semiótico (1)

1. Dices que no lograste captar si mi última intervención era una crítica o un comentario a las ideas de Magariños. El método que he empleado en mis dos últimas intervenciones ha sido el siguiente: situarme en la propia lógica interna de las ideas de Magariños y darle un poco de desarrollo. Aunque las ideas sean de Magariños trato de pensarlas por mí mismo, destacar lo que considero importante y limar aquello que considero erróneo. Con esto trato de evitar el discurso paralelo, esto es, moverme en un universo de discurso distinto al dominante en este foro.

2. Dices que “pasar de un signo de tipo general a uno particular es habitual en todo proceso semiótico”. Yo pretendí resaltar la intención de Magariños en su respuesta a Lisel, a quien le aclaró que en el caso que él exponía la casa era un objeto semiótico, mientras que en el caso que el propio Magariños ejemplificó la casa era un signo o un contexto de signos. Quise resaltar esa idea de Magariños porque concuerda con mis propósitos discursivos, que un mismo objeto en tiempos diferentes puede desempeñar los dos papeles: el de signo y el de objeto semiótico. En este ámbito, en el de las relaciones entre lo particular y lo general, quisiera señalar que la verdadera educación científica es aquella que se demora en lo particular y en el análisis de sus múltiples detalles. Una vez que hemos analizado el caso particular en sus múltiples detalles e interconexiones, podremos hacer generalizaciones. De esto modo aprendemos el arte de la elaboración de los conceptos y no nos limitamos a aplicar los conceptos generales a los casos particulares. Es posible que en el análisis de los casos particulares descubramos aspectos nuevos que puedan complementar o contradecir el contenido del concepto general.
3. Hablas de que “todo lo dicho se sustenta también en la semiótica de Peirce en cuanto a que un signo o representamen es algo que representa a algo, su objeto”. Aquí quisiera detenerme un poco e indagar en la naturaleza de la relación entre signo y objeto semiótico. Magariños habla de que el signo semiotiza o semantiza el objeto semiótico, tú hablas de que el signo representa el objeto. Pero además de las categorías semiotizar, semantizar y representar, en el pensamiento científico actual se emplean muchas otras categorías para expresar la naturaleza de la relación entre el signo y el objeto semiótico: expresar, referir, significar, señalar, indicar, simbolizar, evocar, etcétera. No cabe duda que aquí nos encontramos con un problema de unidad conceptual que debemos resolver. Yo por mi parte pienso que expresar, referir, significar, señalar, indicar, simbolizar y representar son funciones semióticas distintas, mereciendo cada una un análisis específico. El predomino del pensamiento generalista hace que se tomen como equivalentes categorías muy diversas, y esta circunstancia favorece la ambigüedad y la imprecisión.
4. Enfatizo la importancia que tiene para la Semiótica el giro de lo general a lo concreto. Al caminar por el interior de la vivienda Magariños nos habló, entre otros, de estos tres objetos que funcionaban como signos: el color de las paredes, los juguetes y los olores. Estos tres objetos se diferencian entre sí al menos en tres aspectos: por el material del que están hechos, por la configuración y por el órgano de los sentidos que participa en su recepción. En el caso del color de las paredes el órgano que participa es la vista, en el caso de los juguetes son la vista y el tacto los que participan, y en el caso de los olores es el olfato el que participa. Lo que yo planteo es que la Semiótica debe avanzar en la clasificación de los signos, atendiendo al material del que están hechos, a su configuración y al sentido o sentidos participantes. Tal vez sobre la base de este análisis podamos determinar qué objetos son más adecuados para ciertas funciones semióticas y cuáles no. Al igual que hay muchas formas de vida, también hay muchas formas sígnicas. Y al igual que hay formas de vida más evolucionadas que otras, también hay formas sígnicas más evolucionadas que otras. Creo que el lenguaje es la forma sígnica más evolucionada y compleja que existe, y que el estímulo señal es la forma sígnica más elemental y simple que existe. No niego la importancia de la clasificación de los signos llevadas a cabo por Peirce en índices, símbolos e iconos, pero es insuficiente. Piénsese solamente que bajo la categoría de símbolo se incluye una forma sígnica tan elemental como la bandera y tan compleja como el lenguaje humano.

1 de agosto de 2003.

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