Descripción del hecho vivido o experimentado
Esto que les cuento me ocurrió en Las Palmas de Gran Canaria el pasado 11 de octubre de 2003. Había tomado un taxi para trasladarme a mi casa. Todos sabemos dos cosas: una, que los taxistas constituyen uno de los colectivos que mayores conocimientos tienen sobre la calle, y dos, que el tráfico en las grandes ciudades es muy denso y está plagado de altercados. Todo empezó cuando el taxista en un ceda el paso asomó el morro de su coche más de la cuenta, y el conductor del coche que tenía la preferencia tuvo que hacer una maniobra arriesgada para esquivar el coche de aquél. Después el conductor del coche que venía por la calzada principal asomó la cabeza por la ventanilla, y dirigiéndose al taxista lo insultó con todos los vocablos que ustedes pueden imaginar. A continuación el taxista, sin inmutarse, sin tan siquiera girar la cabeza, con especial maestría adelantó al coche que tenía la preferencia y, mirándome, esbozó una sonrisa. Luego me dijo: “La calle te enseña mucho. A estos tipejos que te insultan de esa manera, que pasan del hecho de que los taxistas estamos pegados al volante 12 horas cada día, lo mejor es no hacerles puto caso; y así los irritas más. Y aún más lo he fastidiado cuando ahora lo he adelantado. Si yo me pusiera como estos energúmenos, perdería la salud y tendría que abandonar la profesión.”
Descripción de los aspectos semióticos del hecho vivido
El primer aspecto semiótico es la propia señal de tráfico: el ceda el paso. El taxista cedió el paso al coche que venía por la calzada principal, pero asomó tanto el morro del taxi que prácticamente hacía imposible que el coche que tenía la preferencia pudiera pasar. Lo que pretendía el taxista es que el conductor del coche que tenía la preferencia disminuyera la velocidad y él pudiera pasar primero. El segundo aspecto semiótico lo constituyen los rasgos de identidad del taxi: una banda azul en los laterales y el luminoso que lleva por el exterior del techo donde se lee /taxi/. El tercer aspecto semiótico lo constituye el morro del taxi adelantado en el ceda el paso. Esto fue lo que irritó al conductor que venía por la calzada principal, que el taxista pretendiera pasar primero y no respetara el ceda al paso. Seguro que para sus adentros dijo lo que el resto de los conductores suele decir de los taxistas: “ Se creen los dueños de la carretera y que se las saben todas”. Así que concluyó: “A este lo jodo yo”. Aceleró su vehículo, en vez de frenarlo, y realizó una maniobra arriesgada, con peligro de chocar contra el taxi o contra los coches que le quedaban del otro lado. El cuarto aspecto semiótico lo constituye el comportamiento gestual y verbal del conductor del coche que tenía la preferencia: sacando la cabeza por la ventanilla, insultando al taxista y agitando los brazos. Este comportamiento no sólo era señal de enfado, sino también de amenaza. El quinto aspecto semiótico lo constituye el comportamiento inmutable del taxista y la hábil maniobra que realizó para colocarse delante del otro vehículo, circunstancia que le proporcionó la satisfacción de haber ganado la batalla. El sexto aspecto semiótico lo constituye el propio código de circulación y su conocimiento al detalle por parte del taxista, quien me explicó que en caso de accidente él hubiera tenido todas las de ganar. Y añadió: “puesto que yo puedo alegar que me vi obligado a asomar el taxi como lo hice porque los coches que estaban aparcado me impedían una perfecta visión de la calzada principal, y además, que estaba en posición de parada cuando el otro coche me invistió”. Y esto lo concluí yo: “Los taxistas son perros viejos en la carretera y se las saben todas. Si no las supieran, tal y como está la circulación, morirían de un ataque al corazón”.
Creo que tanto la descripción del hecho vivido como de los aspectos semióticos que lo componen pueden ser detallados aún más. Todavía está por rematar los significados de los distintos aspectos semióticos señalados. También creo que sólo estudiando casos particulares, oponiendo objeciones al modo en que han sido descritos o aumentando los detalles de las descripciones, podremos delimitar con rigor los hechos que podemos abarcar bajo el nombre de Universidad de la Calle. E igualmente creo que el hecho descrito por mí, aunque haya ocurrido en la ciudad de Las Palmas, es un hecho universal, una experiencia común a todas las grandes ciudades. La universalidad de un pensamiento, de una teorización, reside en la universalidad del hecho que se investiga. Y en eso y para eso estamos aquí.
31 de octubre de 2003.
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