Leyendo a Borges observé que no llamaba al loco Hidalgo de la Mancha por su sobrenombre, Don Quijote, sino por su nombre de pila: Alonso Quijana. En principio puede parecer que este cambio de nombre no tiene transcendencia alguna, pues no modifica en lo más mínimo el ser social del hidalgo de la Mancha. Sin embargo, ese cambio de nombre si nos modifica la representación que nos hacemos de él. Pensemos en el cura y en el barbero: delante del ingenioso hidalgo lo llamaban Don Quijote, para que no entrara en cólera y arremetiera contra ellos; pero detrás de él, cuando no estaba presente, lo llamaban Alonso Quijana. Cuando lo llamaban Don Quijote se hacían partícipe de su locura, le seguían el juego y se metían en su mundo; y cuando lo llamaban Alonso Quijana se lo representaban como un hombre que se había vuelto rematadamente loco. Es obvio que aquí al menos el cambio de nombre de una persona determinada modifica la representación que tenemos de él.
2 de febrero de 2003.
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