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miércoles, 28 de mayo de 2003

Un paréntesis en la Universidad de la Calle

La cuestión clave planteada por Juan Magariños es, a mi juicio, la siguiente: ¿cuál es nuestra actitud ante las ciencias sociales, y más especialmente ante la Semiótica? Esta pregunte conserva todo su sentido ya concibamos la Semiótica como una ciencia social o la concibamos como una metodología que mejora la productividad del conocimiento proveniente de las ciencias sociales. A esta cuestión se añaden las dos cuestiones planteadas  por Juan: una, la identificación rigurosa del fenómeno social cuyo significado investigamos, y dos, evaluación de la tecnología de la que disponemos para intervenir en el fenómeno social que investigamos y modificarlo.

El ejemplo de la intervención quirúrgica del corazón, planteado por Juan, viene muy bien para responder a la primera y tercera cuestión. La ciencia médica ha avanzado muchísimo en las últimas décadas y cada vez cosecha más éxitos en el tratamiento de la enfermedad. Esto no quita que haya todavía muchos puntos oscuros en el estudio del funcionamiento del cuerpo humano  y que quede un largo camino por recorrer. Pero esta circunstancia, los puntos oscuros y la falta de desarrollo, no nos debería llevar, por una parte, a negar la necesidad de intervenir la enfermedad para curar al paciente, y por otra, a negar la necesidad de usar la teoría de la que disponemos como guía de nuestras acciones. La mista actitud deberíamos mantener con la Semiótica, con sus puntos oscuros y su falta de desarrollo, no debería llevarnos, por una parte, a negar la necesidad de intervenir los fenómenos sociales y modificarlos, y por otra parte, a negar la necesidad de usar las teorías de las que disponemos para investigar el significado de los fenómenos sociales en cuestión.
Pero no sólo se trata de nuestra actitud ante la Semiótica, sino también de la actitud de los poderes económicos y políticos dominantes. A estos poderes no les interesa el desarrollo de las ciencias sociales, máxime si se declara como misión suya la de intervenir en los fenómenos sociales para modificarlos. A estos poderes les interesa relativizar el conocimiento de las ciencias sociales, reducirlo a opinión y a conjetura aunque pueda resultar interesante y atractivo, a  no aceptarlo nunca con las consecuencias con las que acepta el conocimiento proveniente de las ciencias naturales. Tal vez algunos poderes académicos, no consciente de la actitud de base de los poderes económicos y políticos ante las ciencias sociales, acepten, en palabras de Magariños, una Semiótica Débil. Pero una Semiótica Débil es la antesala de la liquidación de la Semiótica como ciencia y como metodología. Así que, amigos míos, la lucha es infinita, dura y arriesgada. Este es el efecto psicológico que ha producido en mí el mensaje de Magariños: me ha dejado serio, preocupado, caviloso.

29 de octubre de 2003.

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