1. Las definiciones que me solicitas, y que presentas como deficiencias de mi exposición, se encuentran en Reflexiones sobre Semiótica, publicadas en el Archivo Virtual de Semioticians. Allí elaboro el concepto de valor referencial o valor aparente y defino lo que es un modo de expresión, recurriendo al ejemplo de la manzana y del espejo. Este ejemplo lo empleé originariamente para explicar la Fenomenología de Husserl, en concreto para explicar la diferencia entre las dos clases de inmanencias: la inmanencia en el sentido de ingrediente y la inmanencia en el sentido de darse la cosa misma. Lo empleé después para explicar la concepción fenomenológica de Marx sobre el intercambio de mercancías. Y, por último, adquirió desarrollo propio en mis Reflexiones sobre Semiótica.
2. En la teoría del conocimiento marxista se distinguen dos etapas: la sensorial y la lógica. Con los sentidos sólo podemos conocer las apariencias de las cosas, mientras que con los conceptos alcanzamos la esencia de las cosas. De manera que pertenece a la esfera de la teoría del conocimiento la distinción entre apariencia y esencia. En la representación religiosa cristiana se concibe el hombre como unidad de cuerpo y alma. Del cuerpo se dice que es perecedero, y del alma se dice que es eterna. Durante el proceso de vida, el cuerpo y el alma están unidos, pero cuando llega la muerte el alma se separa del cuerpo. De ahí que no vea ninguna ambigüedad ni aventura metafísica en concebir los objetos del mundo como unidad de cuerpo y apariencia. Se podría decir que es una evolución lógico teórica de la representación gnoseológica y de la representación religiosa cristiana. Creo de todos modos que reconocer que los objetos tienen un cuerpo y una apariencia, o lo que es lo mismo, que tienen una valor corporal y un valor aparente, pertenece al ámbito de las distinciones elementales. Esta representación es más evidente que la representación del signo lingüístico como unidad de significante y significado.
3. ¿De qué manera demuestro que la concepción de los objetos como unidad de cuerpo y apariencia es legítima, esto es, que es conforme a la experiencia y a la razón? Si pongo una manzana delante de un espejo, se duplica el mundo. En vez de una manzana tengo dos: una fuera del espejo y otra en el espejo. ¿En qué se parecen ambas manzanas? En que tienen la misma apariencia cromática (o valor aparente cromático o valor referencial cromático). ¿Y en qué se diferencian? En que la manzana que está fuera del espejo tiene cuerpo de manzana, mientras que la que está en el espejo no tiene cuerpo de manzana. Respuesta práctica: la manzana que está fuera del espejo puedo comérmela, mientras que la que está en el espejo no. Así que puedo concluir que la manzana es una unidad de cuerpo y de apariencia cromática, y que el espejo es el medio por el cual separo la apariencia cromática de la manzana de su cuerpo.
4. No sé lo que ha escrito Sebeok. Desconozco a ese autor por completo. Pero sí conozco muy bien las meditaciones de Descartes, que tratan del problema de la apariencia; la fenomenología de Husserl, que desarrolla la contradicción entre lo inmanente y lo trascendente; y Las Lecciones sobre Estética de Hegel, donde se exponen unas magistrales lecciones sobre semiótica y antropología. También he estudiado muchos tratados sobre la vida animal y sobre la comunicación en la vida animal. El rigor también se demuestra en que los conocimientos que uno ponga en juego estén bien fundamentados; y los míos lo están. Otra cosa distinta es que tú no hayas tenido la oportunidad de que yo te dé a conocer dichos fundamentos. Si leyeras mi trabajo La transformación de la mercancía en dinero, sabrías hasta que punto tengo yo fundamentado los conocimientos en semiología.
5. Hay una tendencia en el pensamiento, muy presente en Semioticians, que se suele centrar en lo general y rehuye el análisis de casos particulares. Cuando tú pusiste tres imágenes con el fin de que los miembros del foro las analizaran, me quedé con las ganas. Yo me arriesgué y tal vez dije cuatro tonterías. Pero, ¿y el resto? No se le oyó. (Espero que los miembros del foro no se ofendan conmigo por esto que he dicho. Puesto que creo que los intereses generales de la Semiología deben situarse por encima de nuestros agravios particulares. Soy de la idea de que si uno no se arriesga, la vida ni la ciencia cambian. Y no podemos esperar que en nuestro mundo semiótico las cosas estén tan en calma cuando en el mundo de fuera andan tan alborotadas.) Tanto en mis Reflexiones sobre Semiótica como en Semiología del Mundo Animal, tomo como punto de partida hechos particulares y, por lo tanto, observables. En el primero estudio la relación de una manzana con un espejo, y en la segunda estudio la práctica de la cacería por parte de la víbora del desierto y por parte de la serpiente cola de lombriz. Yo he hecho un estudio analítico -con extremado rigor aunque a ti te parezca lo contrario- de esos dos casos particulares, y he pretendido que ese estudio sea semiótico. Si existen otras teorías semióticas más rigurosas que la mía, que se pongan a prueba y analicen esos ejemplos concretos y perceptibles. Tal vez lleguen más lejos de lo que yo he llegado. (Sabes que en el foro de Semioticians analicé el problema de las imágenes de la guerra de Irak desde la perspectiva de la teoría de Sonesson, y creo haber demostrado algunas de sus limitaciones conceptuales. Pero él, a diferencia de ti, me ignoró.)
6. Si leyeras mi trabajo La transformación de la mercancía en dinero, comprobarías que tengo un gran dominio sobre el concepto de valor y que manejo un gran número de distinciones al respecto. Pero seamos prácticos. ¿Qué entiendo por valor corporal de un objeto? El valor que tiene un objeto para un sujeto derivado de que tiene un cuerpo, esto es, un conjunto de propiedades naturales. ¿Y qué entiendo por valor aparente de un objeto? El valor que tiene un objeto para un sujeto derivado de que tiene una apariencia, esto es, un conjunto de referencias identificativas. Justamente lo que hace la víbora del desierto es ocultar su apariencia de serpiente, para que no sea percibida por la salamanquesa. Y antes de que la víbora capture y se coma a la salamanquesa, tiene que verla. De manera que la salamanquesa primero es objeto de la percepción visual, esto es, color o valor aparente cromático; y después es objeto de consumo, esto es, valor corporal. La salamanquesa puede servir de medio de subsistencia de la víbora porque su cuerpo tiene propiedades nutritivas. Así que este es el valor corporal que tiene la salamanquesa para la víbora: ser medio de subsistencia u objeto de consumo.
7. Quisiera ahora hacer una reflexión especial sobre el segundo punto de tu crítica, donde dices: “en tu expresión ‘cómo el valor aparente se separa del valor corporal hasta objetivarse en forma de significante lingüístico’, ¿qué entiendes por valor?, ¿qué operaciones cognitivas se aplican para cumplir ese trayecto que parte del (para mí extraño) “valor corporal”, pasa por el (igualmente extraño) “valor aparente” y llega hasta el “significante lingüístico” (¿por qué excluir las imágenes?) ¿No te parece que el hecho de establecer que ése es el trayecto que le interesa a la semiótica merece algo más de respeto que esa formulación repleta de ambigüedades y planteada a nivel metafísico, en cuanto no comprobable?”. A una parte de estas cuestiones ya he respondido, pero a otras no. Al igual que Marx expone cómo el valor en su forma natural sufre una serie de cambios de formas hasta llegar a la forma dinero, igualmente yo expongo cómo el valor aparente sufre una serie de cambios de forma hasta llegar a la forma de significante. Se trata de una exposición de orden lógico, desde lo más simple a lo más complejo, y no de una exposición histórica. Empezaré aludiendo a Aristóteles, quien en el inicio de su Metafísica dice lo siguiente: “...preferimos el conocimiento visible a todos los demás conocimientos que nos dan los demás sentidos. Y la razón es que la vista, mejor que los otros sentidos, nos da a conocer los objetos, y nos descubre entre ellos un gran número de diferencias”. Es evidente que viendo un bisonte percibimos más diferencias que sólo oliéndolo u oyéndolo. Tanto el valor referencial cromático del bisonte, como su valor referencial olfativo y valor referencial acústico, nos permiten identificar al bisonte como tal bisonte. Pero el valor informativo aportado por cada uno de los valores referenciales es diferente: el valor referencial cromático nos proporciona mucha información, mientras que el valor referencial olfativo apenas nos suministra información. Se trata de estudiar el proceso lógico mediante el cual se separa EL VALOR IDENTIFICATIVO de un objeto de su VALOR INFORMATIVO. De hecho las huellas, que en mis “Reflexiones sobre Semiótica” se estudia en el capítulo “Los Procesos de Referencia, se parecen más a los significantes que al valor referencial cromático del objeto que produce la huella. ¿Por qué? Porque entre una mesa y la fotografía o imagen cromática de una mesa hay mucho parecido, mientras que entre la mesa y el significante /mesa/ no hay parecido alguno. Podríamos decir que en el significante el valor identificativo se ha separado definitivamente del valor informativo sensible. Y las huellas representan un estadio anterior: sigue teniendo un valor informativo, pero comprado con el valor cromático del animal que ha producido la huella es muy pobre.
8. No niego que desconozco a Sebeok, Peirce y a otros clásicos de la Semiótica. Pero tampoco se me puede negar que conozco a Hegel, Marx, Husserl, Paulov, Luria y a muchos otros pensadores que han contribuido con lo que yo considero aportaciones esenciales a la Semiología, que es una esfera del saber que está aún por definir su estatuto de manera firme entre las ciencias sociales. Así que, estimado Juan, mi concepción de la Semiótica no tiene nada de facilista. Creo que con lo dicho basta por ahora.
20 de junio de 2003.
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